España
Ultimátum de Rull y Turull a Junqueras: investidura o urnas
Negocian con el ex vicepresident en Estremera, mientras Puigdemont mantiene el pulso en Bruselas
Jordi Turull y Josep Rull han realizado un periplo por las prisiones de Soto del Real y Estremera para «dar todo su apoyo» a Oriol Junqueras, Jordi Sánchez, Jordi Cuixart y Joaquím Forn. Eso han dicho ellos mismos en las redes sociales, pero además de realizar una visita para reconfortarlos, Turull y Rull han ido a negociar con el líder de ERC, Oriol Junqueras. Hasta ahora estas negociaciones con ERC y la CUP no han avanzado, a pesar de que dirigentes de ambas formaciones se han desplazado a Bruselas para mantener reuniones, por separado, con Carles Puigdemont. Por eso, los ex consejeros del gobierno de Puigdemont, y por ende los máximos representantes del PDeCAT en su candidatura, han ido a Estremera como embajadores plenipotenciarios del líder de JxC para negociar con Junqueras, a falta de un mejor interlocutor en la formación republicana. Bajo el brazo, los hombres de Puigdemont, llevaban tres carpetas: Mesa del Parlament, investidura y gobierno. Y además, dos anexos: la posible dimisión de los diputados retirados en Bruselas y el también posible boicot a la constitución del Parlament. Algunas fuentes han interpretado este movimiento como un «ultimátum» a ERC si quiere evitar las elecciones.
Poco se sabe de las conclusiones de este encuentro que se enmarca en la estrategia negociadora de Puigdemont de «mantener a todos los interlocutores en vilo». Puigdemont no despeja la incógnita sobre su futuro a pesar de las presiones de Esquerra Republicana, aunque fuentes de su entorno recuerdan que sólo se plantea la vuelta a España «si es elegido presidente», como dijo «durante la campaña electoral». El líder independentista no despeja a conciencia está gran incógnita que mantiene un bloqueo sobre la situación y lo hace «para forzar escenarios». Además, lanzando este mensaje deja implícito «que si no es investido, bloquea el proceso y aboca a nuevas elecciones».
Sobre la Mesa del Parlament, Puigdemont exige que haya una mayoría independentista descartando la posibilidad de negociar con los Comunes, cuestión que sí contemplan los republicanos. Sus preferencias para la presidencia siguen concentrándose en Carme Forcadell, que no se ha mostrado muy predispuesta a reeditar su presidencia por la querella que pende sobre su persona, aunque no se descartaría la figura de Carles Mundó, ex conseller de Justicia, que es el candidato de ERC. Para cuadrar los números, en el seno del independentismo se plantea la posibilidad de que los cuatro diputados «residentes» en Bruselas cedan su puesto en la lista para evitar sorpresas. El líder de Demòcrates y diputado en las listas de ERC Antoni Castellà ha propuesto que dimitan y que se incorporen a posteriori al nuevo gobierno, como fórmula para vencer las resistencias de algunos de los «exiliados» que temen por su manutención y por el coste de su defensa.
Sobre la investidura, en Junts per Catalunya siguen planteando la fórmula del plasma «sin ningún plan B», es decir, sin abrir la posibilidad de que haya otro candidato. La investidura telemática ha sido rechazada por la mayoría de grupos. Esta posibilidad requiere de un cambio en el reglamento y, por tanto, es fundamental el control de la Mesa. La entrada de Xavier Domènech daría al traste con este control y de ahí la negativa de Puigdemont a negociar con los Comunes. Además, los morados no quieren oír ni hablar de una investidura del candidato Puigdemont por ser el candidato «de la derecha».
Con esta fórmula de «las lentejas, o las tomas o las dejas», Puigdemont trata de convencer a los republicanos –incluido al propio Junqueras– bajo el chantaje de forzar unas nuevas elecciones. Por su parte, los antisistema de la CUP se mantienen en terreno neutral a la espera de acontecimientos, pero estarían dispuestos a dar su apoyo a una mesa monocolor independentista, pero no a un gobierno que no asumiera la vía unilateral, cosa que, de momento, Puigdemont no ha descartado, mientras Junqueras y ERC aceptan mantenerse en el marco constitucional abriendo una negociación bilateral con el gobierno de Madrid.
En cuanto al gobierno, Junts per Catalunya ofrece la reinstauración del «gobierno legítimo», sin trascender su composición, aunque no se prevén muchos cambios. En este punto, se abren los anexos. Si la resistencia de sus socios independentistas se hace numantina, Puigdemont no descarta con bloquear la constitución del Parlament con un llamamiento a la ausencia de los diputados contrarios al 155. Es decir, el bloqueo. La situación es tal que desde Junts per Catalunya se critica con dureza a ERC: «No pueden imponer nada porque han quedado terceros, tras romper la unidad del frente independentista», un tácito recuerdo a su negativa a repetir la fórmula de Junts pel Sí.
Ahora todas las miradas de los secesionistas se concentran en el día 11. Este jueves declaran ante el juez Llanera Jordi Sánchez, Jordi Cuixart y Joaquím Forn. Sus esperanzas de que salgan de prisión son más bien escasas y, seguramente, requerirá de un nuevo análisis. Sin embargo, en el entorno de Puigdemont se contempla como una nueva oportunidad «para plantar cara» al Estado y «forzar de nuevo la situación». Y también el día 15, cuando el TSJ hará pública la sentencia del «caso Palau». En el PDeCAT tratan de pasar de puntillas, pero a nadie se le escapa que Artur Mas está en una posición más que delicada y «deberá pedir disculpas y seguramente retirarse», apuntan fuentes del partido que recuerdan que Marta Pascal, la coordinadora general, no era ni militante en el momento de los hechos. Sí eran miembros de la dirección del partido Jordi Turull y Josep Rull, que estaban citados a declarar, como testigos, y se retiraron tras conocer que los principales imputados iban a reconocer los hechos investigados, o sea, la financiación irregular de CDC. La sentencia no será un tema baladí ante la constitución del Parlament porque se producirá 48 horas antes.
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