El desafío independentista
Usan a menores como «piquetes»
Desde niños en las vías del tren hasta otros en mitad de la carretera
En Cataluña se ha podido ver a niños, algunos de muy corta edad, portando pancartas o cortando carreteras con motivo de la huelga general convocada por el sindicato minoritario Intersindical-CSC
Asociaciones independentistas volvieron a usar a menores para portar pancartas de apoyo a los «presos políticos». La huelga fracasa con un seguimiento mínimo.
Jornada de huelga ayer en Cataluña que supuso más «ruido» mediático que seguimiento efectivo en la que el independentismo volvió a demostrar su voluntad de llevar a un nuevo nivel de amoralidad la máxima de que «el fin justifica los medios». Como demuestran múltiples fotografías, durante las movilizaciones secesionistas se utilizó a menores como escudos humanos para bloquear vías de acceso, llevar pancartas y otros trabajos de apoyo encaminados al éxito del paro convocado ayer por la Intersindical CSC y por entidades y colectivos sociales para pedir la excarcelación de los ex consellers y los líderes de ANC y Òmnium Cultural.
No es la primera vez que el secesionismo utiliza a menores en sus acciones estratégicas de movilización política. En los días inmediatamente anteriores al primero de octubre, Sociedad Civil Catalana recibió centenares de denuncias en las que se alertaba de que institutos por toda Cataluña estaban pidiendo autorizaciones a padres de alumnos para que estos asistieran a manifestaciones contra los registros que estaba realizando la Guardia Civil para impedir la celebración del referéndum ilegal. «Necesitamos que autoricéis a vuestros hijos e hijas si creéis que es importante que hagamos sentir y defender la democracia y la libertad», rezaba la misiva.
El mismo primero de octubre, las cámaras captaron a menores utilizados por sus propios padres como protección ante las cargas policiales. Uno de estos casos tuvo lugar frente a un colegio en Sant Juliá de Ramis, el centro donde estaba previsto que votara el propio Puigdemont. Un agente de la Guardia Civil se vio obligado a proteger a un niño cuando su padre, independentista, participó en uno de los enfrentamientos con las fuerzas del orden con su hijo sobre los hombros. Este mismo martes, ocho profesores de Seo de Urgel (Lérida) declararon ante el juez por un presunto delito de incitación al odio al haber «humillado e insultado» a un alumno por ser su madre guardia civil.
José Manuel Aguilar es psicólogo forense y está considerado como la primera autoridad en nuestro país sobre manipulación en menores y ancianos. Para Aguilar, los sucesos que tuvieron lugar ayer en Cataluña apuntan de manera clara a una «instrumentalización» de los niños que se vieron involucrados en estos episodios por parte de sus padres, que los habrían utilizado en servicio de sus propios ideales políticos. «Todo acto de los padres es un acto educativo que inculca valores», explica. Aguilar llama la atención asimismo sobre la posibilidad de que estemos también ante casos de negligencia por parte de los padres al exponer a los niños a riesgos innecesarios. Otro punto que puede también tener un impacto a nivel psicológico en los menores es el hecho de que participar en estas protestas políticas «señala» a los niños con una inclinación política que puede ser fruto más adelante de problemas y conflictos con otros grupos.
Juristas consultados por este diario confirman que los piquetes y cortes de de vías de comunicación son un delito en sí mismo
–concretamente una modalidad de coacción– y que si se utilizan menores para llevarlos a cabo se podría estar ante una importante circunstancia agravante si queda demostrado el abuso de autoridad por parte del padre o tutor del menor. «Del mismo modo que la legislación sobre protección de menores estipula limitaciones para, por ejemplo, utilizar niños en anuncio publicitario, en casos como el de ayer con más razón», explican las mismas fuentes.
Las sospechas de hartazgo en el independentismo comenzaron a cobrar forma ayer en la huelga general. Siguen haciendo mucho ruido, sin duda, pero las señales son cada vez mayores y, salvo los exabruptos del president cesado desde la Generalitat, Carles Puigdemont, el resto de fuerzas soberanistas, como ERC, se baten discretamente en retirada. La huelga general de ayer dio buena cuenta de ello. Más aún si se compara con el «paro de país» del 3 de octubre, justo después de la detención de los «jordis». Así, Barcelona vivió ayer una doble realidad. En el interior de la ciudad poco o nada se diferenciaba la jornada de un día laborable cualquiera. Los comercios abrieron y el transporte público funcionaba casi en su totalidad. En el exterior, sin embargo, la capital catalana estaba poco menos que incomunicada. Los manifestantes cortaron carreteras, vías e incluso el AVE.
A lo largo de la jornada se produjeron momentos de tensión con los Mossos d’ Esquadra sin llegar a incidentes graves. Interior había dado instrucciones de evitar situaciones de violencia y la policía catalana empleó «la fuerza mínima indispensable» para enfrentarse a piquetes que ejercían resistencia pasiva en algunas concentraciones, sobre todo en las carreteras cortadas. De ahí que se vivieran algunos momentos tensos entre los agentes y las personas que querían ir a trabajar. Más de uno increpó a los policías por no actuar con suficiente contundencia.
La huelga convocada por el sindicato minoritario Intersindical CSC, y sin el apoyo de UGT o CC OO, provocó afectaciones en el tráfico a partir de las seis de la mañana. Los manifestantes escogieron bien sus objetivos y fueron a por la NII y la AP-7, que cruzan Cataluña de punta a punta, y lo hicieron por los extremos, en el Ebro y en el Empordà. A estos cortes se sumaron una treintena más colapsando los accesos a Barcelona. Sobre las ocho de la mañana se produjo una enorme invasión en la estación del AVE de Gerona para cortar la circulación de trenes. Por la tarde, le llegó el turno de Barcelona, cuando un grupo de estudiantes bloqueó las vías de la estación de Sants, impidiendo que ningún tren de las líneas R1, R3 y R4 de Cercanías ni del AVE pudiera entrar o salir de la estación. La invasión de vías provocó el cierre de accesos toda la tarde e impidió todas las salidas hasta las 21:30. La Policía sólo recurrió al uso de la fuerza para establecer un cordón de seguridad.
Mientras, a mediodía, unas 8.000 personas se concentraban en la plaza de Sant Jaume para protestar contra el encarcelamiento de «presos políticos» y para pedir el retorno del «gobierno en el exilio» de la Generalitat, muchas menos que en cualquier otra movilización de este tipo. De hecho, las patronales situaron el seguimiento de la huelga en poco más del 4,3%.
En la misma línea se pronunció el secretario general del Ministerio del Interior, Juan Antonio Puigserver, encargado de gestionar la Conselleria de Interior, quien aseguró que el seguimiento se situó en niveles «residuales» excepto en la educación, con un 31,5%.
No menos importante es la foto de este usuario con un niño que viste una estelada en mitad de las vías del tren.
Otros pintan murales también en mitad de la carretera.
Y por último algunos padres que pasan de la educación de sus hijos para llevarlos a la huelga.
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