Artistas
José Sazatornil «Saza»: «Había muchos guapos pero pocos Saza»
Es uno de los más grandes secundarios del cine español, pero prefiere definirse como un hombre «normal» que sigue amando su profesión
Su palabra fetiche es «normal». Saza se considera un tipo normal (normal y tranquilo) y me lo repite casi en cada respuesta, como si quisiera convencerme de algo que siempre he tenido a la vista, aunque tengo para mí que quien alardea de normalidad a veces suele ser el tipo menos normal del mundo. También responde muchas veces con un «no sé» que yo intuyo más próximo a la prudencia que a la ignorancia o la duda. Es un cómico a la vieja usanza que me recuerda a Martínez Soria (Saza trabajó en su compañía de teatro) cuando me decía que, para evitar deserciones en el patio de butacas, lo práctico era no declararse hincha de ningún equipo de fútbol y menos manifestarse a favor de una opción política determinada. –Saza, LA RAZÓN regala el próximo viernes «Las secretarias», dirigida por Pedro Lazaga en el 68...–Pues no crea usted que me acuerdo mucho de eso. Sé que yo era don Mariano, uno de los jefes, y que la película tuvo éxito.–Despiden a una de las secretarias y se arma el lío en la oficina...–Sí, el lío, porque entonces no se podía hablar de huelgas. Las secretarias deciden no dejarse pisotear. Ya empezaban las mujeres a rebelarse aquí también. –¿Y a usted eso que le parece?–Pues muy bien. A mí todo me parece muy bien. Yo me fijo mucho en las mujeres, a veces con pena porque el tiempo pasa y uno...Me han gustado las mujeres guerreras y si además eran guapas, mejor. Pero no he sido mujeriego, ¿eh?–¿Qué le gusta de ellas?–Todo lo que las distingue de nosotros. Me gusta la diferencia.–Trabajó en «Las secretarias» con Sonia Bruno, Teresa Gimpera, Mary Francis, la Polaca...–He trabajado con muy bellas actrices, pero nunca he sido ligón en los rodajes. Siempre he sido simpático, agradable y un caballero.(Charlamos en el café del Círculo de Bellas Artes a la hora en que las señoras piden té con pastas y Saza, una tónica. Tiene 84 años. Le digo que lo veo más delgado y me dice: «Mejor, ¿no?». Quizá sea la cara más reconocible y original del cine español: todo en ella es pura exageración, aunque con la edad los rasgos parecen haberse dulcificado. Pero ahí está el bigotito fino y los ojos saltones, la mandíbula sobresaliente y la nariz ganchuda. Una cara multiusos, como una navaja suiza. En el bolsillo de la chaqueta azul de hilo asoma un pañuelo. Ha llegado a la cita diez minutos antes; es inimaginable un Saza impuntual o descortés; tampoco me lo puedo imaginar hablando mal de alguien o contando frivolidades; el hombre que tanto nos ha hecho reír es uno de los cómicos más serios de España, creo. Serio, prudente, normal y formal).–Han dicho de usted que es uno de los mejores secundarios de la historia del cine español.–No me importa nada lo que digan, para bien o para mal.–Quizá le hubiera gustado ser una estrella...–Yo he estado y estoy bien considerado en la profesión y con eso me conformo. Soy eso que llaman un actor de prestigio, que es más que ser una estrella, al menos para mí. Una estrella puede ser fugaz.–No me diga que no le hubiera gustado ser guapo...–Nunca lo he pensado. Quizá si hubiera sido guapo habría trabajado menos. Mis características físicas me han ayudado. Había muchos guapos, pero no muchos Saza. Yo era único para una serie de papeles.–Se le considera uno de nuestros grandes cómicos, un genio de la interpretación. –No me veo así. Uno no se ve. Uno se entera por el espejo, que es el público, los directores, los periodistas. Uno se entera por los otros.–Después de hacer 110 películas, ¿qué aprende uno del cine?–No sé cuantas he hecho. Sólo sé que han sido muchas. ¿Lo que he aprendido? Disciplina y entrega. Como dijo un célebre actor norteamericano, esto consiste básicamente en llevar tus líneas aprendidas y procurar no tropezar con el decorado.–Un grupo de rock le dedicó un tema que lleva su nombre.–No lo recuerdo, pero si usted lo dice... La popularidad siempre la he llevado bien. Me gusta que la gente me quiera, que me reconozcan por la calle, oír eso de «¡hombre, Saza!». Pero la popularidad nunca me ha distraído del trabajo.(Un día dieron erróneamente la noticia de su muerte: un fallecido en accidente de tráfico se llamaba igual. Dice que no se enfadó, que en seguida se aclaró todo y le resucitaron. No piensa en la muerte. No es un hombre miedoso. «Sólo normal, simpático y alegre». Se lleva bien con todos los compañeros, «con todos absolutamente, porque yo iba al rodaje, hacía mi trabajo y no participaba de los chismes ni de las fobias»).–Ha hecho de todo. ¿Echa de menos algún papel?–No me queda nada por hacer, creo. No tengo nada pendiente.–Bordó aquel empresario catalán de «La escopeta nacional», de Berlanga. ¿Está deseando que se apruebe el Estatut?–No sé qué es el Estatut. No lo he leído. Nunca he sabido nada de política. No he tenido interés en ella. Quizá porque jamás he entendido muy bien lo que pasa y las cosas que dicen los políticos.–Ahora, los actores hablan mucho de política...–Me parece muy bien que se expresen. Allá cada uno. Yo he preferido siempre trabajar y callar.–En el 68, el Vaticano recomendaba a sus fieles el método Ogino. No sé si usted es creyente...–Sí, soy creyente, siempre lo he sido. Pero, hablando de estas cosas, ahora recuerdo lo que alguien me dijo una vez: «Un actor no debe tener nacionalidad, ni religión, ni ideas políticas, ni dignidad, ni dinero, ni años». Eso como actor, ¿eh? Luego, en su fuero interno, cada uno es cada uno.–Y ahora, ¿qué hace, cómo vive?–Vivo muy bien. Escribo cosas que luego rompo, leo, hago recados. Ahora trabajo mucho ordenando papeles: recuerdos y facturas, ya sabe. Soy muy ordenado. Y escucho propuestas de cine. No me he retirado. Yo estoy dispuesto a seguir trabajando hasta el final.–No tiene vicios. Ni mujeres, ni tabaco, ni whisky. ¿Qué ha hecho para divertirse?–Trabajar, trabajar y trabajar. A mí me ha divertido trabajar, porque me gusta ser actor, ¿sabe? Lo soy desde los 13 años.–Y los 84, ¿es una buena edad para...?–No tengo edad. Un actor no tiene años, ¿recuerda? –Ya: no tiene años y es normal. ¿Sabe por qué es tan normal?–Porque mi padre era muy normal y me educó bien.(Saza no tiene nostalgia de nada. Si le llaman del cine, acudirá. Y si no, seguirá haciendo recados y ordenando facturas. Un tipo normal, ya ven).
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Pasividad ante la tragedia