Caso Pujol
Pujol Jr. se queja ante el juez de que necesita «dinero para poder vivir» y se compara con Sazatornil en «La escopeta nacional»
«Nunca hablábamos entre hermanos de nuestras cuentas», aseguró Jordi Pujol Ferrusola en la Audiencia Nacional horas antes de ingresar en prisión. «Cada uno hacía su vida y su guerra», insistió.
«Nunca hablábamos entre hermanos de nuestras cuentas», aseguró Jordi Pujol Ferrusola en la Audiencia Nacional horas antes de ingresar en prisión. «Cada uno hacía su vida y su guerra», insistió.
Jordi Pujol Ferrusola, «Junior» –en prisión desde el pasado martes por ocultar 30 millones de euros en el extranjero desde que está siendo investigado por delito fiscal y blanqueo–, aseguró ante el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata que tiene «problemas para poder vivir» desde que se embargaron sus cuentas por orden judicial en octubre de 2015. Durante sus cuatro horas de comparecencia, el primogénito del ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol se comparó con el industrial catalán que interpretó el actor José Sazatornil, «Saza», en la película de Luis García Berlanga «La escopeta nacional». «Quiere vender los interfonos y le están dando largas, largas, largas y al final no consigue vender interfonos y acaba pagando la fiesta, la cacería, todo... Pues lo que me pasa a mí es lo mismo», dijo Pujol Jr.
En su interrogatorio, la fiscal Anticorrupción Belén Suárez inquirió a «Junior» en relación a los préstamos supuestamente ficticios con los que, según la investigación, habría conseguido evadir 9,4 millones de euros desde 2012.
Tras escuchar las prolijas explicaciones de Pujol Ferrusola, la fiscal ironizó sobre las pautas comunes en las inversiones bajo sospecha de Pujol Ferrusola:
–Suárez: «Usted empieza negocios que son fracasos y termina financiando. Y yo me pregunto: todas esas financiaciones las hace en documento privado y sin ningún tipo de garantía para poder recuperar esos fondos... Tengo la impresión de que es así, porque todos están pendientes de cobro. ¿Me equivoco o no me equivoco?».
–Pujol Jr.: «En algunos casos tiene usted razón y en otros no».
Entre los beneficiarios de esos préstamos figura el empresario mexicano Carlos Riva Palacio, su socio en la empresa Avanti, a quien le prestó 290.000 dólares en 2010 con fondos procedentes de una de sus cuentas andorranas. «¿Por qué esa financiación sale de Andorra»?, le preguntó la fiscal. «No me atrevo a mandar el dinero desde una cuenta española», admitió. «¿Por qué no se atreve?», se interesa la representante de Anticorrupción. «Porque no quiero tener más problemas con su mujer (Mercé Gironés, también investigada en la causa y de quien se habría servido para ocultar sus fondos fuera de España), que ya tenía suficientes». «No quería decirle que ahora teníamos que mandar más dinero para cerrar el tema de Avanti porque no me lo hubiera permitido», añadió.
El negocio en cuestión estaba vinculado a licencias de casinos que no llegaron a obtenerse. «Es una operación perdida como tantas otras que he hecho», se lamentó. «En algunas he perdido y en otras he ganado».
«No se ponen al teléfono»
En esa relación de préstamos que la Fiscalía considera ficticios, Pujol Ferrusola hizo referencia a que su socio mexicano le pidió en diciembre de 2014 un millón y medio de euros. Según explicó le prestó 150.000 euros y 350.000 más con la garantía hipotecaria de su vivienda. «Pero al vencimiento no me paga y me siento con él a discutir el tema y fijamos unos términos para que me pague algunos vencimientos. Estoy viviendo de este dinero que él me está pagando», dijo. Y recordó que desde octubre de 2015 tiene «las cuentas congeladas, ya llevo 18 meses». Pujol Jr. le pidió 10.000 euros al mes y su socio, según él, le entrega «partidas de 2.000-2.200 euros en efectivo». «Lo que sí que necesito es dinero para poder vivir», aseguró. Y lamentó que en su actual situación «otros muchos no contestan al teléfono o no se ponen».
En relación a su papel de gestor durante años del supuesto legado familiar («sólo yo fui responsable»), Pujol Ferrusola explicó que «nunca hablábamos entre hermanos de nuestras cuentas ni de a quién poníamos o a quién no poníamos».
Tal y como comentó, él se encargaba de su gestión y del reparto de los posibles beneficios, pero «nunca hacíamos reuniones para decir “voy a repartir”. Por teléfono tampoco». Lo que hacían, detalló, era que «yo decía “voy a repartir X” y se lo daba», realizando para ello «una transferencia a Andorra o, si lo tenía en efectivo porque el otro banco me lo dio en efectivo, lo ingresaba en efectivo en la cuenta de ellos». Incluso explicó que en el caso de que sus hermanos participaran en alguna operación financiera que él les proponía «y había un suma resta, nos compensábamos».
En este punto, la fiscal le preguntó con cuántos de sus hermanos había actuado así –ofreciéndoles inversiones–, dejando claro el primogénito de los Pujol que «con Mireia, porque aún me lo pasa por la cara» (porque le fue mal). «Alguna con Pere y con Josep, pero con Oriol diría que nunca». Mientras que con Marta, «a lo mejor sí, pero no recuerdo». Eran, en todo caso, «muy esporádicas. Cada cual hacía su vida y hacía su guerra»». En el caso de Mireia, contó: «En un momento determinado me dijo que sí, pero yo perdía dinero y dijo que ya no quería saber nunca más de esto. Cada vez que le daba dinero se quedaba en su cuenta y creo que fue la que sacó más rendimiento».
De esta herencia, dijo a preguntas de las acusaciones, él fue el responsable. «No hablábamos de las cuentas. Yo les ingresaba y hacían lo que querían», añadió dejando claro que su abuelo no le deja el dinero a su padre porque «no cuenta con él. No tenía confianza en su hijo en los temas económicos y creía que la carrera política de mi padre sería un desastre». Así que él lo comenzó a gestionar cuando un amigo íntimo de su abuelo Florenci le dice «que ya no puede más y me lo pasa a mí».
Tortitas ecológicas
Sin embargo, como el resto de la familia, tampoco puede acreditar la existencia de ese legado. Nunca pensó, dijo que «hoy me encontraría en esta situación y tendría que guardar todos los papeles». Aun así, reconoció que se ingresaba en cuentas de Andorra porque querían que siguiese siendo «opaco». «La profecía de mi abuelo parecía que podría ser». Y también reconoció que no pagaban impuestos, por lo que en un momento dado algunos de sus hermanos «decidieron hacer la complementaria en 2012». «Éramos conscientes de que no estábamos pagando impuestos».
Pero durante su declaración también se refirió a un préstamo que le hizo Bernardo Rodríguez, un mexicano fallecido. Asegura que siempre se lo daba en efectivo porque «entiendo que tenía dinero no declarado en México y no quería hacer transferencias». «Todo lo que recibo de él me lo da en efectivo en Andorra o México», explicó para añadir que la entrega se hacía a través de «un tercero», del que sólo conocía «una clave», y que en una ocasión en la que recibió 900.000 euros se lo entregó en una bolsa. En ese momento, la fiscal quiso saber si tanto dinero «ocupa mucho o poco». «En billetes de 500 euros ocupan poco», le ilustró el investigado.
Entre sus múltiples negocios, explicó que hizo un préstamo a un empresario mexicano a finales de 2003 «para montar una fábrica de tortitas ecológicas».
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