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Sánchez busca la «vía 170» con los soberanistas para un pacto «anti-Rajoy»
Negocia una investidura con apoyo de CDC, PNV y CC y la abstención de ERC y Bildu para superar los 169 «noes» de PP y C’s
Negocia una investidura con apoyo de CDC, PNV y CC y la abstención de ERC y Bildu para superar los 169 «noes» de PP y C’s
Vuelta de tuerca en la estrategia de Ferraz. Como ya hiciera el miércoles con la fecha del Comité Federal, Pedro Sánchez decidió ayer adelantar cuál será la postura que defenderá ante los dirigentes de su partido en el cónclave del 1 de octubre. Si bien la posición exhibida por el secretario general no difiere en esencia de la mantenida hasta ahora, esto es, «no» a Mariano Rajoy y un llamamiento a las «fuerzas del cambio» para superar sus vetos, la decisión de filtrar que defenderá su intención de articular un gobierno «alternativo» no se encuadra dentro de la normalidad, pues Sánchez suele reservarse este tipo de anuncios para la inmediatez de su intervención ante el plenario. Además, el momento no es el más propicio: a nueve días del Comité Federal y, lo que es más importante, a sólo tres de las elecciones vascas y gallegas, este intento de trasladar el foco a la cuestión interna choca con la estrategia tradicional de la dirección federal.
Si bien esta posición no supone ninguna novedad en el fondo, el matiz surge en la forma, pues Sánchez adelanta sus intenciones pero no concreta con quienes aspira a materializarlas. Y esta ambigüedad alimenta las hipótesis y las suspicacias de los dirigentes territoriales. Aunque desde Ferraz intentan tranquilizarles, renegando de cualquier entendimiento con las fuerzas soberanistas, lo cierto es que en otros círculos ya se habla de la llamada «vía 170». Una entente de investidura que, explotando el sentimiento «anti-Rajoy», permitiría a los socialistas igualar los apoyos que obtuvo el candidato popular en su investidura fallida, imponiéndose en un voto a la negativa de PP y Ciudadanos (169). Esta tesis tendría un doble objetivo: por un lado, neutralizaría el argumento de que el PSOE debe abstenerse ante un PP que ha articulado una mayoría suficiente y, por otro, desde esta posición de relativa fuerza, en Ferraz esperan presionar a Albert Rivera –instalado por ahora en el «no»– para que, ante la disyuntiva de «gobierno regeneracionista o terceras elecciones», evite las urnas.
No obstante, la puerta del 170 sólo se abrirá con la llave del PSE-EE para la gobernabilidad del PNV en el País Vasco, es decir, si los socialistas son capaces por sí solos, sin la connivencia del PP, de hacer lendakari a Íñigo Urkullu. En este escenario, que contemplan las encuestas que maneja Ferraz, Sánchez podría sumar a los nacionalistas a la entente con Podemos. El acuerdo –aunque sea de mínimos– con la formación de Pablo Iglesias es la piedra angular de la estrategia, por lo que si el secretario general no es capaz de tejer esta complicidad antes del 1 de octubre, sus planes quedarían seriamente comprometidos. Sumadas las tres formaciones alcanzarían la pírrica cifra de 161 escaños –los mismos que Sánchez e Iglesias aglutinaban por sí mismos en diciembre, cuando el PSOE desechó la idea bajo el argumento de que la «izquierda no suma»–, ahora, sin embargo, no habrá reparos para mirar a la derecha y a partidos de controvertida ideología. Para llegar a 170 diputados, los socialistas necesitan el favor de la antigua Convergència y de Coalición Canaria y la actitud permisiva –si no afirmativa de ERC–.
No obstante, lograr el apoyo de los soberanistas podría contravenir la resolución del Comité Federal, muy tajante con la prohibición de alcanzar acuerdos con quienes defienden la ruptura. En este punto se vuelve a apelar al fin supremo que une a estos partidos: su animadversión hacia el PP y Rajoy. Si en Cataluña la independencia ha sido capaz de unir a la derecha burguesa y los anticapitalistas, el veto a Rajoy podría hacer lo propio y que los secesionistas olvidaran por unos momentos, mientras presionan el botón en la investidura, sus aspiraciones soberanistas. Este escenario es visualizado en los territorios críticos como la antesala de la guerra, pues por un acuerdo con los soberanistas «no estamos dispuestos a pasar». No obstante, desde otros territorios afines al secretario general se desliza la idea de rebajar las líneas rojas que marcó el Comité Federal del 28 de diciembre y dejar las manos libres al secretario general para «explorar todas las posibilidades».
La otra vía paralela que se explora, y que internamente no tendría contestación, incluye a Ciudadanos. Sin embargo, los de Rivera siguen manteniendo viva su relación con Rajoy, aunque ésta comience a hacer agua. Sumar a los naranjas le facilitaría los números a Sánchez, por eso aspira a albergar una suma suficiente que presione a C’s para virar el sentido de su voto, del «no» a la abstención condicionada, y evitar así que los socialistas se escoren demasiado a la izquierda en su alianza con la formación de Iglesias.
Los nacionalistas
- «Echar a Rajoy», prioritario
Francesc Homs ha antepuesto «echar a Rajoy» sobre el referéndum, aunque considera que la consulta es «básica» en cualquier negociación.
- Sólo abstención
Joan Tardá es contrario a facilitar con un «sí» la investidura de Sánchez si no permite el referéndum, pero podría abstenerse para frenar a Rajoy.
- País Vasco, clave
La correlación de fuerzas en el País Vasco será decisiva a nivel nacional, pues el PNV podría favorecer tanto una candidatura de Rajoy como de Sánchez, en función de los resultados.
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