Ministerio de Justicia
Serrano: «Prefiero ser un abogado libre a un juez esclavo del miedo»
Sevilla- «Me abandono y confío en Dios» es la frase con la que el que fuera juez de familia de Sevilla, Francisco Serrano, describió ayer su reacción ante la sentencia del Tribunal Supremo (TS) que le condena a diez años de inhabilitación por cambiar el turno de custodia de un niño para que éste saliera de paje en «El Silencio», al entender que hubo en estos hecho un delito de prevaricación judicial dolosa. Esta decisión, que lo aparta de la Judicatura definitivamente, ha supuesto tanto para Serrano como para su familia y entorno una etapa «muy dura», aunque se muestra convencido de que con la ayuda de la «providencia» todo se solucionará.
Éstas fueron algunas de las reflexiones que desarrolló el ex magistrado en una rueda de prensa que compartió con su abogado, Miguel García Diéguez, para dar su versión de la sentencia del TS y adelantar cuál será su futuro tras ser retirado del cargo que ostentaba desde 1998. «Me han apartado de juez pero no de la Justicia, pues a partir de ahora ejerceré como abogado, especialmente dedicado a defender la igualdad y el interés superior del menor», dijo Serrano, cuyo letrado también señaló que recurrirán la decisión del TS ante el Tribunal Constitucional, que valoran pedir el indulto, como propuso el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) tras inhabilitarle por dos años en octubre de 2011, y que llegarán al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo si fuera necesario.
Una caída en desgracia que no le sorprende toda vez que asegura que éste no es más que el fin de un plan urdido por el «lobby de género» porque sus sentencias y posturas como juez de familia no agradan a este colectivo, que el 24 de diciembre de 2009 «anunció que pedirían al Consejo Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) mi expulsión de la carrera judicial, por mi parcialidad en el ejercicio profesional». Este grupo presentó su decisión «justo al día siguiente de que Inmaculada Montalbán, vocal del CGPJ y presidenta del Observatorio de Violencia, a título personal, hiciera unas declaraciones en las que advertía de las posibles responsabilidades en que podría haber incurrido por las críticas a la ideología de género y sobre los efectos perversos que estaba produciendo la Ley de Violencia, incluso contra las mujeres maltratadas», explicó Serrano.
Desde ahora, ya consumada esta «amenaza», según él, asegura que prefiere «ser un abogado libre a un juez esclavo del miedo y de la presión política». Aunque el fallo supone el fin de una trayectoria iniciada en 1990, sí se muestra satisfecho de la respuesta y de la reacción de la opinión pública, que le apoya y le anima. «No creo que haya jueces prevaricadores a los que paren por la calle para felicitarle y darle ánimos», una postura distinta a la que supone tendrán en el lobby feminista, que «habrá brindado con champán al conocer la sentencia». Por contra, sí dice contar con el apoyo de los jueces cuya «intranet arde».
Pese a todo lo sucedido, Serrano, que dice sentir «pena y desilusión», mantiene que volvería a actuar de la misma manera que la mañana del Martes Santo de 2010, momento en el que afirma que era el único juez que estaba trabajando además del de guardia. «Lo hubiera hecho de nuevo, totalmente, porque era mi obligación», aseguró Serrano, quien se confiesa creyente y hermano de una cofradía. A la par, concretó que ser hoy «juez de familia es una profesión de riesgo si no estás contaminado por esa ideología de género». Un ámbito del que asegura ser uno de los mayores expertos a nivel nacional, por lo que tiene previsto publicar un libro en septiembre.
Por su parte, García Diéguez calificó de injusta la sentencia y criticó duramente que el TS enviará a los medios de comunicación la semana pasada una nota de prensa para explicar su decisión «como si la sentencia no fuera suficientemente clara», a la par que recordó que la Fiscalía del TSJA retiró los cargos contra Serrano tras tres días de juicio y no planteó ninguna petición de condena por los cargos de prevaricación culposa o imprudente, aunque la Fiscalía del Supremo sí impugnó la condena y recurrió la sentencia por este delito.
Sobre la sentencia del TS, el letrado hizo algunas apreciaciones en las que explicó que la decisión del cambio de custodia se toma sobre la base de «razones de urgencia», una competencia que está «avalada dos veces por la Audiencia Provincial de Sevilla, que no es un juzgado de un pueblo». Quiso conluir recordando que seis de los once magistrados que han tenido relación con el caso respaldan la decisión de Serrano, por lo que dijo que «por números vamos ganando».
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