Elecciones generales
Rajoy será candidato sin convocar un Congreso del PP si no hay gobierno de coalición
Defiende un Ejecutivo de «amplío espectro» por la estabilidad de España que «tendría» 200 diputados. Contacta con Urkullu para acercar posturas y confía en que los socialistas le acaben apoyando.
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, no da un paso atrás aunque los socialistas hayan ratificado por escrito en una resolución aprobada por el Comité Federal, el pasado lunes, que excluyen cualquier tipo de negociación con el PP. Rajoy compareció ayer para hacer balance de la legislatura como ha hecho en los años anteriores, y el mensaje central fue dirigido a seguir presionando a la dirección socialista para que se avenga a sentarse a negociar la abstención en su investidura. «No hay alternativa mejor», aseguró.
Rajoy cuenta con una ventaja importante con respecto al líder socialista, Pedro Sánchez, y es que desde las elecciones él sí ha conseguido afianzar la tregua interna hasta que se resuelva cómo queda la nueva legislatura. De hecho, en la dirección popular ya trabajan con el escenario de que el Congreso Nacional del PP, que en principio estaba previsto que lo convocaran en el arranque del año, en febrero o marzo a más tardar, se retrase hasta que se resuelva si hay Gobierno o si se celebran elecciones de nuevo. Esta hipótesis la ven como más que probable en Génova, y de confirmarse, el cónclave se dejaría para después de esos comicios, prácticamente ya, por tanto, para verano. El líder popular tiene así el camino despejado, sin discusión interna, para volver a presentarse como candidato. Y en este escenario, tampoco ha barajado la posibilidad de ceder el testigo a otro dirigente de su partido para facilitar, supuestamente, la negociación con los socialistas. Las especulaciones al respecto han cundido dentro y fuera de su partido, pero no han estado nunca en la mesa de trabajo.
Rajoy ha hablado en los últimos días con dirigentes de su partido y con alguno de sus barones y se siente con las manos libres para administrar la situación incluso aunque se convoquen de nuevo elecciones. Ésa es la barrera, porque después de esos comicios, que podrían celebrarse en mayo, si Rajoy no consigue gobernar sí se abriría una nueva etapa dentro de su formación política que le obligaría a administrar la demanda de una renovación.
De momento, con el «patio» de su organización bajo control, Rajoy apura para redoblar la presión sobre los socialistas con muestras de flexibilidad ante una posible negociación. Ayer apeló de nuevo a un Gobierno «de amplio espectro» que defienda la unidad nacional frente al desafío independentista de Cataluña, lo que supone tanto como abrir la puerta al PSOE y a Ciudadanos. También tiende la manos a los socialistas y a Albert Rivera para que se sienten juntos a negociar y consensuar las reformas que necesita España. Es decir, a pactar un plan de gobierno en el que, inevitablemente, porque así lo dicta el reparto de escaños, entraría en juego la puesta en marcha de una ponencia de reforma constitucional. Rajoy no puede impedirla, pero sí puede bloquear la aprobación de las decisiones que en ella se adopten si no cuentan con el aval de su partido.
Como informó este periódico el pasado lunes, el líder popular presentará su candidatura a la investidura como representante de la lista más votada aunque no tenga asegurada la abstención socialista. Es condición necesaria para que empiece a correr el calendario para las próximas elecciones, de no llegar a haber acuerdo. Y hasta este momento su baza será la de seguir erigiéndose en el mentor de un Gobierno «de amplio apoyo parlamentario», que represente la voluntad mayoritaria de los españoles, que lance un mensaje de estabilidad a los mercados, y que tenga como elemento cohesionador la defensa de la unidad nacional. Rajoy insiste en que con los socialistas y con Ciudadanos comparte los grandes asuntos que deben blindarse de la contienda política: la soberanía nacional, la igualdad de los españoles y el papel que tiene que seguir jugando España en el seno de la Unión Europea (UE). En su búsqueda de apoyos, ya ha contactado también con el lendakari, Íñigo Urkullu. Y su intención es hablar con otras fuerzas. Ahora bien, a diferencia del PSOE, que ha abierto ya diálogo con la nueva marca de Artur Mas en Madrid, el PP mantiene esa puerta cerrada porque entiende que la posición del político catalán no da margen a ninguna negociación.
Por cierto, Rajoy también aprovechó su última conversación con Rivera, en Moncloa, para tantearle sobre el reparto de cargos en la Mesa del Congreso y, en consecuencia, sobre la futura Presidencia de la Cámara. Una negociación que concluirá el día 13 en la sesión solemne de constitución de las Cortes Generales. El PP también ha abierto formalmente la negociación con los socialistas en un tablero en el que el sistema de votaciones les dejan, con sus escaños, con pocas opciones de conservar más de dos puestos en la Mesa del Congreso y casi con seguridad sin la Presidencia de la Cámara Baja. No obstante, Rajoy volvió a reivindicar ayer para su partido esta responsabilidad con el argumento de que desde 1977 siempre ha estado en manos del grupo con más apoyos. A su juicio, la pretensión socialista de quedarse con ese cargo con sólo 90 escaños «no es razonable ni se ajusta a la voluntad mayoritaria de los españoles». También advirtió de que un Gobierno de Pedro Sánchez en manos de Podemos, Esquerra y Democracia y Libertad «sería muy malo para los españoles».
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