Venezuela
Antonieta Mendoza y Leopoldo López: «La cárcel no va a doblegar a Leopoldo»
Antonieta Mendoza y Leopoldo López, padres del opositor venezolano. Alertan de que su país «está a punto de una crisis humanitaria» por la «ineficiencia y el engaño» de un Gobierno «tirano»
Un bisabuelo del opositor venezolano Leopoldo López sufrió el exilio. Y uno de sus abuelos estuvo encarcelado –y exiliado– por pedir un país más justo. Como si existiera una maldición familiar, las dos últimas generaciones de los López también han probado la misma medicina. El joven político ha sido condenado a 14 años de prisión acusado de promover la violencia y su padre se ha exiliado hace seis meses, víctimas en ambos casos de la persecución política emprendida por el Gobierno venezolano. En una entrevista concedida a LA RAZÓN en Madrid, Antonieta Mendoza y Leopoldo López Gil explican que la cárcel hará más fuerte a su hijo y que las elecciones legislativas de diciembre en Venezuela serán el inicio del cambio.
–¿Cómo definen políticamente a su hijo?
–Leopoldo: Es progresista. El empeño del Gobierno en presentarlo como un hombre de derecha es injusto. Es una herencia familiar. Su abuelo materno formó parte del Gobierno de facto de Rómulo Bentacourt, declarado socialista. Por mi lado, hay que decir que yo formé parte de los gobiernos de Carlos Andrés Pérez. En nuestra casa jamás se vio la derecha como una opción de desarrollo.
–¿Cree que cuando salga de la cárcel podría ser un buen presidente?
–Antonieta: Eso lo dirá el pueblo venezolano, que lo elegirá presidente. O no. Ahora tiene 44 años, pero empezó su vida política activa a los 27 años. Primero formó una ONG con Primero Justicia, que después se convirtió en partido político, y en el año 2000 fue elegido alcalde de Chacao, que lo reeligió con el 80% de los votos. Hoy por hoy es evaluado como un grandísimo alcalde. En 2008 fue inhabilitado por el Gobierno de Chávez justo cuando presentó su candidatura al área metropolitana de Caracas, donde tenía una intención de voto del 80% según los sondeos. A partir de entonces se dedicó a recorrer el país de pueblo en pueblo. En 2009 creo Voluntad Popular, primero como movimiento y dos años después como partido. Yo creo que está muy preparado, otra cosa es lo que decidan los demás.
–¿Cuándo lo vio por última vez?
–Antonieta: Lo vi el fin de semana posterior a la sentencia. Era impresionante la serenidad y la ecuanimidad que mostraba tras recibir ese desastre de sentencia. En ningún momento lo vi decaer, a pesar de las condiciones tan duras que tiene en la cárcel, aislado en una torre, donde le apagan la luz a las siete de la tarde. Posee una gran fortaleza física. Sube y baja las escaleras de los cuatro pisos de la torre con un morral que se coloca a modo de pesas. Esa fortaleza viene de la disciplina que tiene, tanto física como mental.
–¿Catorce años en la cárcel doblegarán a su hijo?
–Antonieta: No puede estar ese tiempo en la cárcel porque es un preso de conciencia condenado en un juicio injusto y lleno de vicios procesales. Pero catorce años no le van a doblegar. Mandela pasó 27 años en prisión y salió más fuerte. Leopoldo multiplicará la fortaleza que tiene hoy dentro de 14 años.
–¿Confían en que las cosas cambien en Venezuela tras las elecciones legislativas de diciembre?
–Leopoldo: Hasta en las noches más oscuras, después del momento más negro, siempre comienza la claridad. No necesariamente tienes que ser optimista para pensar que después de las elecciones las cosas cambiarán. Será un cambio poco a poco, en la medida en que los venezolanos estemos dispuestos a enfrentar la tiranía. Pero sí, estas elecciones son el comienzo de la salida, aunque no la solución total.
–¿La oposición está unida ante las elecciones?
–Sí, vamos a las elecciones unidos, aunque eso sí, con motivos muy variados. El único motivo claro es que queremos recuperar la democracia. Lo que tenemos hoy es un gobierno que traicionó la democracia y su propia revolución, un gobierno que se llamó socialista y se convirtió en la fábrica más eficiente de millonarios de Venezuela, millonarios que son miembros de las familias que mandan y sus amigos. Es absolutamente asqueroso lo que ha hecho el socialismo del siglo XXI para empobrecer a su pueblo y llenarle los bolsillos a los amigotes del Gobierno.
–¿El chavismo ha perdido el apoyo de las clase más pobres?
–Leopoldo: El Gobierno les prometió muchas cosas. Pero la realidad es que en educación hemos tenido deserción de alumnos, la población estudiantil se ha reducido. En sanidad, inventaron el cuento de las misiones cubanas, pero la gente no puede operarse de corazón o de riñón porque no hay catéter ni hay diálisis ni especialistas ni hospitales nacionales. Estamos a punto de una crisis humanitaria. Gran parte de la población creyó en el espejismo de las soluciones fáciles y en las promesas. Y ésa también es una advertencia a España, donde empieza a haber prometedores profesionales.
–¿Qué es lo peor de la situación que están viviendo como padres?
–Antonieta: El mar de incertidumbre. La certeza que tenemos es que estamos luchando por las libertades y la democracia, pero nos enfrentamos a un Gobierno tirano. Extraño mucho ver a Leopoldo libre, ir a visitarlo en su casa, con su esposa y sus hijos, y con toda esa vitalidad que tiene, recorriendo el país y trabajando para desarrollar Venezuela y sacar a los venezolanos de la pobreza.
–¿Maduro va a cumplir su presidencia hasta 2018?
–Marieta: Lo traiciona su propio apellido. Cuando una fruta está demasiado madura pasa a estar podrida y después se cae sola. Nuestra Constitución tiene cuatro artículos que otorgan al pueblo venezolano para protestar contra su gobierno, y que son la renuncia, el referéndum, la enmienda y la asamblea constituyente.
–¿La sociedad está más atemorizado tras la represión a los disidentes?
–Antonieta: Siento que está empezando a perder el miedo. Hubo un gran miedo cuando Leopoldo se entregó y en los cuatro meses posteriores con las detenciones y los muertos, pero ahora noto que la gente tiene ganas de salir a la calle otra vez a protestar pacíficamente. El temor se va perdiendo en la medida en que se ve que el enemigo poderoso se hace más débil. La gente está harta de la ineficiencia, del engaño y de la deshonestidad cada día más evidente. Nos merecemos algo mejor y es una obligación pedir el cambio.
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