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Bruselas
Estado Islámico: 6.000 bombas de relojería en Europa
Scotland Yard investiga las conexiones del terrorista del Parlamento británico, Jalid Masud, para comprobar si, como ocurrió en Francia y Alemania, recibió la orden de actuar del lugarteniente del Califato, Abu Ahmad.
Scotland Yard investiga las conexiones del terrorista del Parlamento británico, Jalid Masud, para comprobar si, como ocurrió en Francia y Alemania, recibió la orden de actuar del lugarteniente del Califato, Abu Ahmad.
Scotland Yard investiga si, como ha ocurrido en los últimos atentados perpetrados en Europa por «actores solitarios» (los mal llamados «lobos») del Estado Islámico (EI), el autor de la acción terrorista perpetrada en Londres el miércoles, Jalid Masud, recibió una llamada de un responsable de la banda yihadista para que «entrara en acción». El mito de las actuaciones espontáneas de este tipo de terroristas se derrumbó en el segundo semestre del año pasado, gracias a las investigaciones que realizaron las Fuerzas de Seguridad y Servicios de Información de Alemania y Francia.
El EI, a través del que era entonces su portavoz, Abu Muhammad Adnani, muerto en Alepo en una acción militar de la coalición internacional, se dedicó a hacer llamamientos a sus «lobos» con el fin de hacer creer que no era necesario ningún tipo de entramado para que cometieran atentados. Era falso porque existía toda una red de contacto con los terroristas. La coincidencia de la fecha del atentado de la capital británica con los cometidos hace un año en Bélgica y que se escogiera de nuevo Reino Unido responde a unos planes premeditados y no a la voluntad de un sujeto que se levantó una mañana y le dio porque tenía que ir a Londres a matar a cuantos más «infieles» mejor. Es algo que no se sostiene, según las fuentes consultadas por LA RAZÓN. Los datos se acumulan y ya se sabe con certeza que cada yihadista «solitario» tiene un responsable del que, por medio de un mensaje en clave o una llamada, recibe la orden de cometer el atentado que se le había indicado previamente. Lo mismo ocurre con las células «durmientes» que puedan estar asentadas en Europa o que se entrenen en Siria.
En julio pasado, un terrorista suicida detonó una bomba que llevaba en la mochila en Ansbach (sur de Alemania), junto a un festival de música que se celebraba en la localidad e hirió a quince personas. Las investigaciones demostraron que recibía instrucciones a través de su móvil de una persona hasta poco antes de la explosión. El suicida había grabado un vídeo en el que juraba lealtad al EI, que asumió la autoría del atentado. La información fue confirmada por fuentes oficiales alemanas. El autor, un sirio de 27 años identificado como Mohamed Dalil, se comunicaba a través de un chat en internet con una persona que conocía sus planes y tenía pleno conocimiento de que el terrorista llevaba consigo una bomba. Cuando éste le informó de que había seguridad a la entrada del festival, le ordenó que buscara un hueco para colarse. Todos los indicios apuntan a que las órdenes venían desde Siria. Comunicaciones similares habrían recibido Mohamed Lahouaiej Bouhlel, autor de la masacre en Niza el 14 de julio, en la que murieron 84 personas; y cuatro días después, Muhamad Ryad, que asaltó con un hacha y un cuchillo un tren en Baviera. Causó cuatro heridos. La autoría fue asumida también por el EI.
La existencia de un coordinador, o coordinadores, que se ponen en contacto con los «actores solitarios» o con las células para darles las últimas instrucciones, no sorprendió a los expertos tras conocer las andanzas de los grupos que atentaron en noviembre de 2015 en París y en marzo de 2016 en Bruselas. Un cabecilla yihadista al que llaman Abu Ahmad y que aún no ha sido identificado aparece como uno de los grandes coordinadores de los ataque a los países europeos. Su teléfono ha aparecido en el bolsillo de suicidas, como los del Estadio de Francia, o en poder de yihadistas que deambulaban por Europa camino de la capital francesa con la intención de cometer nuevos atentados. Se dedica a reclutar yihadistas, la mayoría europeos, les proporciona los medios para desplazarse y se mantiene en contacto con ellos con la aplicación de mensajería encriptada Telegram.
En septiembre, los servicios secretos alemanes advirtieron del creciente peligro que representan los falsos «actores solitarios», que en realidad operaban dirigidos por el EI. «Se trata de individuos que aparentemente actúan por su cuenta. En realidad están dirigidos de forma virtual y a través de mensajes desde el extranjero. Esta forma de actuación representa un especial desafío para los servicios de seguridad, comparable al que suponen las ‘células durmientes’», según subrayaron responsables de la seguridad alemana.
Según Europol, a finales de 2016 tenía fichados a 65.000 sospechosos vinculadas al terrorismo religioso y a 6.000 yihadistas. De acuerdo a Europol, los retornados son la principal amenaza. En Reino Unido hay unos 3.000 extremistas fichados entre los que no estaba el terrorista del miércoles. Jalid Masud no estaba identificado por terrorismo yihadista, pero sí por delitos menores. A pesar de no tener la típica edad para ser reclutado por el EI, 52 años, sí que poseía el mismo patrón que la mayoría: criminal, conocido por la Policía, delitos menores, tenencia de armas... Los yihadistas encuentran en ex convictos su caldo de cultivo, pues además, el yihadismo se ofrece como redención a los crímenes. Además, el 57% de los terroristas ha estado en la cárcel antes de radicalizarse.
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