Conflicto IsraelPalestina
La Autoridad Palestina entra en Gaza y retoma el control diez años después
Hamas asegura que con el nuevo Ejecutivo de unidad se sellará la reconciliación nacional llegará.
Hamas asegura que con el nuevo Ejecutivo de unidad se sellará la reconciliación nacional llegará.
Tras una década de control islamista en Gaza, una delegación de alto nivel de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) –encabezada por el propio primer ministro, Rami Hamdala– entró ayer en la franja para tomar posesión del Gobierno, hasta ahora en manos de los islamistas de Hamas.
La comitiva, en una larga caravana de 30 automóviles que incluía a una veintena de ministros, cruzó el puesto de Erez, que conecta territorio israelí con la franja de Gaza, llevando tanto a destacados miembros del grupo Al Fatah como a jefes de seguridad y numerosos guardaespaldas armados. Las figuras clave que acompañaron a Hamdala ayer fueron Majed Faraj, jefe de la Inteligencia palestina, muy cercano al presidente Abas; el jefe de la Policía palestina, Hazem Attala, y el del seravicio de Seguridad Preventiva, Ziad Hab Al Rih.
Miles de palestinos aguardaron y vitorearon al séquito a ambos lados del camino, abalanzándose a veces sobre el vehículo del primer ministro, máximo representante de Ramala. El mensaje de Hamdala fue terminante: «Hemos venido nuevamente a Gaza a profundizar la reconciliación y poner fin a la división interna», y añadió que «sólo si estamos unidos tendremos nuestro propio Estado».
El trasfondo de esta nueva situación fue el reciente anuncio de Hamas sobre su disposición a desmantelar el «comité administrativo» que creó el año pasado «en aras de la reconciliación». Dicho comité funcionaba como un gobierno en la sombra. Parece claro que lo que llevó a Hamas a tomar esta decisión fueron las fuertes sanciones económicas y de otra índole que le impuso el presidente palestino, Mahmud Abas, que dificultaron más aún el margen de maniobra de Hamas en la compleja zona de Gaza.
Finalmente, en un comunicado publicado días atrás, la organización se manifestó dispuesta a devolver a la ANP la responsabilidad de gobierno. Tras ganar Hamas las elecciones de 2006, se constituyó un Ejecutivo de unidad, liderado por Haniye, que no logró consolidarse, lo que derivó en enfrentamientos armados en junio de 2007 en Gaza entre Hamas y las fuerzas leales a la ANP, que finalmente fueron expulsadas del territorio.
El Gabinete de unidad nacional encabezado por Hamdala se reunirá en Gaza y en los próximos días asumirá formalmente sus responsabilidades en la franja. Esto no significa que hayan terminado los problemas. Las negociaciones en detalle sobre cómo implementar una reconciliación palestina definitiva comenzarán la semana próxima en El Cairo, una forma de destacar el papel central jugado por Egipto en la gestión de la crisis.
Cabe recordar los varios acuerdos logrados en los últimos años, especialmente desde 2011, anunciados dramáticamente como reconciliación que, sin embargo, terminaron fracasando. El principal desafío radica en lo complejo de las diferencias aún pendientes entre Hamas y Al Fatah, componente central de la Autoridad Palestina. Hamdala lo avanzó ayer: «Somos conscientes de que el camino aún es largo y difícil. Deberemos enfrentarnos a obstáculos y desafíos». En la misma línea, se pronunció el jefe del Departamento Político de Hamas, Ismail Haniyeh: «Sabemos que la senda hacia el fin de la división interna será larga de recorrer y estará repleta de retrocesos». La gran pregunta es cómo se gestionará la nueva situación de Gaza, una región con un desempleo del 50% y alto nivel de pobreza, donde Hamas no está dispuesta a abandonar las armas.
El jefe de Hamas en Gaza, Yehya Sinwar, se manifestó recientemente en términos categóricos respecto a la importancia de la reconciliación, afirmando que es una decisión estratégica. Advirtió inclusive de que «partirá el cuello» a quien se oponga. Pero nada indica que Hamas vaya a renunciar ni al arsenal que usó contra Israel ni a su control de los servicios de seguridad. Pero el presidente Abas declaró días atrás que no aceptará un modelo «como Hizbulá en Líbano», donde existe un Gobierno formal, aunque en la práctica es la milicia chií proiraní la que ostenta el poder militar.
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