Gobierno de España
Rajoy sopesa reunirse con Iglesias para rebatirle su plan de Gobierno
Moncloa valora la utilidad de mostrar que el líder popular no se niega a entrevistarse con nadie
Moncloa valora la utilidad de mostrar que el líder popular no se niega a entrevistarse con nadie
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, no cierra la puerta a una reunión con el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Al contrario. Moncloa ya ha trasladado acuse de recibo a la formación morada del documento para la negociación postelectoral que Iglesias anunció el lunes que remitía a todos los partidos, incluido el PP, aunque no haya puntos de acuerdo entre los dos. Iglesias también anunció en su comparecencia que en la ronda de contactos que iniciaba sobre la base de ese documento, como si también él fuera candidato a la investidura, establecía distintos niveles y no excluía al PP.
Este golpe de efecto se ha dejado sentir en el Palacio de la Moncloa y en la dirección del PP. Y ayer la impresión que trasladaban era de que Rajoy está valorando esa entrevista. Aunque no hay margen para buscar puntos de coincidencia, en la dirección popular creen que la imagen de Rajoy con Iglesias podría ser útil para apuntalar el mensaje de que el líder popular no se niega a hablar con nadie, aunque sea para argumentarle su «no» a sus planteamientos.
El presidente en funciones va a empezar ya a trabajar con su equipo en su discurso para la sesión de investidura del líder del PSOE, Pedro Sánchez. Y se apoyará en quienes han estado siempre en la elaboración de sus principales discursos durante la pasada legislatura, en la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; en el sociólogo Pedro Arriola; y en su gabinete.
Rajoy es consciente de lo que se juega en la réplica a la investidura de Sánchez, consiga o no el secretario general socialista la confianza de la Cámara para ser designado presidente del Gobierno. Si Sánchez tiene éxito, Rajoy habrá tenido delante su primera oportunidad para erigirse en la alternativa al «Gobierno radical y en manos de los independentistas» con el que el PP va a identificar a la coalición del PSOE con Podemos. Porque, al menos a día de hoy, la cúpula del PP insiste en que ésta es la única opción que tiene Sánchez para llegar a La Moncloa porque ellos no se van a mover del «no», pese a las presiones en favor de su abstención.
Si Sánchez fracasa en su investidura, el discurso de Rajoy tendrá el valor de primer acto de su campaña electoral para los nuevos comicios, con independencia de que él también intente su investidura, como ya ha anunciado que baraja hacer.
En estos momentos, la dirección popular tiene pendiente de ver cómo gestiona la continuidad del diálogo con Ciudadanos. Después del contacto entre Rajoy y Albert Rivera del pasado jueves, quedó en el aire la fecha para que los dos partidos pusieran en marcha comisiones de trabajo en la búsqueda de acuerdos. Ni Rajoy ni Rivera mostraron interés en su entrevista del jueves en dejar cerrada esa fecha para que se articulase la activación de los grupos de trabajo. Al final, es una relación que tiene más de simbólica que de útil en la práctica porque sin el consentimiento socialista no puede concluir en una alternativa de Gobierno, igual que ocurre, a la inversa, con la que mantienen los socialistas con Rivera. Desde la dirección popular subrayan, de hecho, que Ciudadanos es un partido no relevante porque su resultado electoral no le ha permitido ser bisagra, aunque esté jugando ese papel en el tablero electoral.
Mientras, el portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Rafael Hernando, volvió a insistir ayer en el lema de que Rajoy se presentará a la investidura si la de Sánchez resulta fallida, al tiempo que arremetió duramente contra el programa de Gobierno de Podemos porque supone un «ataque a las libertades del que no hay precedente». El PP utiliza la posición de Podemos para presionar al líder del PSOE y le insta a «retratarse» y no «guardar silencio». «Desde el minuto uno han jugado a blanquear sus propuestas», sentenció Hernando.
El PP considera «enormemente preocupante» la «ruptura de la soberanía nacional» por la que apuesta Podemos al defender un referéndum en Cataluña y la creación de un Ministerio de la Plurinacionalidad para llevar a cabo esa consulta. Y también censura que el partido de Pablo Iglesias pretenda que una «parte de los españoles decida si se rompe o no se rompe España, en un intento de desprestigiar, además, el trabajo de los constituyentes y que ha permitido que exista en el país el período más largo de libertad y prosperidad».
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