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Carlos González: “Nada de lo que realmente necesita un bebé se anuncia en la tele”

Carlos González: “Nada de lo que realmente necesita un bebé se anuncia en la tele”
Carlos González: “Nada de lo que realmente necesita un bebé se anuncia en la tele”larazon

Carlos González, (Zaragoza, 1960) es, casi con total seguridad, el pediatra que muchas madres quisieran tener a mano cuando llega un bebé a casa y tienes: crisis de lactancia, cólicos, no duerme...Sus respuestas, plasmadas en sus numerosos libros, dan a miles de mujeres una tranquilidad que no tiene precio. Es el pediatra del sentido común, el que te dice que sí, que cojas al bebé en brazos porque sí, se va a acostumbrar...a lo bueno. Que vicio no es estar en brazos, vicio es fumar. Gran defensor de que las madres sigan su instinto está en el “bando” de no hacer sufrir a los niños entrenándolos para dormir (método Estivill/Ferber).

-Nace un bebé y el mundo se revoluciona para toda la familia y, muy especialmente para la mamá. ¿Cuál es el escenario ideal de salud y bienestar que debería suceder a partir del minuto cero de salir del útero materno?

-Pero qué pregunta, ¡por favor! La respuesta corta es “mucho cariño”. La respuesta larga es demasiado larga, necesariamente incompleta, en muchos aspectos insegura, y precisaría una previa definición de los términos “ideal”, “salud” y “bienestar”. Probablemente la respuesta incluiría unos padres cariñosos (entre sí y con el bebé), un estado fuerte y democrático que garantiza el derecho y la libertad, suministro de agua potable, vivienda digna, ingresos familiares suficientes, lactancia materna, seguridad alimentaria, alcantarillado, vacunas, poca desigualdad social y económica, buenas escuelas, ausencia de tabaco, alcohol y otras drogas... Vaya, me sorprende ver que casi nada de la lista de cosas realmente importantes se anuncia por la tele. De hecho, la misma tele tampoco está en la lista. Insisto, seguro que me dejo fuera cientos de cosas. Y, en último término, puede que reducir las emisiones de CO2 y revertir el cambio climático sea la única cosa realmente importante que deberíamos hacer por nuestros hijos y que no parece que vayamos a hacer.

-La lactancia está de nuevo ganando puntos en España pero deja de ser todavía el modelo principal de alimentación en los primeros seis meses del bebé. ¿Por qué las españolas no amamantan hasta los seis meses (según las recomendaciones de la OMS)?

-La verdad es que ni se sabe; no tenemos estadísticas fiables sobre la duración de la lactancia materna. Hay muchas madres, tal vez cada vez más, que dan el pecho dos o tres años o más, pero también hay muchas que no llegan ni a dos meses, y muchas que dan el pecho menos tiempo del que ellas mismas hubieran deseado. Entre las causas, falta de información y apoyo, falta de formación e interés de algunos profesionales sanitarios, cuestiones sociales y laborales...

- Aparte de los opinólogos varios tipo madre, suegra, cuñada, vecina...sigue existiendo una notable falta de formación en lactancia por parte de los sanitarios. Médicos que recomiendan dar el pecho pautando las horas, enfermeras que sugieren que la madre no tiene demasiada leche, ginecólogos recomendando a madres con leves depresiones que mejor den el biberón para poder descansar...¿Esto cómo podemos permitirlo? Pero, sobre todo, ¿qué podemos hacer para solucionarlo?

-Por una parte hay que mejorar la formación, algo que ya se ha empezado a hacer en muchas facultades y escuelas. Las generaciones anteriores, a menudo mal formadas (yo mismo recibí exactamente diez minutos de clase sobre la lactancia materna en la facultad de medicina) se pondrán al día si tienen interés... o no se pondrán al día. Hay que comprender que un profesional de la salud tiene que actualizarse en muchos campos; puede considerar que es más importante estudiar “avances en el tratamiento de la neumonía” que “lactancia materna”.

Pero, sobre todo, es una cuestión social. Precisamente porque en sus estudios no les hablaron apenas de lactancia materna, los médicos y enfermeras que dan consejos sobre el tema (o sobre crianza de los niños, brazos, sueño, disciplina...) probablemente se están limitando a repetir lo que han oído “por ahí”. Tu doctora o enfermera tal vez te esté diciendo sobre estos temas lo mismo que tui cuñada o tu peluquera... sencillamente, ninguna ha estudiado sobre ello. Los consejos mejorarán (están ya mejorando) a medida que cada vez más profesionales hayan dado el pecho ellas mismos o sus esposas.

