Estreno
CRÍTICA DE CINE / «La voz dormida»: Es la guerra otra vez
Dirección: Benito Zambrano. Intérpretes: María León, Inma Cuesta, Marc Clotet, Daniel Holguín, Ana Wagener. España, 2011. Duración: 128 minutos. Drama.
Tenían razón en el pasado Festival de San Sebastián, donde la cinta fue estrenada y hubo prácticamente unanimidad sobre ella: «La voz dormida» es una película maniquea.Y punto, o casi, por desgracia. Una nueva película sobre la contienda civil (y, en este caso, también la posguerra), dirán algunos, y con motivo, donde los buenos (que muchos sabrán a qué bando pertenecen) son mejores y hasta más guapos y los malos (relean el paréntesis anterior), auténticos cafres, unos animales. Que la novata María León (que tiene una gran y almodovariana vis cómica pero resulta igualmente eficaz en el drama) posea esa encantadora gracia natural que Dios le ha dado para la interpretación desde la primera hasta la última escena no resulta suficiente (sobre la actuación de otros integrantes del elenco preferimos no decir nada), porque la historia, basada en la novela homónima de Dulce Chacón, sobre dos hermanas que las pasan realmente canutas durante la contienda, no ha resistido bien su traslado a la gran pantalla: hay algo en la ambientación que parece un poco falso, envarado, o que la hace tener el aspecto de una simple, aunque muy honrosa, «tv movie», según se mire. A pesar de que Benito Zambrano (cuyo mejor título continúa siendo «Solas», con la que debutó hace ya doce largos años) la intente empapar de sentimiento, peca en ocasiones de frialdad por su puesta en escena; sin contar con otro problema añadido: la sensación a «déjà vu», o sea, que lo que va aconteciendo frente a nuestros ojos lo hemos visto y oído ya. Quizá el fallo radica, no en volver una vez y otra a tratar aquel lamentable, triste y violento periodo de nuestra historia, sino en hacerlo con producciones de calidad bastante moderada (pensemos cuántas cintas realmente grandes pueden adscribirse a este subgénero patrio) que no aportan nada nuevo de la misma. La sensación del viejo disco rayado, para que nos entendamos.
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