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Homocisteína: El aminoácido que anuncia el ictus y el infarto
La Medicina ha encontrado un nuevo marcador vascular. Pese a la falta de estudios definitivos, en una analítica de sangre, un aumento de la homocisteína puede predecir el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular. Las personas con antecedentes, que sufran obesidad y de mayor edad deben vigilar sus niveles para evitar sustos fatales
Indicios de que algo va mal en el organismo, hay muchos. Pero, la Medicina busca hechos, no indicios, factores que revelan qué ocurre en el organismo. Uno de los últimos en llegar ha sido la homocisteína, un aminoácido que se libera cuando el cuerpo digiere ácido fólico y otras vitaminas del grupo B, que la ayudan a descomponerse en el organismo. Los científicos han descubierto que un descontrol o alteración en sus niveles en sangre puede revelar la predisposición a sufrir un ataque cardíaco.
Pese al «boom» de los estudios hace unos años, y que se examinaran entonces los niveles de homocisteína en todas las analíticas de rutina, hoy ya sólo se aplica en pacientes que pueden desarrollar enfermedad cardiovascular precoz, sobre todo en arterias coronarias (AC) y en ausencia de otros factores de riesgo. Esto se debe a que de momento no se ha establecido un vínculo causal pero existen evidencias de que demasiada homocisteína podría dañar la capa interna de las arterias y promover la formación de coágulos sanguíneos.
Así lo manifiesta Almudena Castro, presidenta de la sección de Cardiología preventiva y rehabilitación de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), quién explica que «éste ha sido un tema controvertido desde principios de los años 60, cuando se empezó a ver relación entre la hiperhomocistinemia y la enfermedad vascular. Desde entonces se han publicados estudios a favor de esta relación y investigaciones en contra. Recientemente se han publicado dos grandes estudios en el ‘‘Journal of the American College of Cardiology'', en los que el aumento de homocisteína en sangre se relaciona claramente con más eventos cardiovasculares. Por lo que en la actualidad, la hiperhomocistinemia se vuelve a colocar como un factor de riesgo cardiovascular».
La homocisteína se encuentra implicada en el desarrollo de la arterosclerosis, un proceso por el cual se van produciendo unas placas de sustancias grasas y minerales en las paredes de las arterias, que las endurecen y obstruyen de forma progresiva. También parece ser que este amnioácido afecta a la sangre, de forma que las plaquetas se vuelven más adhesivas y, por lo tanto, favorecen la formación de coágulos. Éstos puede llegar a obstruir completamente las arterias o las venas impidiendo la circulación de la sangre, lo que da lugar a las trombosis y otros accidentes vasculares. Algunos científicos creen que la homocisteína también reduce la flexibilidad de las arterias y de las venas, mediante el impedimento de su dilatación cuando lo necesitan. Varios estudios también han puesto de manifiesto que las personas con niveles elevados de homocisteína en la sangre también tienen otros factores de riesgo asociados como son hipertensión o niveles altos de colesterol.
Uno de los motivos por los que ya no se realiza de forma regular en una analítica de un paciente sin riesgo ni precedentes vasculares es porque «su examen resulta caro. Además, en patologías como la hipertensión arterial (HTA) se ha retirado de las analíticas porque no se ha visto útil. Ya con los marcadores clásicos se predice el 50 por ciento de los accidentes cardiovasculares y por ello se busca su control. Es considerado un nuevo biomarcador, pero se necesitan más estudios para avalar su utilidad», apunta Ramón Estruch, consultor senior en el Departamento de Medicina Interna del Hospital Clínic, profesor asociado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, y miembro del comité directivo del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CiberObn).
En este sentido, Castro puntualiza que «resulta importante aclarar que este factor de riego es raro y que lo importante es crear conciencia sobre la relevancia del control de los factores de riesgo clásicos antes comentados, muchísimo más frecuentes en nuestra población». Asimismo, estudios de la publicación «Journal of American Medical Association (JAMA)» avalan esta teoría. Los niveles de homocisteína en sangre se asocian positivamente con la enfermedad cardiovascular, pero no está claro si la asociación es causal, de acuerdo a la información de respaldo del artículo.
Un metaanálisis de estudios prospectivos indican que, después de ajustar los factores de riesgo conocidos, a quienes tenían un 25 por ciento más baja la concentración de homocisteína normal se asoció con un riesgo 11 por ciento menor de enfermedad coronaria y el riesgo de 19 por ciento menor de accidente cerebrovascular. «La suplementación diaria de ácido fólico por lo general disminuye los niveles de homocisteína en un 25 por ciento, y la adición de vitamina B12 los reduce otro 7 por ciento», escriben los autores. Otra investigación ha sugerido que la suplementación con ácido fólico puede ofrecer un efecto protector contra el ictus.
Vigilancia especial
El peso, además de ser un marcador tradicional, también influye en la relación con los niveles del aminoácido y sus fatales consecuencias, como concluye un estudio del CiberObn. Éste manifiesta que los pacientes que presentan hiperhomocisteinemia, altas concentraciones del aminoácido homocisteína en sangre y un índice de masa corporal elevado, tienen más riesgo de sufrir un ictus criptogénico, es decir, de causas desconocidas. El estudio, liderado por la doctora Dolores Corella en colaboración con Amparo Vayá, del Hospital La Fe de Valencia, ha constatado que el sobrepeso empeora los marcadores de trombosishemostasis –capacidad del organismo para detener los procesos hemorrágicos– y su asociación con el riesgo de ictus.
Otro grupo de riesgo lo constituyen las personas de edad avanzada. Un trabajo, publicado en «Neurology», concluye que esta población con niveles bajos de vitamina B12 en sangre puede ser más propensa a perder células cerebrales y desarrollar problemas cognitivos.
Fácil tratamiento
Combatir y prevenir las consecuencias de la alteración del aminoácido es fácil. La hiperhomocisteinemia y la obesidad se pueden revertir a través de una alimentación adecuada, y con la toma de suplementos de ácido fólico y vitaminas del grupo B, como la B12. Desde el CiberObn, se aboga por la dieta mediterránea como medida preventiva contra todo tipo de ictus porque se sabe que la dieta mediterránea es una dieta saludable que disminuye la consecución de infartos de miocardio así como de infarto cerebral, aunque se desconocen los motivos exactos. «Además, conviene destacar, también, que consumir gran cantidad de verduras y frutas que son ricas en ácido fólico, varias raciones al día de otros minerales protectores, vegetales, cereales integrales, frutos secos diariamente ya que aportan vitamina B6, y pescado varias veces por semana disminuye el riesgo de sufrir ictus», concluye Corella.
Los estudios se suceden. Así, «Stroke: Journal of the American Heart Association» dio a conocer una investigación en la que se revelaba que el folato y la vitamina B6 podrían ayudar a combatir la enfermedad cardiovascular al disminuir los niveles de homocisteína. Hiroyasu Iso, director del estudio, afirma que podría conducir a la prevención de la enfermedad cardiaca. Las fuentes de folatos incluyen los vegetales y las frutas, así como los cereales integrales o enriquecidos, los cereales fortificados, las judías y todo tipo de legumbres.
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