-Dar lactancia a demanda lleva parejo normalmente el colecho, algo que sigue también sin ser entendido. Muchas familias que colechan los hacen a escondidas porque casi todo el mundo lo critica. Que si mimados, que si en el futuro tendrán graves trastornos psiquiátricos...Así en pocas líneas, ¿qué pueden aducir estas familias para defenderse de estas afirmaciones que carecen de toda evidencia científica?

-Que no hagan caso. Son tonterías. Cuando doy una conferencia sobre estos temas, suelo preguntar al público: “Hay alguien aquí que, de niño, nunca durmió en la cama con sus padres”. Suelen levantar la mano menos del 10% de los presentes. Los otros son los que recuerdan haber dormido con sus padres; es decir, los que todavía dormían con sus padres a los tres años o más. Porque el que sólo durmió con sus padres hasta el año y medio, evidentemente no se puede acordar. Vamos, que prácticamente todos hemos dormido con nuestros padres, y ya ves, aquí estamos: con estudios, con trabajo o algún medio de vida, casados o arrejuntados, con casa, con hijos (supongo que los que no tienen hijos no leen esta entrevista). Hemos salido bastante normalitos.

Y por eso, porque casi todos hemos dormido con nuestros padres, me asombra especialmente que la gente pueda creerse esas amenazas apocalípticas, “no dormirá nunca”, “no saldrá nunca de vuestra cama”, “tendrá problemas psiquiátricos”... Comprendo que alguien te pueda engañar sobre temas que no conoces; si un presunto experto dice por la tele que los tigres tienen cinco patas, pues tal vez alguien se lo crea, porque no hemos visto tigres de cerca ni nos hemos parado a contarles las patas. Pero que te digan que “si lo metes en tu cama, no saldrá nunca”, ¿cómo puedes creerte esa estupidez, si recuerdas perfectamente que dormiste con tus padres, y que te gustaba, y has salido?

-El apego del bebé a la madre y de la madre al bebé es lo que hacen todas las mamíferas. La ciencia ha demostrado que es lo mejor para el desarrollo cognitivo para ambos. Para la madre porque le hace liberar oxitocina (bueno, por otra parte para que el útero termine de contraerse) y para el bebé porque le hace sentirse con apego seguro. Esto suele traducirse en lo que las abuelas llaman “mamitis”. Por lo tanto la mamitis es buena, ¿cierto? Y, ¿hasta qué edad es buena esa mamitis?

-Habría que definir “mamitis”, voz que la Real Academia todavía no recoge. Google me ofrece una definición (no sé de dónde la sacan), “apego excesivo de un niño a su madre”. Y claro, si la definición es esa, pues no es bueno, porque por definición es “excesivo”. El problema es si la gente saber distinguir lo “normal” de lo “excesivo”.

Lo normal es que un niño pequeño quiera estar con su madre a todas horas (sí, a todas horas), que llore cuando su madre se aleja, que pida brazos y consuelo después de una breve separación, que se consuele rápidamente en brazos de su madre, que muestre habitualmente una clara predilección por su madre (más que por su padre o abuelos). Lo normal es que toda la vida ame a su madre, aunque durante la adolescencia a veces intente disimularlo, y que toda su vida la llame o visite con frecuencia (si no es que la vida le arrastra a vivir muy lejos).

Habitualmente, si a un niño pequeño no le duele nada, en brazos de su madre se consuela con bastante rapidez. “Consolarse” no significa “deja de llorar y lo puedo dejar en la cuna o irme de la habitación”, sino “deja de llorar mientras lo tengo en brazos o estoy a su lado, y se pone a llorar si lo dejo en la cuna (si es un bebé pequeño) o si me voy de la habitación (si es algo mayor)”.

Pero los niños con apego inseguro del tipo resistente a menudo no se consuelan con su madre, sino que lloran y lloran y lloran. Con uno o dos años, después de una breve separación, les cuesta mucho, calmarse y bajar al suelo y jugar felices. Si a esto le llaman “mamitis”, pues de acuerdo, no es muy normal. Tampoco es una enfermedad mental; un niño puede llegar a ministro o a director de banco aunque haya tenido un apego inseguro con su madre. El apego inseguro resistente se suele presentar cuando, a lo largo del primer año, la respuesta de la madre ha sido inconsistente: el niño llora, y a veces le hacen caso, pero otras veces le dejan llorar, le ignoran. “Si sólo me hacen caso la mitad de las veces, tendré que llorar el doble”.