Extrema izquierda
«Víctor me dijo que el hombre con el que había hablado le dijo “fascista” por llevar tirantes con la bandera de España»
Cinco testigos del asesinato de Laínez achacan a motivos ideológicos la agresión. Un acompañante del antisistema Rodrigo Lanza admitió a la Policía que conocían su «ideología neonazi»
Cinco testigos del asesinato de Laínez achacan a motivos ideológicos la agresión. Un acompañante del antisistema Rodrigo Lanza admitió a la Policía que conocían su «ideología neonazi».
Cinco testigos de la agresión mortal a Víctor Laínez por parte del joven antisistema Rodrigo Lanza, en la madrugada del pasado día 8 en un bar de Zaragoza, achacaron la misma a motivos ideológicos en sus declaraciones ante la Policía. El más contundente explicó horas después del incidente a los agentes de la Brigada de Información de la capital aragonesa que el propio Laínez, simpatizante falangista, le comentó quince minutos antes de ser golpeado por la espalda que «el varón con el que había hablado (el propio Lanza) le había dicho “fascista” por el hecho de llevar unos tirantes con los colores de la bandera nacional». Según consta en el atestado policial, al que ha tenido acceso este periódico, este testigo se mostró «seguro» de que la agresión se produjo «por motivos ideológicos, además de que la víctima se lo comentó cuando le dijo que le había dicho fascista por llevar los tirantes con los colores de la bandera de España». Además, uno de los tres acompañantes del joven anarquista –que la juez envió a prisión el pasado jueves a instancias de la Fiscalía y de la acusación particular que ejerce el abogado Juan Carlos Macarrón en representación de la familia de Laínez– aseguró a la Policía que «alguien conocido les había dicho semanas antes» que ese «señor de alrededor de 60 años, calvo, con perilla y barriga sentado al lado de la barra» cuando entraron al local alrededor de las dos de la madrugada «tenía ideología neonazi».
Este testigo, quien dijo conocer a Lanza desde hace «dos o tres meses», aseguró que se encontró con él esa noche «por casualidad» cuando estaba por la zona de Heroísmo con dos chicas. Anarquista como él, declaró que les unía «la misma ideología y los mismos espacios, si bien no los métodos». Para él, la discusión también comenzó por motivos ideológicos, aunque matizó que «la cosa no hubiera llegado a mayores si el señor les hubiera dejado irse a sus casas».
Según explicó, tras hablar «unos cinco minutos» con Laínez, Lanza regresó «muy enfadado y les dijo que le había insultado llamándole algo así como “puto sudaka” y que se volviera a su país». El acompañante del agresor es el único que mantiene, como el presunto autor de la agresión, que Laínez llevaba «una navaja o cuchillo», un arma blanca cuya existencia no consta para la magistrada que tomó declaración a Lanza y ordenó su ingreso en prisión. Ninguno de los demás testigos hacen referencia alguna a ese hecho. «Ni entre las pertenencias de la víctima ni en la escena del delito –señala la Policía en el atestado– se ha hallado navaja alguna o cualquier otro tipo de arma blanca».
El testigo a quien la víctima comentó que Lanza le había llamado «fascista» contó a los agentes que cuando el grupo de Lanza salió del local Laínez «marchó detrás», desconociendo si le dijeron algo al irse del bar. Al momento, cuenta, «entró Víctor tranquilo» y tras él su agresor (reconocido después fotográficamente como el joven antisistema por varios testigos presenciales), «quien le golpeó por la espalda» con un objeto contundente «cayendo Víctor al suelo desplomado y cuando se encontraba en el suelo el agresor le dio una fuerte patada en la cabeza para posteriormente agacharse y seguir dándole puñetazos en la cabeza, viendo cómo sangraba por oídos, boca y nariz».
«¡Eso no, eso no!»
Otro de los testigos declaró ante la Policía que la víctima «se encuentra en todo momento tranquilo, sin meterse con nadie», solo en la barra en la zona de paso de camareros. Uno de los clientes que se encontraba en el bar «El Tocadiscos» también corroboró que la agresión tuvo un componente ideológico, «ya que la víctima llevaba los tirantes con la bandera de España» e incluso un móvil con «el águila del régimen de Franco». Este testigo vio a Laínez «tirado en el suelo convulsionando» y pensó que le había dado un infarto. Cuando se acercó a ayudar, vio a su agresor «encima del hombre desplomado». Tras soltarlo y levantarse, recuerda, le dio «una tremenda patada en la cabeza». En ese momento, añade, «el dueño del bar empezó a gritar “¡eso no, eso no!». Al acercarse para auxiliarle, el agresor y su acompañante «salieron corriendo». Según otro testigo, el dueño del bar salió de la barra para intentar detener los golpes, pero «los agresores lo empujaron y lo tiraron al suelo» y huyeron del lugar.
Una de las acompañantes del supuesto agresor explicó a los agentes que tras esa conversación con Laínez, Lanza les contó «que él mismo le había recriminado que estuviese en esa zona, que no le gustaba que hubiese personas de ideología nazi en ese barrio», a lo que la víctima habría replicado con un «insulto por su nacionalidad chilena». Esta testigo dijo que, cuando salían del local, escuchó a su amigo gritarle «muy alterado» a Lanza: «¡Rodri, para qué lleva una navaja!».
✕
Accede a tu cuenta para comentar