Barcelona
Terror de emociones
Younes Abouyaaqoub es un ciudadano español de 22 años. Es nuestro vecino, nuestro amigo, nuestro compañero de equipo de fútbol, nuestro alumno del colegio.
Younes Abouyaaqoub es un ciudadano español de 22 años. Es nuestro vecino, nuestro amigo, nuestro compañero de equipo de fútbol, nuestro alumno del colegio. Younes no es un ser ajeno a nuestra sociedad, a nuestra vida diaria, a nuestra cultura, incluso a nuestra estética. No es un marginal, ni siquiera un marginado. Nadie le ha dejado al margen. Nadie lo ha abandonado. Había estudiado gratis en buen colegio público y en un buen instituto; había disfrutado de ayudas sociales; había gozado de uno de los mejores Estados del Bienestar del mundo occidental. El joven Younes incluso había disfrutado de los símbolos de la riqueza y la opulencia con los que sueñan cualquier joven de su edad. Incluso había llegado a disfrutar un BMW que arruinó tras un accidente de tráfico haciendo trompos. Younes tuvo la vida y las oportunidades con las que soñaron sus abuelos y sus padres, que lo trajeron de Marruecos a España cuando apenas tenía cuatro años.
¿Por qué Younes nos asesinó? ¿Por qué se subió a una furgoneta y sembró el terror en la comunidad que le había dado todo? ¿Por qué quiso matar y por qué quiso morir? ¿Cuál era la fuente de su odio? El terrorismo contemporáneo es irracional. Resulta complejo encontrar certezas y evidencias científicas en un mundo que se mueve por emociones, percepciones, sentimientos y frustraciones. No existen indicadores para medir la falta de vinculación emocional, el resentimiento, los complejos, las expectativas incumplidas, o incluso el aburrimiento.
Ningún indicador socioeconómico sirve para explicar la matanza de este joven. Ningún análisis histórico o geoestratégico puede aportar las claves de la sinrazón del comando de adolescentes enloquecidos que ha asesinado a 15 ciudadanos en Cambrils y Barcelona. Ni siquiera una interpretación religiosa equivocada, tergiversada y manipulada por parte de un imán enfurecido aporta elementos de claridad a esta compleja ecuación.
La lucha contra el terrorismo contemporáneo se ha adentro por completo en el ámbito de la ya manida “postverdad”. No importan las verdades objetivas, los indicadores, los hechos. Lo que mueve a la acción más exaltada son las las emociones y las subjetividades que se perciben de los hechos. Por eso, grupos extremistas y violentos como Estado Islámico han generado una red de medios propios pensada para cabalgar la ola de los sentimientos, generar frustraciones irracionales e inventar enemigos imaginarios. La narrativa puesta en marcha por Daesh desde mediados de julio de 2014 no ha dado tregua. 39 productoras audiovisuales, una productora de videoclips musicales, una radio, un departamento de infografías y una agencia de noticia que han generado y distribuido por las redes sociales más de 10.000 campañas de comunicación destinadas a que jóvenes como Younes sintieran la necesidad de asesinar a sus vecinos.
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