Relaciones internacionales
Moncloa abre contactos con Trump pero admite preocupación por sus medidas
Moncloa abre contactos diplomáticos con EE UU porque, aunque anticipan la presión de la oposición en bloque, en la acción del Gobierno deben primar la cautela y los intereses de Estado
Rajoy apuesta por la «prudencia», dice que no le gustan los «muros» y pide que primen los intereses de Estado. El Gobierno ya ha solicitado el plácet para el nuevo embajador de España en Washington, Pedro Morenés.
El Gobierno ha tomado la decisión de ajustar el guión de su diplomacia con la Administración de Donald Trump a la máxima de la «prudencia». La presión de la oposición en bloque no va a alterar una estrategia que exige, advierte, «primar los intereses de Estado por encima de discursos con cálculos estrictamente partidistas». Desde el Ejecutivo no ocultan su preocupación por algunas de las decisiones más polémicas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Fuentes de Exteriores admiten que están en alerta por los efectos políticos y económicos que pueden tener algunas de las medidas puestas en marcha, pero desde el Gobierno también puntualizan que la respuesta debe ser, ante todo, consensuada en el marco de la Unión Europea (UE). «Tiene que ser una respuesta de Europa», precisan fuentes oficiales, antes de incidir en que la situación, y la realidad diplomática, exige «equilibrios».
«La oposición puede permitirse discursos que un Gobierno responsable y con sentido de Estado no debe hacer», apostillan desde Exteriores. Sin que esto implique «renunciar» en el mensaje político a la exigencia de que la lucha contra el terrorismo se tiene que hacer con respeto al Estado de Derecho y a los Derechos Humanos, sin discriminar por razones de nacionalidad o religión. Ayer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aseguró en una comparecencia en Moncloa que no está «a favor ni de los vetos ni de las fronteras». «Ni creo que el mundo vaya a caminar en esa dirección. Espero que en el futuro esto se arregle y todos nos coloquemos en una situación de normalidad», añadió. Sus palabras no valieron, no obstante, para calmar a una oposición que cree que ha encontrado en esta apuesta por la «cautela diplomática» una vía por la que intentar desgastar al Gobierno. Y esa presión la trasladarán al Parlamento.
Pero desde el Gobierno advierten de que las relaciones diplomáticas no pueden estar «al servicio de intereses de partido». Y ahí apuntan, principalmente, al PSOE, que como partido que ha gobernado «debería saber mejor que nadie hasta dónde se puede llegar y cuáles son los intereses de España en Estados Unidos en todos los ámbitos, desde los económicos hasta los de la seguridad nacional». «Hay que preservar las relaciones con la Administración norteamericana sin, por supuesto, abandonar nuestras obligaciones con México y con la comunidad latinoamericana. Pero hay discursos que harían saltar la relación con la Casa Blanca y que no arreglan los problemas que plantean algunas de las decisiones de Trump. Hay que actuar con cautela», recalcan en el entorno de Rajoy.
Por tanto, desde el Gobierno insisten en la «prudencia» y puntualizan que no van a reaccionar a todos los tuits de Trump. Recuerdan que la conversación que mantuvo Rajoy con Trump tras su elección fue «muy cordial», y fuentes oficiales confirmaron a LA RAZÓN que ya «ha habido contactos informales con parte de su equipo en la Casa Blanca por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación». Esos contactos han sido sobre la «situación general» y con el objetivo de empezar a trabajar en unas relaciones intensas y dentro de la «normalidad».
El Gobierno español también ha pedido ya el plácet para el nuevo embajador de España en Washington, el ex ministro de Defensa Pedro Morenés, y EE UU deberá designar embajador en España, quien, en todo caso, no llegará hasta después del verano, como ocurre siempre que hay un cambio en la Administración norteamericana. En cuanto a una posible entrevista de Rajoy con Trump, las fuentes consultadas explican que la clave está en si Trump decide venir a Europa a la cumbre de la OTAN en Bruselas, que está pendiente de que se concrete su fecha, y también a la reunión del G-20 en Hamburgo, prevista para principios de julio. En el caso de que el presidente norteamericano venga, que sería «lo normal», allí se produciría un primer saludo y encuentro. Pero no hay nada cerrado, ni siquiera la presencia de Trump en Europa.
Ayer, el portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, escenificó públicamente esta apuesta táctica por la prudencia al colocar el acento en la importancia de mantener una línea diplomática con la Administración Trump. «Vamos a dejar claros nuestros principios, pero sin pegar muchos gritos ni siendo muy estridentes».
En un desayuno informativo organizado por Europa Press, Méndez de Vigo explicó que el Gobierno cree que las relaciones internacionales se basan «en el mantenimiento de unos usos y utilizando la diplomacia, que para eso está». Por eso España no será tan dura contra Trump como lo han sido otros países: «Hay otros, en otras partes del mundo, que buscan hacer mucho ruido y nosotros buscamos hacer ese trabajo continuado y eficaz, diciendo las cosas como pensamos y contando con el respaldo de nuestra tradición histórica».
El Gobierno fija su estrategia atendiendo al principio de que para España es muy importante llevarse bien con sus socios y aliados, y colocando el subrayado en la idea de que el ejemplo a evitar es el del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. «Prejuicios ideológicos o singulares intereses electorales no pueden imponerse por encima del interés general». Se refieren a las consecuencias de la crisis con Washington por la decisión de Rodríguez Zapatero de no levantarse al paso de la bandera americana en el desfile del 12 de octubre. «Aquella situación se ha revertido y hay que intentar que no se repita». Esto no es «incompatible» con el llamamiento a que se recompongan las relaciones entre Estados Unidos y México, advierten fuentes oficiales.
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