Alemania
El epicentro de la violencia xenófoba
La pintoresca localidad de Bautzen se ha convertido en el símbolo del rechazo creciente de los alemanes a los refugiados. En Sajonia los ultras de AfD avanzan en los sondeos y se sitúan como tercera fuerza en las regionales del próximo 13 de marzo
La pintoresca localidad de Bautzen se ha convertido en el símbolo del rechazo creciente de los alemanes a los refugiados. En Sajonia los ultras de AfD avanzan en los sondeos y se sitúan como tercera fuerza en las regionales del próximo 13 de marzo
Para la pequeña localidad de Bautzen (Sajonia) siempre habrá un antes y un después del incendio en el edificio que tenía previsto acoger a 300 refugiados a final de marzo. Ocurrió la madrugada del sábado pasado, cuando las llamas que consumían el techo del antiguo hotel Husarenhof en el centro de la ciudad lanzaban un ácido mensaje de una parte de la población: «No queremos refugiados aquí». Un acto de violencia vitoreado por numerosos vecinos que observaban el fuego desde los balcones. Estas escenas recuerdan inevitablemente a los disturbios de Rostock de 1992, poco después de la reunificación, cuando un grupo de ciudadanos alemanes asaltaron un albergue para extranjeros coreados por los aplausos de millares de personas. Resulta extraño pensar que esta localidad alemana de ambiente calmo, casas bajas de colores y apenas 40.000 habitantes esté siendo testigo, cada vez más a menudo, de manifestaciones racistas. «Ya había habido altercados menores antes. Movilizaciones, gritos, pintadas... pero nunca habían llegado tan lejos», cuenta a LA RAZÓN un trabajador de una empresa de reparaciones ubicada a unos metros del Husarenhof, que prefiere no dar su nombre . «Lo que más preocupa es el aplauso ante un edificio que se quema. Este suceso está dando una imagen muy negativa de Bautzen. Nos asocian con radicales y esto se va a resentir incluso en el turismo», asegura el empleado, añadiendo que no descarta que pueda volver a suceder.
Bautzen acoge a 650 refugiados en cuatro albergues especiales, aunque en el distrito hay ya inscritos 3.076. No es un número muy abultado en comparación con otras ciudades alemanas, aunque las llegadas han aumentado notablemente con respecto a 2015. «Quizá la gente de Bautzen se siente menos segura ahora, pero no por los inmigrantes, sino por los comentarios y actos vandálicos en torno a ellos», comenta la dueña de una panadería cercana al albergue. «Mucha gente dice que no tiene nada contra los refugiados, pero yo he oído a clientes preguntándose por qué no se destinaba ese edificio al servicio de los ciudadanos del pueblo, por ejemplo, abriendo una residencia para nuestros ancianos», añade.
El incendio de Bautzen tuvo lugar dos días después del bloqueo de un autobús con refugiados en la ciudad sajona de Clausnitz, a apenas 120 kilómetros de allí. El vídeo muestra cómo un centenar de personas impedía el paso de los recién llegados, entre gritos xenófobos y gestos ofensivos. Pero Bautzen y Clausnitz son sólo las últimas ciudades de Sajonia que han registrado actos racistas. Primero fue Heidenau, que en agosto de 2015 protagonizó ataques a refugiados durante tres días; después Freiberg, donde se llegó a agredir a agentes de la Policía, sin olvidar a la capital de Sajonia, Dresde, bastión del movimiento islamófobo Pegida, que reúne semanalmente a 15.000 manifestantes contra la acogida de migrantes. Pese a que en Sajonia sólo viven el 2,2% de los extranjeros del país, esta región encabeza la clasificación de actos xenófobos a nivel nacional. En 2015, el 20% de todos los altercados germanos se produjeron en este «land» oriental y 47 de las 231 agresiones contra refugiados contabilizadas desde comienzo del presente año han tenido lugar en territorio sajón.
Las causas por las que Sajonia se ha erigido como uno de los epicentros de la violencia xenófoba son difíciles de descifrar. Los comportamientos racistas en el este de Alemania –la antigua RDA– son achacados a menudo por los politólogos a factores como la pobreza, el desempleo y el aislamiento heredado de la división del país. Sin embargo, Sajonia es el segundo «land» más próspero de Alemania oriental. «Los actos xenófobos son cometidos por una pequeña parte de la población de Bautzen», apunta Torsten Wiegel, dirigente del centro cultural Steinhaus, que promueve la integración de los refugiados. «Son grupos radicales que experimentan rechazo a los extranjeros, fundamentalmente por razones políticas. Han desarrollado un sentimiento de frustración que se manifiesta en un odio a los recién llegados», añade, aunque puntualiza que gran parte de los ciudadanos se comprometen a favor de la integración. Desde el suceso, han proliferado los graffitis pidiendo tolerancia por los muros de la ciudad y la marquesinas de los autobuses están forradas con carteles que profesan fin a la violencia. Mientras los incidentes se producen a lo largo y ancho de Sajonia, se esperan con preocupación las elecciones regionales del land, que tendrán lugar el 13 de marzo. Según las encuestas, el partido eurófobo y antiinmigración AfD (Alternativa para Alemania) registra un alarmante 17% de intención de voto, lo que podría situarle como la tercera fuerza política en este estado germano.
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