Cataluña
Puigdemont, el protagonista ausente de una recepción con el 155 de fondo
Moncloa asume que si el Govern responde que no ha declarado la independencia se volvería a antes del pleno que aprobó la desconexión.
Moncloa asume que si el Govern responde que no ha declarado la independencia se volvería a antes del pleno que aprobó la desconexión.
La Fiesta Nacional se convirtió ayer en estandarte de firmeza y unidad frente al desafío soberanista. La masiva afluencia que se produjo tanto en el desfile como en la posterior recepción en el Palacio Real se antojó un símbolo de rechazo a quienes promueven la ruptura, que solo se vio empañado por el trágico accidente de un Eurofighter en el que perdió la vida su piloto y que obligó a Mariano Rajoy y a la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, a abandonar precipitadamente la recepción. Una movilización sin precedentes para un 12 de octubre, con más de 1.500 asistentes, que lo convirtieron en el acto más concurrido desde la proclamación del Rey Felipe VI. Si bien las invitaciones que se cursaron no variaron en exceso respecto a citas precedentes, este año la respuesta desbordó las previsiones iniciales. «Han sido más los que han querido demostrar con su presencia su respaldo al Estado», comentaban desde la organización. Aunque no estaba entre los invitados, Carles Puigdemont fue el protagonista de la jornada. La situación que vive Cataluña y las posibles salidas al pulso que el president mantiene con el Gobierno capitalizaron los corrillos. A pesar de lo enconado de la situación, varias de los asistentes coincidieron en una sensación de «optimismo» y «esperanza», poniendo en valor la distensión que se ha producido en los últimos días tras la masiva fuga de empresas, el discurso del Rey, la manifestación por la calles de Barcelona en favor de la unidad y el requerimiento de Moncloa al Govern.
«Estamos mejor que ayer y peor que mañana», resumía un miembro del Ejecutivo, dando a entender que aunque el conflicto «va a ser largo» se están dando los pasos precisos para avanzar en su resolución. En el ánimo de todos los presentes está evitar la aplicación del artículo 155, una medida que «no sería deseable» –para un ex presidente socialista– y que «no es tan evidente que vaya a suceder», en opinión del líder de la oposición. «Los únicos que quieren que se aplique son Puigdemont y Rivera», resumió Pedro Sánchez. La respuesta de Puigdemont al requerimiento se da por hecha, aunque nadie se atrevió a hacer un pronóstico, y se espera que lo dilatado de los tiempos que se ha dado a la Generalitat abunde en una resolución positiva. En cualquier caso fuentes gubernamentales explicaron que la «pelota está en el tejado del Govern» y que de contestar negativamente al requerimiento sobre si se ha declarado o no la independencia, la situación volvería «a la casilla de salida», esto es, al paso previo al «pleno folclórico» del 6 y 7 de septiembre cuando se aprobaron las leyes de ruptura. «Ahora estamos en un escenario previo, en caso de que se responda que no se ha declarado la independencia no se activaría la segunda parte».
También hubo coincidencia en resaltar el acertado papel que están jugando tanto el Gobierno como el principal partido de la oposición en esta crisis. El pacto entre PP y PSOE para aplicar el 155 y promover una reforma de la Constitución fue valorado positivamente por una y otra parte, destacando que «traslada una imagen de seriedad institucional» y «tranquilidad a la ciudadanía» frente al desafío a la legalidad.
A las ausencias habituales de los presidentes de Cataluña y País Vasco se sumó la de la regidora de Navarra. Tampoco estuvo Pablo Iglesias, como en ediciones precedentes. Sí estuvo Albert Rivera, que conversó durante el desfile con Pedro Sánchez, pero que en la recepción no captó tanta atención como en anteriores ocasiones. Sí lo hizo el líder del PSOE, que volvía a un 12 de octubre después de su etapa fuera de la dirección socialista.
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