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Hungría declara el «estado de crisis» en dos provincias por los refugiados

Entra en vigor la nueva ley que implica penas de cárcel para los 60 primeros migrantes ilegales detenidos

Refugiados esperan en la frontera con Hungría en Horgos (Serbia)
Refugiados esperan en la frontera con Hungría en Horgos (Serbia)larazon

Entra en vigor la nueva ley que implica penas de cárcel para los 60 primeros migrantes ilegales detenidos.

Hungría dio ayer un nuevo paso en su política represiva para frenar el acceso de refugiados a su territorio. El país magiar reforzó su valla «antiinmigración», cerró muchos de sus puntos fronterizos y comenzó a imponer penas de cárcel a quienes la cruzasen ilegalmente. La nueva ley fija tres años de privación de libertad para los que sean sorprendidos pasando a terreno húngaro de forma irregular, con el agravante de dos años más en caso de dañar la verja de púas metálicas construida para el mismo fin. Ayer entró en vigor la nueva legislación y ya hubo detenciones.

Esta ley no hace sino poner de manifiesto que el país dirigido por el ultraderechista Viktor Obán sigue resistiéndose con todas sus fuerzas a acoger a refugiados. De hecho, es el máximo ejemplo en el bloque europeo de rechazo al flujo migratorio. Además, las acciones para contener el aluvión de personas que quieren entrar por su frontera seguirán endureciéndose. De hecho, el Ejecutivo húngaro anunció que construirá una alambrada de similares características en sus límites con Rumanía.

«Sesenta personas han sido arrestadas por la Policía, acusados de daños a la verja, y se ha abierto un procedimiento penal» contra ellas, precisó un portavoz del Gobierno, György Bakondi. Sin embargo, la Policía húngara corrigió después esta cifra a la baja y la situó en 16 arrestos. El portavoz policial no quiso precisar la nacionalidad de estas personas, pero sí puntualizó que no se les sorprendió en pleno delito, sino que fueron capturados a varios cientos de metros de la barrera fronteriza. El pasado lunes 9.380 personas intentaron cruzar su frontera, más que nunca desde el comienzo de la crisis migratoria.

La situación ha dado un enorme giro en los puestos fronterizos en menos de 24 horas. La puesta en marcha de la controvertida legislación, la cual está indignando a asociaciones que defienden los derechos humanos, ha dificultado aún más la situación de los migrantes y las muestras de tensión se produjeron pronto. Cientos de ellos se encuentran atrapados entre Serbia y Hungría. En Horgos, localidad húngara cercana a Röszke, 700 refugiados pasean entre los puestos de control de fronteras de ambas naciones. Además, más de 2.000 personas cantaron durante horas «¡Abrid las fronteras!» en el mismo paso fronterizo de Röszke. «¿Por qué no nos dejáis pasar? ¿Ayer sí y hoy no?», espetaba un joven a los soldados. Éstos tienen orden del primer ministro húngaro, Viktor Obán, de actuar «con humanidad, pero con firmeza».

Las zonas fronterizas entre Serbia y Hungría son algunos de los puntos más clave en la grave crisis migratoria que vive Europa. Hungría habilitó un procedimiento para resolver con rapidez si una persona tiene derecho de asilo en su país o no, y quienes no lo obtienen son repatriados a Serbia. Pero Belgrado, por su parte, no está de acuerdo con acoger a aquellos que hayan sido rechazados por Budapest. ¿Qué pasará entonces con esos refugiados a quienes ninguno de los dos países aceptan? «Se quedarán atrapados en un limbo legal», estima la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). En la misma línea se ha pronunciado el ex primer ministro húngaro Ferenc Gyurcsány. «No podrían salir de las zonas de tránsito, no tendrían permiso para entrar en Hungría y los serbios no les permitirían volver. Estarían atrapados».

Ya son 200.000 los inmigrantes que han cruzado esta frontera desde principios de año. Muy pocos desean quedarse en Hungría, un país que no los acoge con los brazos abiertos, pero que, por su posición estratégica, se presenta, quizá, como la forma más rápida de llegar a destinos donde quieren instalarse, como Alemania. Ahora, cuando llegan y comprueban, desde el lado serbio, que la frontera es prácticamente inquebrantable, no saben cómo continuar y el país magiar no va a ponérselo fácil, ya que Budapest medita declarar el estado de emergencia. En este contexto, la «situación de crisis» alcanza de pleno a distritos del sur, Bacs-Kiskun y Csongrad, que ya lo han declarado.