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Rajoy diseña un cambio que implique a Gobierno, Congreso y PP

El presidente podría mantener una única vicepresidencia política, que seguiría ocupada por Soraya Sáenz de Santamaría. Asimismo, nadie se atreve a dar por amortizado a Cristóbal Montoro, pese al desgaste que le deja la gestión de la crisis.

El reelegido presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i), jura el cargo ante el Rey.
El reelegido presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i), jura el cargo ante el Rey.larazon

El presidente podría mantener una única vicepresidencia política, que seguiría ocupada por Soraya Sáenz de Santamaría. Asimismo, nadie se atreve a dar por amortizado a Cristóbal Montoro, pese al desgaste que le deja la gestión de la crisis.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no sólo está preparando su nuevo gabinete, sino que está valorando también si introduce cambios en la cúpula del Grupo Popular y qué va a hacer con el partido dentro de unos meses, en el Congreso Nacional del PP que se celebrará, previsiblemente, a principios de año, para los meses de enero o febrero. Aún no está convocado oficialmente, pero el líder popular ya anunció a su Comité Ejecutivo que su intención era fijar fecha en cuanto se resolviese el bloqueo de la legislatura. Debía haberse celebrado en 2015.

Las decisiones claves para armar una estructura que le permita ajustarse a una legislatura en la que tendrá que negociar cada día afectan, por tanto, al Gobierno, al partido y al grupo parlamentario. Será Rajoy quien confirme si, al final, se inclina por introducir cambios en este último y mover al portavoz parlamentario, por ejemplo. Es una variable más que está encima de la mesa, con independencia de las especulaciones que han ido tomando forma en las últimas horas. Las opiniones circulan, pero la información completa sólo la tiene Rajoy.

Juego de variables

El presidente quiere construir un equipo en el que el peso económico seguirá siendo muy importante, pero que tendrá además un perfil político y de gestión que le facilite la administración de la situación de minoría parlamentaria en la que tendrá que moverse. «Experiencia, conocimiento y sin aventuras», sentencian en su entorno.

Tras la decisión que comunique el jueves,todas las miradas estarán puestas en un pequeño juego de variables. Si hay o no dos vicepresidencias. La impresión que en estas últimas horas trasladan sus colaboradores apuntala la idea de que el presidente podría mantener una única vicepresidencia política, que seguiría ocupada por Soraya Sáenz de Santamaría. Y que ésta mantendrá sus poderes actuales, «salvo que ella no quiera». Otra de las lecturas que se hará es la que afecta al reparto de fuerzas en el equipo económico. En la cúpula popular nadie se atreve a dar por amortizado a Cristóbal Montoro, pese al desgaste que le deja la gestión de la crisis y la política de ajuste del gasto público. Pero tampoco a Luis de Guindos, aunque éste alimentara en el pasado la idea de que no iba a continuar en otro Gobierno, sino que su futuro miraba hacia el regreso a la actividad privada. Guindos está muy bien valorado en Europa y esto le hace ganar posiciones en las «quinielas» sobre el nuevo Ejecutivo.

Aunque se comentan posibles cambios en la estructura del Gobierno, con más ministerios, o con más protagonismo del área social, por ejemplo, quienes están más cerca de Rajoy descartan que las «sorpresas» se traduzcan en golpes de efecto «que no van con el personaje». Sorprendería, y mucho, a los más suyos la incorporación de un independiente, ni siquiera si este factor se interpretara en clave catalana. Y frente a posibles golpes de efecto sus más cercanos sitúan las «quinielas» de posibles incorporaciones en el nivel de secretarios de Estado, como Álvaro Nadal, o de vicesecretarios del partido, como Javier Maroto. Al responsable de Organización, Fernando Martínez Maíllo se le ve muy fuerte dentro del partido, pero dicen que Rajoy sigue necesitándole en Génova.

El presidente del Gobierno es muy reservado en su proceso de toma de decisiones. De hecho, sus colaboradores cuentan que una de las cosas que más le molestan es «la falta de discreción o que no sea capaz de guardar la reserva de las conversaciones o de las decisiones». Así que hasta el último momento casi nadie estará al tanto de la alineación de su nuevo Gabinete, aunque haya tanteado y escuchado opiniones. «Y quien entre en el secreto no lo compartirá con nadie porque sabe que sería un fallo con el que el jefe sería muy poco comprensible», comentan, con cierta sorna, en la dirección popular.

Mariano Rajoy juró ayer su cargo ante el Rey Felipe VI y dedicará los dos próximos días a acabar de encajar las piezas para el esquema de acción conjunta entre Gobierno, partido y grupo parlamentario en el que quiere sostener este mandato, que estará marcado por la negociación.

En la primera Legislatura, la urgencia de la crisis económica le hizo desatender al partido, de lo que se arrepintió más tarde, tras varios severos avisos en las urnas. Esa decisión de encerrarse en La Moncloa la rectificó recuperando los «maitines» de la etapa de José María Aznar y tomando él personalmente las riendas de la organización política.

En esta nueva etapa que ahora comienza, el presidente del Gobierno «sabe» que necesita tener las tres «patas» bien engrasadas y coordinadas en la acción política y en el mensaje, explican en la cúpula del Partido Popular. Sin que haya «interferencias personales» que limiten la eficacia, precisan las mismas fuentes, en alusión al «choque» de la Secretaría General con Moncloa.