El desafío independentista
Red de «embajadas» para un fracaso internacional
La Generalitat cuenta con hasta 13 delegaciones y más de 50 oficinas sectoriales que no han servido para limitar el desapego exterior al «procés»
La Generalitat cuenta con hasta 13 delegaciones y más de 50 oficinas sectoriales que no han servido para limitar el desapego exterior al «procés».
La inauguración en soledad por parte del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, de la «embajada» catalana en Dinamarca es el último hito dentro de la colección de fracasos que acumula el independentismo. Ninguna de las iniciativas que han impulsado en los últimos años ha recibido respaldo internacional, ni en EE UU ni en Europa. Y tampoco ha habido ningún pronunciamiento institucional que rompa con el mensaje del Gobierno español de que una Cataluña fuera de España la dejaría también fuera de la UE.
Esta realidad deja más en evidencia el dinero que la Generalitat ha ido sustrayendo de sus Presupuestos para alimentar una red internacional que no le ha servido para limitar el desapego exterior al «proces». Hay hasta 13 delegaciones de la Generalitat en el exterior: Wahington (EEUU, Canadá y México), Londres (Reino Unido e Irlanda), París (Francia), Berlín (Alemania), Bruselas (UE), Viena (Austria), Roma (Italia), Lisboa (Portugal), Rabat (Marruecos), Varsovia (Polonia), Copenhague (Dinamarca), Ginebra (Suiza) y Zagreb (Croacia)
En el caso de la supuesta Delegación de la Generalitat en Rabat, creada por Decreto en 2015, no tiene ni actividad ni sede conocida, quedando únicamente la oficina de Acción en Casablanca como representante del Gobierno catalán para cuestiones empresariales.
La Generalitat también se ha ocupado de tejer una amplia red de oficinas sectoriales de carácter comercial, cultural o de promoción del turismo, de naturaleza más informal. En concreto, tiene 34 Oficinas de Acció para promover la internacionalización de las empresas catalanas; 4 oficinas del Instituto Ramón Llull para promover la lengua y la cultura catalanas en el exterior; 4 representaciones sobre el terreno de la Agencia de Cooperación al Desarrollo Catalana; 11 oficinas de la Agencia Catalana de Turismo; 5 oficinas del Instituto Catalán de Empresas Culturales para promover la internacionalización de las empresas culturales catalanas, dando apoyo a la difusión, distribución, promoción y establecimiento de conexiones entre empresas extranjeras y catalanas; y el DIPLOCAT, que aunque está en Barcelona es la organización que promueve la mayoría de las actividades con contenido político.
Además de las actividades en Marruecos, Acció también tiene oficinas en Teherán (Irán), Dubai (Emiratos Árabes) y Estambul (Turquía). El independentismo busca tejer contactos y hacer negocio en países árabes, aunque luego colabore en la manipulación de las complicadas relaciones con estos países al alentar algunos de los lemas que politizaron la manifestación contra el terrorismo celebrada en Barcelona, tras los atentados del 17 de agosto. La Generalitat, por tanto, no ha tenido en cuenta esas consideraciones en su decisión de buscar beneficios económicos con las dictaduras del Golfo. «Vosotros las políticas, nosotros los muertos», decía la pancarta que acompañó al Rey Felipe VI y a otras autoridades durante esa marcha. Cuando los hechos y las propias políticas de la Generalitat son los primeros que desnudan la farsa de algunas protestas.
En diciembre del pasado año el Constitucional propinó un varapalo a la acción exterior de Cataluña al suspender las competencias de la Consejería de Exteriores que dirige Raül Romeva. El Alto Tribunal estimó parcialmente el recurso presentado por el Gobierno contra la Ley catalana de Acción Exterior y de Relaciones con la UE, por lo que anuló sus preceptos siempre y cuando su aplicación invadiese competencias estatales.
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