Teherán
El heredero saudí ahonda el enfrentamiento con Irán
Riad considera un «acto de guerra» el lanzamiento de un misil desde Yemen por los rebeldes hutíes, patrocinados por el régimen de Teherán.
Riad considera un «acto de guerra» el lanzamiento de un misil desde Yemen por los rebeldes hutíes, patrocinados por el régimen de Teherán.
La tensión entre Arabia Saudí e Irán ha vuelto a disparase tras un ataque frustrado con misiles desde Yemen contra el aeropuerto internacional de Riad el pasado sábado. El príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman, calificó de «acto de guerra» el incidente con misiles y responsabilizó a Irán por su apoyo militar a los rebeldes hutíes en Yemen.
La implicación de Irán en la entrega de misiles a las fuerzas hutíes es «una agresión militar directa por el régimen iraní», advirtió ayer Bin Salman a la agencia oficial SPA. Según la investigación saudí, el misil fue construido en Irán e introducido en piezas de contrabando hasta Yemen, donde «miembros de la Guardia Revolucionaria iraní y de Hizbulá» ayudaron a reconstruirlo y después lo lanzaron.
Para el reino saudí la milicia chií libanesa y el Estado libanés son lo mismo. Así lo expresó este lunes el secretario de Estado para Asuntos del Golfo del Gobierno saudí, Thamer al Sabhan, quien dijo que no habrá «más distinción entre Hibulá y el Gobierno libanés». La milicia proiraní «se ha vuelto una herramienta de muerte y destrucción contra Arabia Saudí y participa en todos los actos terroristas en el reino», aseguró el ministro antes de agregar que tratarán a Líbano «como si nos hubieran declarado la guerra», en referencia al Partido de Dios.
Irán se defendió de las acusaciones que calificó de «falsas, irresponsables, destructivas y provocativas», en boca de un portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán a la agencia iraní de noticias Tasnim. Por su parte, el ministro iraní de Exteriores, Mohamad Javad Zarif, denunció que «los provocativos movimientos en la región» de Arabia Saudí violan las leyes internacionales.
Asimismo, Teherán acusó al reino saudí de estar implicada «en guerras de agresión, comportamiento desestabilizador en la región y provocaciones peligrosas» al culpar a Irán de las consecuencias.
Con una política exterior claramente en contra de Irán, Estados Unidos apoyó y defendió las acusaciones de Riad. «El régimen iraní confirma una vez más su completo menosprecio por sus obligaciones internacionales», denunció ayer la embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Nikki Haley, tras el lanzamiento de un misil en Arabia Saudí supuestamente proporcionado por Teherán a rebeldes yemeníes. Con su comportamiento, «el cuerpo de Guardianes de la Revolución islámica viola simultáneamente dos resoluciones de la ONU», agregó la diplomática en un comunicado. «Quien tenga informaciones debe transmitirlas para demostrar la responsabilidad de Irán en el sostenimiento de la violencia y el terrorismo en la región y en el mundo», continuó Haley.
El incidente transfronterizo echa más leña al fuego tras un fin de semana muy caldeado con intrigas palaciegas en el reino saudí y la repentina dimisión del primer ministro libanés, Saad Hariri, en Riad, que acusó a la república islámica y a su brazo armado en Líbano, Hizbulá, de intentar atentar contra su vida.
Por su parte, los rebeldes hutíes amenazaron a los países que les combaten en Yemen, Arabia Saudí y a Emiratos Árabes Unidos, con atacar sus puertos y aeropuertos con misiles balísticos. El Consejo Supremo Político, el principal órgano ejecutivo de los hutíes en Saná, afirmó en un comunicado que «todos los aeropuertos, puertos, cruces y zonas importantes» de esos dos países «serán objetivo directo de las armas yemeníes». Además, consideraron como una «pura mentira» la acusación de Arabia Saudí de que Teherán les suministrara el misil.
Mientras prosigue esta especie de guerra fría entre Riad y Teherán, la ya castigada población yemení sufre las consecuencias. Arabia Saudí decidió cerrar todas las fronteras con Yemen, incluso para la ayuda humanitaria, lo que podría agravar el ya enorme desastre humanitario que vive el país tras años de guerra. Esto se suma al embargo económico impuesto por los saudíes y las penosas condiciones de vida de millones de personas sin acceso a servicios básicos, denunciadas por las organizaciones humanitarias. El conflicto ha dejado más de 8.650 muertos y unos 58.600 heridos, entre ellos numerosos civiles, y provocado «la peor crisis humanitaria del mundo», según la ONU.
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