Barcelona
«Señora Colau, soy Miquel y quiero ser militar. No me gusta la guerra, pero todos sabemos que el Ejército es necesario»
«Preferimos que no haya presencia militar». Con este crudo gesto se dirigió la alcaldesa Ada Colau a dos uniformados que se acercaron a saludarla en el Salón de Enseñanza de Barcelona. LA RAZÓN habla con uno de los 1.500 jóvenes que han pasado al día por el stand de Defensa para orientar su vocación hacia la que considera «una profesión más»
LA RAZÓN habla con uno de los 1.500 jóvenes que han pasado al día por el stand de Defensa para orientar su vocación hacia la que considera «una profesión más»
Desde muy pequeño ya tenía claro que cuando fuese mayor quería enfundarse un uniforme, aunque al principio no sabía bien cuál elegir. «Primero me gustaba ser Policía, pero desde hace unos años me di cuenta de que lo mío era el Ejército». Serio y convencido, Miquel Arruga, un joven de Sabadell (Barcelona) de 18 años, no duda a la hora de reconocer su vocación apenas un minuto después de abandonar el stand que el Ministerio de Defensa tiene en el Salón de la Enseñanza de Barcelona. Sale de informarse, de resolver sus dudas, «sobre todo lo relacionado con las pruebas físicas y psicotécnicas», cuenta acompañado de su padre, Juan Manuel, a quien le parece «muy bien» que su hijo se decante por la carrera militar: «Como si quiere ser médico», afirma. Y es que Miquel ya ha tomado la decisión y a finales de mayo, en el próximo ciclo de selección para cubrir las 1.500 plazas que se ofertarán para las escalas de Tropa y Marinería, «me presentaré seguro».
Pese a tenerlo tan claro, este joven aprovechó la presencia del stand de las Fuerzas Armadas en el Salón para tener todo bien atado antes de que salgan las plazas. «En cuanto me enteré que estaban aquí decidí venir para informarme», comenta mientras destaca que le parece «normal» que los militares tengan un espacio para dar a conocer su oferta educativa y de formación. «Es una opción más y no sólo se trata de armas», dice. Y reconoce abiertamente que la presencia militar en la Feria «tiene que seguir».
Después de haber hablado largo y tendido con uno de los uniformados que trabajan en el stand, Miquel sale igual de ilusionado, pero reconoce que «tendré que currármelo mucho y dedicarle bastante tiempo» a la preparación, porque «por lo que me han dicho hay mucha práctica, pero lo conseguiré». Y no es de extrañar que reconozca ese esfuerzo que tendrá que hacer, ya que su objetivo no es otro que la Infantería de Marina, la unidad de élite de la Armada Española: «Siempre me ha gustado y es lo que quiero intentar conseguir». Pero esa vocación, al contrario que a muchos otros, no le viene de familia. «No tengo nadie en la familia que haya sido militar. Fue un amigo de mi entrenador el que me explicó un día cómo era esto, porque él sí que tenía familiares en el Ejército». Y desde ese día supo que lo suyo era lo castrense.
No apoya el rechazo de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a la presencia de las Fuerzas Armadas en este espacio que reúne a más de 250 expositores, cada uno con sus diferentes ofertas educativas, y en el que «los militares son una opción más». Incluso agradece tanto el tiempo que le han dedicado como el trato recibido pese a la avalancha de estudiantes que esperaban su turno. No entiende esa fobia y no dudaría en decirle a Colau: «Sí, quiero ser militar». De hecho, ni sus propios amigos critican sus aspiraciones, aunque «sí que hay quien hace alguna broma, pero la mayoría me anima y dice que puede ser una gran experiencia».
Y a la vocación de este joven que acaba de estrenar la mayoría de edad, se une el apoyo de su padre. Por un lado, defiende y considera necesaria la presencia del stand del Ministerio de Defensa y, por otro, reconoce que, pese a que «a ninguno nos gusta la guerra, todos sabemos que el Ejército es algo necesario», ante lo que lanza un reto a la alcaldesa de Barcelona: «Que vaya ella a las misiones humanitarias».
Tras charlar con LA RAZÓN, padre e hijo se van sin apenas mirar otros expositores. Él sale sonriente, folleto en mano y con la ilusión de convertirse algún día en un infante de Marina. Quizás si el deseo de la alcaldesa de Barcelona de sacar de esta Feria a las Fuerzas Armadas se hubiese hecho realidad, lo hubiese tenido más complicado. Él y los otros 1.500 jóvenes que, de media, pasan cada día por este stand en el que, en letras grandes, se remarcan los valores que definen a las Fuerzas Armadas: valor, sacrificio, superación, lealtad, honradez, solidaridad, compañerismo, respeto... Ni un arma ni exaltación de ellas en todo el lugar. Sólo folletos, tablas, escalas y flechas, las que señalan todas las opciones que los jóvenes tienen para formarse en los dos Ejércitos o la Armada, como quiere Miquel.
Lo que es vocación para Miquel es una opción más a tener en cuenta para otros estudiantes que, a día de hoy, valoran diferentes posibilidades sobre su futuro. Muchos, eso sí, aún tienen tiempo para decidirse, como David, de 15 años y de Barcelona, quien asegura que «todavía no sé muy bien qué hacer... me gusta todo lo relacionado con la imagen y el sonido, pero también me atrae el Ejército, porque en mi familia hay militares y siempre lo he tenido ahí». Por eso «me he acercado a preguntar a qué edad me puedo presentar, qué bachillerato necesito y qué se puede hacer ahí dentro. Yo lo veo como una profesión más».
Carla Hernández, de 16 años, también salía de pedir información en el stand junto a otras tres amigas. «A mí es que me gusta el Ejército», asegura, recalcando que «el de Tierra, el de Tierra, pero no sé si finalmente me decidiré». Eso sí, ve normal su presencia en el Salón porque «es una profesión necesaria», lo mismo que opina su amiga Andrea, de 16 años, para quien es «un oficio normal» que «me interesa y no se puede menospreciar». Mientras, Kiara, de 17 años, se decanta por el momento «por la Policía, que me gusta más», pero es esa diversidad de opciones que ofrece el Salón la que le ha permitido «informarme de cómo ingresar y qué estudios se pueden hacer en las Fuerzas Armadas».
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