Nueva York
El hundimiento del «Lusitania» crimen de guerra
Hacia las dos de la tarde del 7 de mayo de 1915, el buque de pasaje británico "Lusitania"recibía el impacto de un torpedo disparado por un submarino alemán, hundiéndose en apenas veinte minutos con el doloroso balance de 1.200 muertos, muchos de ellos ciudadanos norteamericanos. La tragedia condujo a una fuerte corriente de opinión a favor de la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.
El "Lusitania"era un barco de 30.000 toneladas, potente, veloz y con capacidad para 2.300 pasajeros. Su construcción estuvo subvencionada por el almirantazgo mediante cláusulas secretas que no verían la luz hasta muchos años después de su hundimiento, y que, entre otras, apuntaban la posibilidad de dedicarlo al transporte militar en tiempos de guerra.
En 1915 los submarinos alemanes intentaban cortar el tráfico comercial en dirección a Gran Bretaña. Para combatirlos, Winston Churchill, por aquel entonces Primer Lord del Almirantazgo, ordenó duros procedimientos, incluyendo el camuflaje de buques armados como mercantes, lo que llevó a los sumergibles alemanes a atacar cualquier buque inglés sospechoso y renunciar a auxiliarlos una vez torpedeados.
Con el "Lusitania"a punto de zarpar de Nueva York al mando del capitán William Turner, se recibió un aviso del gobierno alemán señalando que el buque podía ser considerado blanco de sus submarinos. La embajada alemana en Washington fue más lejos y publicó un anuncio en los diarios de mayor tirada, advirtiendo a los hipotéticos viajeros del peligro de navegar las aguas adyacentes a Gran Bretaña a bordo de buques abanderados en ese país.
Ciudadanos estadounidenses a bordo
A pesar de que esas eran precisamente las aguas que se disponía a desafiar el "Lusitania", 188 norteamericanos ignoraron el aviso y reservaron pasajes a bordo, incluyendo un elevado número de mujeres y niños. Para ellos debió ser suficiente garantía el manifiesto de carga, el cual mencionaba sólo víveres y carga general sin ninguna relación con el material de guerra.
El primero de mayo, mientras el "Lusitania"abandonaba Estados Unidos, el submarino U-20 zarpaba de Alemania rumbo a aguas británicas. Ese mismo día Winston Churchill se reunió en la sala de mapas del almirantazgo con el almirante John Fisher, el cual le explicó la salida de ambos buques, añadiendo que la única protección que podía ofrecerse al trasatlántico era el viejo crucero "Juno", con escaso valor para la defensa submarina.
Tres días después Churchill ordenó la retirada del "Juno", dejando al "Lusitania"sin ningún tipo de defensa en su aproximación a la peligrosa costa británica. Turner no fue informado de la peligrosa presencia del U-20, que en su tránsito a las islas ya había hundido tres barcos.
En la mañana del 7, el vicealmirante Cook, responsable del área en la que debía entrar el "Lusitania"en su aproximación a la costa, se percató del peligro que corría y, al no tener potestad para interferir en sus movimientos, emitió un aviso radio: "Submarinos en acción frente a la costa de Irlanda", advertencia que estuvo repitiendo a lo largo de toda la mañana sin que se dieran instrucciones concretas desde el Almirantazgo, única autoridad que podía alterar las derrotas, hasta que a las dos de la tarde el capitán Turner decidió hacer un último cambio de rumbo en su plan de zigzag y proceder a tierra.
A esa misma hora el capitán de corbeta Walter Schwieger, comandante del U-20, contemplaba atónito a través del periscopio lo que él mismo calificaría de "un bosque de palos y chimeneas". Los bancos de niebla dispersos le impedían identificar el blanco, pero ordenó disparar cuando lo tuvo a 400 metros. El torpedo impactó debajo del puente y detuvo la carrera del enorme buque, al que sentenció con un segundo torpedo.
En ese momento, según su propia confesión, se dio cuenta de la identidad del barco y se imaginó la enorme trascendencia de su hundimiento, por lo que abandonó inmediatamente el lugar dejando atrás al "Lusitania"y los lamentos de sus aterrorizados pasajeros.
Una tercera explosión
Los supervivientes declararon haber escuchado las explosiones de ambos torpedos y una tercera mucho más potente que causó la muerte de centenares de pasajeros e hizo que el barco se desfondara y se hundiera en pocos minutos. Se vivieron escenas llenas de patetismo y la prensa se centró en las 291 mujeres y 94 niños muertos, dando especial publicidad al caso de una mujer que había dado a luz a bordo y murió con su bebé en el momento de la explosión.
En Estados Unidos Woodrow Wilson acababa de ser reelegido con la promesa de la no intervención en la guerra, pues la mayoría de los norteamericanos eran partidarios de mantenerse al margen. Sin embargo, el hundimiento del "Lusitania"invirtió la situación y se produjeron abundantes manifestaciones a favor de la entrada en guerra, decisión que el Senado hizo suya a principios de 1917.
Hoy sabemos que tanto Churchill como Wilson conocían el verdadero manifiesto de carga, que incluía cientos de miles de cajas de granadas y de balas de fusil. La explosión de este material coincidió probablemente con la tercera detonación que escucharon los supervivientes. La teoría de que Churchill pudo haber utilizado al "Luistania"para empujar a los americanos a la guerra ha ido ganando adeptos con el paso del tiempo.
Años después se dio un caso parecido a los pocos días de iniciada la Segunda Guerra Mundial, cuando un submarino alemán hundió al "Athenia"con cerca de mil pasajeros que huían de Europa, incluyendo más de trescientos norteamericanos. En esta ocasión los efectos fueron diferentes, pues Hitler, temeroso de que se repitiera la experiencia del "Lusitania", reprendió severamente al comandante del submarino e impuso severas restricciones al ataque a buques de pasajeros.
La entrada en guerra de los americanos debió esperar a que se produjera el ataque japonés a Pearl Harbor, pero, aunque no menos interesante, esa es otra de las inagotables historias del mar.
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