Estados Unidos
Clinton se disculpa y los demócratas buscan un «plan b»
El partido especula con el posible sucesor en caso de que la candidata abandone la campaña ante la fragilidad de su salud
El partido especula con el posible sucesor en caso de que la candidata abandone la campaña ante la fragilidad de su salud
En estas dos semanas previas al primer debate televisivo con su rival, Hillary Clinton había planeado conceder entrevistas, participar en actos de campaña y hacer fiestas de recaudación de fondos. Sin embargo, la agenda pautada se ha desvanecido y la candidata demócrata a la Casa Blanca ha tenido que entonar el mea culpa después de ocultar durante dos días que padecía una neumonía diagnosticada el pasado viernes.
Su vahído el domingo durante el homenaje por las víctimas del 11-S despertó inquietud entre sus votantes y en su propio partido y llevó al equipo de Clinton a hacer pública la enfermedad que padece. Hasta ese momento sólo le dijo que tenía neumonía a su familia y a sus ayudantes más próximos. Con esta decisión, puso en marcha una avalancha de errores que hasta la fecha se han convertido en mortíferos para su campaña. Por eso, parece que «la tradicional sorpresa de octubre», que suele desequilibrar la campaña presidencial, ha tenido lugar esta vez en septiembre.
La ex secretaria de Estado ignoró el consejo de sus médicos, que le recomendaron descansar, tras diagnosticarle. «Me encuentro mucho mejor, tendría que haber descansado antes, obviamente hubiese sido mejor cancelar mi agenda el viernes, pero como mucha gente pensé que podía seguir adelante y eso no salió del todo bien», reconoció Clinton en una entrevista con la CNN.
La ex primera dama confesó que, aunque ya se encuentra «bien», ha decidido hacer caso a sus médicos y descansar unos días para curarse completamente de la neumonía. El viernes tiene previsto participar en un acto público en Washington. La campaña de Clinton ha sido criticada por informar tarde sobre su paradero estos días y su estado de salud. Clinton descansa en su casa de Chappaqua, en el estado de Nueva York. «Lo que ocurrió ayer (por el domingo) es que estaba muy comprometida con asistir al homenaje. Como senadora por Nueva York durante el 11-S, esto es muy personal para mí. Sentí la humedad y el calor, me sentí acalorada y decidí que me tenía que ir y tan pronto entré en el vehículo con aire acondicionado y bebí un poco de agua ya me sentí mejor», aseguró la aspirante presidencial.
La ex jefa de la diplomacia ha accedido a publicar su historial médico en los próximos días. Sin embargo, el daño ya está hecho. Esto ha servido para hacer algo que parecía imposible, unir al Partido Republicano, que sufre desde hace meses una gran crisis de identidad por la nominación de Donald Trump. El marido de Hillary, el ex presidente Bill Clinton, salió ayer en su ayuda al decir que su esposa «trabaja como un demonio». No estuvo muy afortunado. Barack Obama también echó un cable a su compañera y participó en un acto de campaña para ganar el apoyo de los votantes más jóvenes, un segmento del electorado que necesitará si quiere conquistar la Casa Blanca. «Necesito que trabajes igual de duro, igual que lo hiciste para mí», afirmó en referencia a la etapa de secretaria de Estado de Clinton. «No podemos dar estas elecciones por ganadas», advirtió el presidente.
La enfermedad de Clinton ha servido también para desatar las teorías de conspiración dentro del Partido Demócrata. Ayer se filtró una supuesta reunión del Comité Nacional Demócrata para diseñar un plan de salvación en el hipotético caso de que haya que reemplazar a su candidata. Empezó a sonar el nombre del vicepresidente Joe Biden, favorito del «establishment» demócrata, lo cual sería un agravio imperdonable para los votantes del senador izquierdista Bernie Sanders. Sin embargo, en el improbable caso de tener que sustituir a Clinton, tendría que ser el candidato vicepresidencial, Tim Kaine, el que asumiera el liderazgo.
Por su parte, Donald Trump deseó que su rival se recupere cuanto antes, pero pronto volvió a la contienda y afirmó que el desprecio que ha mostrado Clinton al calificar de «deplorables» a sus seguidores la inhabilitan para ocupar la Casa Blanca. El magnate volvió a atacar a Clinton por haber hecho unos comentarios en los que aseguró que la «mitad» de los votantes de Trump eran unos «deplorables» con ideas «racistas, machistas, homófobas, xenófobas, islamófobas».
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