Grecia
Grecia rechaza convertirse en un campo de concentración
El primer ministro, Alexis Tsipras, propone reubicar a los refugiados directamente desde Turquía. Dos nuevos naufragios en las costas helenas se saldan con más de 20 muertos, entre ellos 14 niños
Grecia prosigue con las tareas de búsqueda de un naufragio cuando se producen dos nuevos hundimientos. Si anteayer morían 50 personas a orillas de Lesbos, ayer fueron 22 los fallecidos. Entre ellos hay 14 niños y algunos bebés. Se han podido rescatar 144 personas. Ese es el lamentable recuento –rutinario desde hace semanas– de una tragedia a la que la UE no da solución. La última propuesta la puso Atenas: reubicar a los refugiados desde Turquía.
Así lo anunció el primer ministro heleno, Alexis Tsipras, ante el Parlamento griego en un turno de palabra que empleó para delinear las demandas de Atenas ante la crisis migratoria. «Nuestra opción es que la reubicación se haga de forma coordinada y legal desde Turquía», y que la creación de patrullas conjuntas con el país vecino se realice «a unos centenares de metros desde la costa turca, para así evitar naufragios», en lugar de en aguas griegas. Una alternativa aún lejana después de la falta de acuerdos concretos en la reunión entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente turco, Tayyip Erdogan, hace dos semanas.
Además, Tsipras aprovechó para desestimar la posibilidad de crear un gran centro para ubicar a 50.000 refugiados y convertir a Grecia en «un gran campo de concentración», como argumentó el ministro de Inmigración, Yanis Muzalas, recientemente. En su lugar, Atenas se compromete a construir «infraestructuras para la acogida» con varios centros con capacidad para entre 7.000 y 8.000 personas, así como «hot points» (puntos críticos) para identificar a los potenciales solicitantes de asilo de los migrantes económicos. El primer ministro heleno barnizó su discurso con ataques directos a los gobiernos comunitarios. «Siento vergüenza por la incapacidad de Europa para hacer frente a este drama humano», criticó sobre la cumbre europea sobre los refugiados del pasado domingo, en la que, según él, algunos líderes le acusaron de «no poder proteger las fronteras europeas», pero «no tuvieron respuesta» a la duda que planteó entre «rescatar personas o proteger las fronteras».
Las palabras de Tsipras pusieron de manifiesto dos tendencias en Europa ante esta crisis migratoria: los roces entre los diferentes gobiernos de la UE y la voluntad de esconder la problemática en los respectivos países. Esta semana el Ejecutivo germano acusó a Austria –ambos países con una relación excepcional– de «no controlar el paso de migrantes» y «enviar a la frontera alemana un número mayor del pactado». Una queja a la que Viena respondió con la propuesta de levantar una valla en su frontera con Eslovenia. En ese paso, como pudo comprobar LA RAZÓN, hay refugiados que escapan campo a través en las largas esperas antes de ser trasladados.
Por su parte, Eslovenia, uno de los países comunitarios con menor población –unos dos millones de habitantes– ha instalado macro-campos de espera, escondidos en mitad de la montaña y a los que la Prensa no puede acercarse, donde los refugiados aguardan horas con temperaturas bajas y sin condiciones mínimas. Un calvario que anteayer hizo estallar a las 1.400 personas encerradas en uno de esos descampados, que acabaron rompiendo la valla de seguridad para salir. Entre todo ese despropósito en territorio continental, la organización Save the Children arrojaba un dato demoledor: 70 bebés han perdido su vida en el mar Egeo desde la muerte de Aylan Kurdi, el niño cuyo cadáver apareció en una playa y cuya imagen dio la vuelta al mundo hace dos meses.
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