Política

Alta traición en el santuario de Hugo Chávez

Una anciana camina por el barrio 23 de Enero, en Caracas, bajo carteles con la imagen de Hugo Chávez
Una anciana camina por el barrio 23 de Enero, en Caracas, bajo carteles con la imagen de Hugo Chávezlarazon

El temido barrio 23 de Enero, el más chavista de Caracas, se olvidó del comandante y votó por la oposición en las elecciones del domingo.

En la populosa barriada 23 de Enero viven unas 100.000 personas, entre las que figuran los grupos armados que decían defender a Hugo Chávez y sus más radicales seguidores. Durante años, allí no hubo dirigente opositor que entrara sin ser expulsado violentamente, incluso con disparos. La Policía sólo llega con el permiso de los colectivos –grupos armados– y es aquí donde reposan los restos del fallecido presidente.

Pero en el corazón del chavismo son pocas las obras e infraestructuras que llevan la firma de la revolución bolivariana. Los edificios grandes fueron construidos durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, hace ya más de 60 años. Sólo algunas calles han sido reformadas por la alcaldía y cada vez hay más casas pintadas de colores como política gubernamental. Hay murales con la cara de Chávez, grafitis que llaman a defender el proceso político y pintadas con mensajes del «Che» Guevara.

En un barrio con estas características, Jorge Millán, el candidato por la oposición venezolana, le ganó el pasado domingo en una reñida contienda a Zulay Aguirre, candidata oficialista y madre del diputado chavista asesinado hace un año, Robert Serra. Esto no había ocurrido nunca en 17 años de revolución chavista.

El domingo 6 de diciembre las hijas del fallecido presidente fueron a su centro de votación a animar a la gente, a recordarles lo que el Gobierno llama «el legado de Chávez». Pero allí, donde multitudes esperaban al más importante elector de cada contienda, esta vez no había más de 15 personas en la cola y las herederas del comandante se tuvieron que ir pronto. El Liceo Manuel Palacio Fajardo fue durante años el centro electoral de Chávez, un bastión ganado ahora por la oposición.

El oficialismo obtuvo mayor cantidad de votos en los centros electorales de los llamados consejos comunales, instalados por el ente electoral bajo la excusa de llevar el proceso de votación más cerca del pueblo, pero que a juicio de varios especialistas buscaban coaccionar al electorado, todo bajo la custodia de los grupos armados prochavistas y bajo la mirada esquiva de las fuerzas del Estado. Pero eso no fue suficiente porque en esos sitios también se sumaron votos para la oposición, como una muestra más de rebeldía ante la crisis económica y social del país. El opositor Jorge Millán, el vencedor, señala que no sólo le complace su triunfo, sino el de toda la Mesa dela Unidad Democrática (MUD), nombre de la plataforma que aglutina a los partidos opositores. «Ganar en el 23 de Enero significa la caída de una mala administración y de quienes la dirigen. La gente rechaza todo lo que se está viviendo. Más que un voto castigo, hubo un voto de esperanza». Millán dice que no dejará las calles, que seguirá recorriendo el 23 de Enero como un territorio conquistado, del lado de la gente, escuchando sus problemas. Sobre ganar en el centro donde votaba Chávez, precisa que «queda claro que los votos son de los ciudadanos y no de un proyecto político. La gente consideró que el candidato de la MUD estaba haciendo todo para representarlos y por eso le abrieron los brazos», señala.

Relatan vecinos de la populosa zona que el lunes 7 de diciembre, durante la madrugada, cuando se conocieron los resultados, no hubo amenazas ni disparos ni nada que impidiera contener su alegría. La gente, espontáneamente, celebró el número de diputados que había obtenido la oposición. «Eso sí, todo dentro de la casa, con las luces apagadas para que no se viera quiénes éramos los que celebrábamos. Fue histórico, pero al día siguiente, como si nada, para el trabajo», relata una vecina que prefirió quedar bajo anonimato.

Aunque hay gente en el barrio como Rafael Márquez, que no teme decir que votó por la oposición y que se ha identificado siempre con los rivales del chavismo. «Llegó el momento en que la gente no dijo ¿hasta cuándo esto? Sino que dijo ¡ya basta! Y ese basta ya va dirigido contra los mismos de siempre, los que quieren manejarlo todo, sólo pensando en ellos y no en el pueblo», agrega.

De los grupos que hacen vida en este barrio destaca el denominado Tupamaros, que se presenta como un partido político, pero también se identifica como un colectivo. Su secretario general, José Pinto, reveló que una de las causas por las que el chavismo perdió en su «zona de confort» es porque se impusieron candidaturas sin liderazgo: «Nosotros estamos pensando en el presente y en el futuro. Apoyamos irrestrictamente al compañero Nicolás Maduro y le decimos a la derecha que llegó a la Asamblea Nacional que eso es una victoria circunstancial. Estamos llamando a tomar las calles para que los sectores de ultraderecha no promulguen leyes en contra de la gente».

Un joven de la milicia bolivariana culpa a la dirección del Partido Socialista Unido de Venezuela de la derrota. «Uno se tiene que callar, pero la verdad es que perdieron porque no está Chávez, él lo hacía todo. Toca tragar grueso y ver qué ocurre», puntualiza.

En la zona de Monte Piedad del 23 de Enero hay una pequeña capilla iluminada las 24 horas del día. Es la capilla «Santo Hugo Chávez del 23». Allí han hecho una especie de altar al fallecido presidente. Le encienden velas, le llevan flores, rezan delante para que «la derecha no vuelva nunca más» y por todos lados hay fotos. Está a escasos metros del Cuartel de la Montaña, el sitio donde reposan sus restos.

El día después de las elecciones el lugar amaneció tomado por los colectivos. Rodearon con sus motos la capilla y el Cuartel de la Montaña por temor a que los restos de Chávez fuesen sacados de allí. Un rumor infundado. Aparte de ese hecho, no hubo nada que alterara la normalidad del barrio.

El triunfo de la oposición es un secreto a voces del que nadie habla en el corazón del chavismo, ni siquiera en las paradas de autobús que llevan a la gente a los más de 40 bloques que siluetean uno de los barrios más temidos de Caracas.