Política exterior
El nacionalismo corso abre la vía catalana en Francia
La coalición Por Córcega arrasa en la segunda vuelta de las regionales y exigirá competencias en educación y recaudación de impuestos
La coalición Por Córcega arrasa en la segunda vuelta de las regionales y exigirá competencias en educación y recaudación de impuestos.
El próximo 1 de enero, Córcega no será independiente, pero la victoria aplastante ayer de los nacionalistas que gobernarán la isla durante los próximos años, y la nueva estructura administrativa que se instalará a partir de entonces en la región, abren el camino en esa dirección. Y ello a pesar de que Gilles Simeoni, figura principal del movimiento autonomista, que encabeza la lista Por Córcega (Pè a Corsica) ha insistido durante la campaña que Córcega «no es como Cataluña», y que «no se trata de la independencia sino de autonomía». Su hoja de ruta no va más allá de la autonomía, pero sus socios, los independentistas de Jean-Guy Talamoni, tienen claro como objetivo final la desconexión total de París, aunque estén dispuestos a esperar, dicen, diez años.
En cualquier caso, vistos los resultados obtenidos ayer, unos y otros esperan una respuesta positiva por parte de Emmanuel Macron que, de momento, se ha mostrado sumamente discreto. «El sufragio universal ha enviado un mensaje muy fuerte y espero que el presidente de la República lo escuche. La pelota está ahora sobre su tejado», comentó anoche con una contenida euforia Simeoni, quien insistió en que ahora es Macron quien «debe abrir el diálogo con el pueblo corso para construir juntos un futuro político».
El mandatario francés tendrá pues que dar una respuesta a las expectativas que han generado estos resultados. De acuerdo con los resultados oficiales, los independentistas obtienen once puntos más que en la primera vuelta de las elecciones, y ganan por mayoría absoluta con un 56,5% de los votos. «Son unos resultados sin precedentes en la historia de la isla», aseguró Simeoni tras conocer los primeros avances. La participación de 44,63% fue inferior a la registrada en la primera vuelta (45,75%), pero esto no templó su entusiasmo. Simeoni recordaba anoche que los diputados nacionales fueron elegidos en junio con un 42,6% de votos y «nadie cuestiona su legitimidad».
El líder de Por Córcega dijo que no están «en una lógica de ruptura ni de agresividad», e insistió en que son «artesanos de paz y de diálogo», pero quieren que se reconozcan «los derechos del pueblo corso». En cuanto a la presión que sus socios independentistas puedan ejercer, Simeoni considera que «las cosas están claras» porque los autonomistas son mayoritarios (dos tercios de la coalición) y «el programa común no habla de independencia». «Seré el presidente del nuevo consejo ejecutivo y Talamoni el presidente de la Asamblea», añadió. A ambos les mueve una lógica de reparto de poder pero aseguran que quieren «trabajar con el resto de fuerzas políticas, incluidas las no nacionalistas, porque la situación de la isla exige buscar puntos de equilibrio y de convergencia».
Córcega fusionará sus dos departamentos y su consejo regional en una estructura única. El Estado no ha querido esta reforma para traspasar más competencias, sino para que con la simplificación de tres organismos en uno haya menos gastos. Sin embargo, el tsunami que ha sacudido la política francesa con la elección de Macron y su nuevo partido, La República en Marcha, se ha traducido en Córcega en una ola nacionalista que está recogiendo sus frutos. Comenzaron ganando por primera vez las elecciones regionales de 2015, en junio lograron introducir tres diputados en la Asamblea Nacional, y con la victoria de anoche ponen la guinda al pastel. Gobernarán una administración única con un presupuesto cercano a los mil millones de euros, aunque con una importante deuda de 600 millones.
El triunfo arrollador en estos comicios les va a permitir partir de una posición de fuerza para negociar con París y obtener los primeros objetivos acariciados por el nacionalismo corso, como una política de acercamiento y amnistías para los que llaman «prisioneros políticos», la imposición de la coexistencia de la lengua corsa y el francés en los documentos administrativos, o la creación de un estatus de residente para facilitar el acceso a la propiedad de los corsos con ingresos modestos penalizados por la tensión del mercado inmobiliario.
La cuestión de la independencia está excluida del acuerdo que alcanzaron los autonomistas de Hagamos Córcega (Femu a Corsica), encabezados por Simeoni y los independentistas de Córcega Libre (Corsica Libera), liderados por Talamoni para presentar una lista común que es la que les ha dado esta amplia victoria. El pacto alcanzado ha dejado de lado las aspiraciones independentistas al menos hasta las elecciones del año 2021.
Su objetivo inmediato es obtener lo que llaman una «autonomía reforzada», que implicaría tener un verdadero poder legislativo sobre ciertas áreas de gobierno y controlar la recogida de impuestos. Pero para que el Estado les ceda ciertas competencias y conceda a Córcega un estatus particular se necesita una reforma de la Constitución y el visto bueno de los tres quintos de las dos Asambleas. Confían en ello y en que el proyecto de autonomía esté listo para las regionales de 2021 y que pueda ser aplicado en un plazo de diez años.
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