
Francia
El expresidente Sarkozy ingresará en prisión el 21 de octubre, según medios franceses
Cumplirá una condena de cinco años. Una vez que el expresidente francés sea recluido en la prisión de alta seguridad de la Santé, podrá pedir la libertad provisional por sus 70 años

Nicolas Sarkozy entrará en prisión el próximo martes 21 de octubre. La Fiscalía financiera ha notificado este lunes al expresidente francés Nicolas Sarkozy la fecha de ingreso exacta y las modalidades de la pena tras ser condenado a cinco años de prisión por asociación ilícita con miembros del clan Gadafi tras el proceso por financiación libia de su campaña de 2007. Los abogados del presidente no habían querido anunciar la fecha tras su notificación aunque varias fuentes consultadas por medios franceses ya calculaban que sería de forma inminente antes de que terminara el mes de octubre. Lo hará en la prisión de la Santé, en París, uno de los dos únicos centros que estaba adaptados para acoger a personalidades relevantes y dispondrá de una celda aislada. Una vez ingrese en la cárcel, Sarkozy, de 70 años, podrá solicitar la libertad provisional al tribunal de apelación, que tiene dos meses para decidir si se la concede o no.
El exmandatario conservador llegó a su cita a primera hora de la tarde y salió media hora después, aunque sin hacer declaraciones. Tampoco sus abogados, quienes ya previamente habían recurrido el fallo, algo que en la mayoría de casos permite al condenado quedar en libertad hasta que se celebre el juicio en apelación. Sin embargo, los jueces dictaron que la pena se ejecute de manera provisional por “la gravedad excepcional de los delitos”. Sarkozy ya fue condenado por corrupción y tráfico de influencias en diciembre de 2024 a tres años de prisión convalidados con brazalete electrónico. El hecho de tener que entrar en la cárcel a pesar de haber recurrido el fallo, ha sido criticado por Sarkozy y otras personalidades políticas, algunas incluso en sus antípodas ideológicas, que han llegado a denunciar un golpe al estado de derecho.
“Si duermo en prisión, lo haré con la cabeza alta” afirmó Sarkozy tras conocer la sentencia le pasado 25 de septiembre insistiendo de nuevo en su inocencia tras un histórico fallo que lo condenó a él y a su círculo íntimo de colaboradores por asociación, pero lo absolvió de otros delitos como corrupción o desvío de fondos públicos. Esto significa que queda probado que esas reuniones con el círculo del exdictador Gadafi existieron con ese objetivo de financiación (y la condena fue por ello) pero no se ha podido seguir el rastro del dinero o probar fehacientemente que la corrupción tuvo lugar, más allá de las numerosas investigaciones periodísticas que durante estos años han seguido la pista de dinero en metálico en viajes de ida y vuelta entre Libia y París. El tribunal consideró probado que, entre 2005 y 2007, Sarkozy, en aquella época ministro del Interior francés, “dejó a sus colaboradores más cercanos maniobrar para obtener apoyo financiero por parte del régimen libio”, según justificó en su lectura la presidenta del tribunal, Nathalie Gavarino. La magistrada ha llegado a recibir fuertes amenazas en las redes sociales tras la sentencia y hay dos investigaciones abiertas.
Durante los últimos días Sarkozy ha celebrado reuniones en sus últimas horas de libertad para despedirse de amigos y lanzar varios mensajes. El pasado miércoles, reunió a más de un centenar de amigos y excolaboradores para despedirse y se dirigió a ellos con un breve discurso. “El fin de esta historia no está aún escrito”, les dijo. “No quiero vuestra compasión, no me gusta quejarme. Lo que me importa es vuestra indignación. En unos días, cuando se consuma el escándalo, necesitaré vuestra indignación”.
De los cinco procesos que Sarkozy ha enfrentado en el último lustro, este de la financiación libia de la campaña que lo llevó al Elíseo en 2007 era el más explosivo y el que quizá pueda tener más impacto a la hora de valorar históricamente su legado. Por ello, el impacto que pueda tener la imagen en la prensa del expresidente entrando en prisión podría suponer una pena excepcional.
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