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Los independentistas intentan boicotear la marcha por la unidad
Barcelona clama contra el terrorismo a pesar de la división de banderas y lemas y los pitidos al Rey en una manifestación que fue masiva pero no dio la imagen que se esperaba
Barcelona clama contra el terrorismo a pesar de la división de banderas y lemas y los pitidos al Rey en una manifestación que fue masiva pero no dio la imagen que se esperaba.
Barcelona debía ser ayer un clamor contra el terrorismo después de los atentados ocurridos en la Ramblas y Cambrils. Pese a que durante días se ha insistido en ofrecer una imagen de unidad y con el grito unánime de «No tinc por» («No tengo miedo»), la manifestación ha sido una mezcla de banderas y lemas, con un tono excesivamente politizado.
Según la Guardia Urbana, un total de medio millón de personas ocuparon todo el Paseo de Gracia de Barcelona, desde los Jardines de Gracia –lugar en el que se iniciaba la marcha– hasta la plaza Cataluña, a muy pocos metros de las Ramblas, el escenario del ataque terrorista que costó la vida a 13 personas el pasado 17 de agosto. La marcha, que desbordó el centro de la ciudad, debía ser un ejemplo de unidad institucional y social, pero no fue así. El Rey Felipe VI, el presidente del Gobierno Mariano Rajoy y sus ministros fueron recibidos entre abucheos y pitos por una minoría que seguía instrucciones soberanistas, a diferencia de los aplausos con los que se dio la bienvenida al presidente de la Generalitat Carles Puigdemont. En este sentido, tanto Puigdemont como la alcaldesa de Barcelona Ada Colau quisieron quitar importancia a estos abucheos. Para el presidente de la Generalitat, «la libertad de expresión por encima de todo. Pero tampoco lo tenemos que magnificar», dijo en declaraciones a Catalunya Ràdio al preguntársele tras la manifestación qué le han parecido los pitos a Felipe VI. En este sentido, añadió que «la gente se ha expresado con libertad, con convivencia y con paz» y dijo que lo que más le gustó es lo que definió como un clamor inequívoco y transversal a favor de la paz. Asimismo destacó que ese clamor tiene mucho que ver, no sólo con Barcelona, sino con Cataluña: «Cómo queremos construir esta Cataluña del futuro, una Cataluña absolutamente comprometida con la paz».
Pese a todo, en el ambiente planeaba esa sensación de que la tregua política de los últimos días, la unica que se materializó el día después del atentado en Barcelona con un masivo minuto de silencio, empezó ayer a resquebrajarse. El día antes de la manifestación, entidades como la Asamblea Nacional Catalana u Ómnium llamaban a sus simpatizantes a mostrar públicamente su rechazo a la presencia del Rey en Barcelona, incluso culpándolo indirectamente de los atentados.
Desde una hora antes de iniciar su marcha, los barceloneses empezaron a acercarse al Paseo de Gracia, una vía que estuvo blindada por los Mossos, la Guardia Urbana y la Policía Nacional. En las calles laterales se empezaban a repartir algunos de los lemas que podían llevar los manifestantes: desde «No tinc por» a «No a la islamofobia». Pero a medida que se iba adentrando en la manifestación comenzaban a notarse las diferencias en lo que parecía una guerra de banderas y lemas, mezclándose las españolas con las independentistas. Algunas llevaban crespón negro y otras tenían eslóganes en favor de la paz, pero los independentistas también repartieron lemas para que fueran bien visibles en la marcha, como «Felipe, quien quiere la paz no trafica con armas» o «Mariano, queremos paz, no vender armas». Algunos de estos últimos asistentes procedían de una marcha alternativa que poco antes habían organizado los antisistemas de la CUP.
Hubo aplausos para los representantes de los Mossos d’Esquadra, servicios de emergencia y representantes de las Ramblas que encabezaron la manifestación, aquellos que han vivido en primera persona la tragedia provocada por los ataques terroristas.
Los gremios de floristas y mercados de flores se encargaron de repartir 70.000 rosas de distintos colores entre quienes se acercaron al Paseo de Gracia para mostrar su rechazo contra el terrorismo.
Quienes también fueron aplaudidos en no pocas ocasiones fueron los representantes de las comunidades islámicas en Cataluña. «Amor para todos» o «Soy musulmán. Hazme una pregunta» proclamaban en sus pancartas, una invitación a los ciudadanos a apoyar a un colectivo que también como víctima ha padecido el terrorismo en primera persona.
Antes de acabar la manifestación, cerca de una hora después de su arranque, se celebró un breve acto en la plaza de Cataluña para concluir la masiva manifestación, protagonizado por la actriz Rosa Maria Sardà y la portavoz de Ibn Batuta, Míriam Hatibi, quienes hicieron lecturas de textos en memoria de las víctimas y en contra del terrorismo. Dos violonchelistas tocaron como colofón «El cant del ocells» de Pau Casals. No fueron pocos quienes continuaron la manifestación por las Ramblas donde todavía hoy son visibles las cicatrices que ha dejado la tragedia.
En otro de los escenarios de estos días, en Ripoll, Haifa Oukabir, hermana de Moussa Oukabir, abatido por los Mossos tras el atentado en Cambrils, y de Driss, en prisión por su presunta pertenencia a la célula yihadista, habló de «dolor compartido» en la concentración contra el terrorismo que se celebró ayer en esa localidad. «Los musulmanes que vivimos en Ripoll y en Cataluña no podemos agradecer más las muestras de apoyo. El dolor es compartido, todos hemos llorado», dijo.
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