Elecciones generales
Ciudadanos centrará su campaña en el ataque a Rajoy
El equipo de Rivera prepara una estrategia que no sea a pie de calle: «Aunque lo intenta, no conecta en el tú a tú», dicen en su entorno
Su equipo prepara una estrategia que no sea a pie de calle: «Aunque lo intenta, no conecta en el tú a tú», dicen en su entorno
La relación de Albert Rivera con la gente de a pie no es demasiado cercana ni fluida. Así lo reconocen compañeros de partido que conocen bien al presidente de Ciudadanos. «Por más que lo intenta no lo consigue, es por su manera de ser; además, le gusta mantener cierta distancia con la calle», remacha la misma fuente. Ciertamente, al candidato naranja le cuesta mostrarse ante sus votantes como un político próximo. También se le nota. Claro. Sin duda, ésa fue una de las sorpresas que destapó la carrera hacia el 20-D, donde los focos estuvieron puestos a todas horas sobre su liderazgo emergente. De cara a la campaña en ciernes, y quizá por tratar de poner la tirita antes de hacerse la herida, en el entorno de Rivera empiezan a tapar ese hándicap tiñéndolo de natural prevención ante el «cabreo» de la gente por la repetición de las elecciones el próximo 26 de junio. De ahí que el partido naranja piense en una campaña sobre un atril, en recintos al aire libre, por supuesto, pero cerrados, y un buen número de apariciones televisivas. Porque delante de las cámaras, a juicio de sus estrategas, sí es el hábitat de Rivera y donde adquiere una dimensión especial para que sus mensajes calen. A fin de cuentas, además, la democracia de partidos torna cada día más en una «democracia de audiencia» en la que quienes llevan la batuta política no necesitan formaciones políticas que actúen de intermediarios, sino que se relacionan con los electores directamente a través de las televisiones.
Sea como fuere, C’s repite el mismo jefe de campaña, José Manuel Villegas y, junto al responsable de comunicación, Fernando de Páramo, vienen prometiendo una carrera a las urnas muy parecida a la que desembocó en el pasado 20 de diciembre. Una afirmación que ha sorprendido incluso en su organización, porque si bien fue un éxito la irrupción de Ciudadanos en el parlamento con 40 diputados, no es menos verdad que quedó como cuarta fuerza, lejos de unas aspiraciones iniciales que hablaban en privado de hasta 100 escaños y, en público, de pelear por la victoria con Rajoy y Sánchez. Sin embargo, aquellas expectativas fueron rebajándose tras una campaña que observadores bien informados han calificado como «llena de patinazos» y en la que los trackings privados fueron sentenciando una constante caída.
Así, un Rivera que alcanzó a mediados de noviembre pasado la primera posición en voto directo más simpatía con un 17%, unas escasas décimas delante del PP, a 3 puntos del PSOE y a 7 de Podemos; sin embargo, desde inicios de diciembre sólo pudo constatar una rodada cuesta abajo viendo que sus competidores se le distanciaban. De hecho, apenas un mes después, el 15 de diciembre, C´s estaba ya desfondado y a la cola con el 13,3% de los votos. La noche electoral logró el 13,9%. Si bien especialmente dolió el 13% obtenido en las provincias catalanas, donde sólo tres meses antes había hecho historia con el 18% de los votos de Inés Arrimadas.
Esta vez, sin gozar del efecto novedad y sabedor de que carece de un voto afianzado, sabiendo también que su partido tiene lo que suele llamarse «militancia líquida», es decir, que apenas goza de bases consolidadas en la mayoría de localidades de España, Rivera vuelve a la carretera para llegar el 26-J fiel a la metáfora ciclista abonada por sus próximos: como un corredor que va en el pelotón viendo en cabeza a PP, PSOE y Podemos, e incluso a Pablo Iglesias, con su amalgama de confluencias y con Izquierda Unida subsumida en la fórmula Unidos Podemos, por delante de Pedro Sánchez. Y esto, desde luego, sí es un motivo de preocupación para Rivera, que sabe que una campaña polarizada le pondrá en serios apuros.
El electorado de Ciudadanos, destacan desde la organización naranja, es particularmente sensible a las apelaciones al «voto útil». Saben que el PP va a exprimir al máximo la idea de «O nosotros o la extrema izquierda». «Yo soy optimista», le gusta repetir a Páramo. Otros, empero, tienen más dudas. Puestos los pies en la tierra y siendo indiscutible el tirón de Rivera, las quinielas internas a día de hoy son conservadoras y rondan los 42-45 diputados. Aunque, ojo, hay también quienes alertan de un retroceso en esta «segunda vuelta» hasta los 35 escaños. Intranquiliza (y de qué manera) que puedan perderse una parte de los diputados que C’s ganó en la pelea por el último escaño con Podemos por el efecto sumatorio de su coalición con IU. Según el entorno del líder de Ciudadanos, lo que toca ahora es acometer con firmeza contra Rajoy. Y en eso se está. Entre los asesores demoscópicos naranjas reina el convencimiento de que la opinión contra el líder popular aumenta cada día. De ahí que en estas semanas vayan a cimentar la certeza de que los votos de Ciudadanos no servirán para que gobierne el actual presidente. Con otro PP se puede llegar a acuerdos, con el de Mariano Rajoy, no; ésa es la línea argumental que van a seguir. El propio Albert Rivera soltó recientemente en privado esta ilustrativa sentencia: «Rajoy está cogido por Luis Bárcenas. Yo no puedo hacerle presidente del Gobierno».
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