Estados Unidos
El «efecto Bradley» o cómo destapar al votante oculto
La mayoría de expertos electorales coinciden en que los resultados de las encuestas que se publican el día del trabajo en Estados Unidos, un festivo nacional a principios de septiembre, coincidirán con los resultados finales el día de las elecciones, en este caso, el 8 de noviembre. En septiembre, Clinton llevaba una buena ventaja, por lo que, a pesar de lo extraño de esta campaña, parece que la demócrata conseguirá los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para llegar a la presidencia. En cuanto a la mencionada predicción, los analistas la dan por válida si no hay una «sorpresa de octubre». Y este año, la hubo: recordemos las revelaciones (no tan sorprendentes) de Trump sobre mujeres, con su habilidad de asaltarlas sexualmente incluida.
Tanto el vídeo como nueve mujeres acusando a Trump de acoso sexual, han llevado al candidato a culpar a todo su alrededor por su pobre desempeño en las encuestas (aunque él dice que está ganando todos los sondeos). Cuando estaba por delante en las encuestas en verano no hablaba de una votación manipulada, ahora, mientras lucha para ganar terreno electoral, pone en duda el sistema electoral, algo fundamental a la democracia estadounidense, como si fuera su chivo expiatorio.
Sin embargo, el magnate no tiene todo perdido, existe una fuerte esperanza y creciente rumor sobre los «votantes ocultos», aquellos que están a favor de Trump pero que han sido silenciados porque se sienten oprimidos a hablar por miedo a ser etiquetados de racistas, xenófobos, sexistas o misóginos. Yo misma, en mis clases de Ciencias Políticas he escuchado a alumnos en ambos lados ideológicos diciendo que no quieren hablar de la política en este momento porque el discurso se ha convertido en un diálogo demasiado personal. Por supuesto, es personal cuando un candidato ha insultado y vilipendiado a grupos específicos de personas en función de su procedencia, religión...
Por este motivo, no sería de extrañar que el voto oculto hiciera inclinar la balanza hacia Trump, ya que la distancia entre ambos no es muy amplia. Si nos remontamos a otros comicios en EE UU, en 1948, Gallup predijo que Thomas Dewey ganaría las elecciones, pero Harry S. Truman salió victorioso. Después Gallup rehizo su sistema para evitar un error así en el futuro. En la elección para gobernador en California en 1982, también ocurrió que las empresas de análisis de voto predijeron mal. Tom Bradley, un candidato afroamericano, fue el líder en las encuestas, pero al final perdió ante su oponente blanco. Los votantes sentían demasiada vergüenza de admitir en público que no iban a votar por el candidato negro. Este fenómeno se conoce como el «Efecto Bradley».
En 2008, algunos creían que este fenómeno pudiera repetirse con la candidatura de Obama. Sin embargo, la coyuntura actual es diferente y no alude a cuestión del color de piel del candidato, por lo que los analistas coinciden en que el «Efecto Bradley» puede estar en juego ahora entre aquellos que en público sienten vergüenza de mostrar su apoyo al magnate, ya que no sería socialmente aceptable votar por Trump.
Es cierto que, hasta ahora, los seguidores de Trump han sido bastante «sonoros» y visibles. Y puede que Trump piense de igual modo que el ex candidato presidencial demócrata Michael Dukakis, quien dedujo que como sus mítines estaban llenos de seguidores, los que no se atrevían a mostrarle su simpatía en público lo harían el día de las elecciones. No fue así.
El magnate confía en que en su caso sí ocurra y, si no, está dispuesto a denunciar fraude electoral. Sin embargo, todos nos dimos cuenta en el año 2000 de que la mecánica de las elecciones está determinada por cada estado. Los ciudadanos de Florida optaron por utilizar una tarjeta perforada que fue un fracaso total. Desde aquel año, los estados han trabajado para mejorar a sus herramientas de sistemas de votación para no tener el problema ocurrido hace 16 años. Entonces, ¿dónde estará el fraude al que alude Trump? ¿Dónde están escondidos los votantes ocultos con demasiado miedo de hablar sobre sus filias hacia el empresario? Lo que está claro es que existe un fuerte número de hombres blancos, enojados y con un bajo nivel cultural, que todavía puede dar la victoria a Trump.
*Profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Hofstra, Nueva York
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