Colonia

Los Soldados de Odín aterrorizan Finlandia

Patrullas urbanas neonazis vigilan las calles ante la oleada de refugiados.

Miembros del grupo neonazi los Soldados de Odín, durante una manifestación en Joensuu (Finlandia) el pasado 8 de enero
Miembros del grupo neonazi los Soldados de Odín, durante una manifestación en Joensuu (Finlandia) el pasado 8 de enerolarazon

Patrullas urbanas neonazis vigilan las calles ante la oleada de refugiados.

Desde hace un año, nada es igual en Kemi, una pequeña ciudad de la Loponia finlandesa con apenas 20.000 habitantes. La avalancha de refugiados llegados a través de la frontera con Suecia ha desbordado a las autoridades locales y ha aumentado la inquietud entre los vecinos. Un malestar que ha alentado el nacimiento de los Soldados de Odín, una patrulla urbana de jóvenes neonazis que pretende proteger a los finlandeses de los “intrusos islámicos”, a los que culpa del aumento de la criminalidad y la inseguridad en el país nórdico. A imagen del movimiento alemán Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente), se describen como “una organización patriótica que lucha por una Finlandia blanca” y en sus manifestaciones enarbolan pancartas con el lema “los refugiados no son bienvenidos”.

Con sus chaquetas negras decoradas con una bandera finlandesa y un vikingo a la espalda, los Soldados de Odín (el principal dios de la mitología nórdica) se han convertido de la noche a la mañana en una preocupación de primer orden para el Gobierno, que teme enfrentamientos violentos entre radicales y refugiados.

Mika Ranta, el organizador de las patrullas en Kemi, se define a sí mismo como nacional socialista, pero argumenta que los Soldados de Odín son un grupo al que pertenece “todo tipo de gente”. Lo cierto es que los servicios secretos finlandeses vinculan a muchos de ellos con grupos extremistas. Aunque dicen contar con organización en 23 ciudades, la Policía reduce su presencia a cinco. En declaraciones a la Prensa local el pasado octubre, Ranta explicó que “despertamos en una situación donde malvivían diferentes culturas, lo que provocó miedo y preocupación en la comunidad”. “El mayor problema -añade- fue cuando nos enteramos a través de Facebook de que solicitantes de asilo se apostaban en los colegios de primaria haciendo fotos a niñas”.

Como ha ocurrido en Colonia y otras ciudades alemanas y en Estocolmo, las denuncias de agresiones sexuales se han duplicado durante el último año en Finlandia, al pasar de 75 a 147, si bien no se conoce la identidad de los autores. De hecho, la pasada Nochevieja, un “chivatazo” y la hábil actuación policial impidieron que se reprodujeran los tristes sucesos de la capital renana.

El clima de inquietud ha obligado al primer ministro finlandés, el centrista Juha Sipila, a asegurar que el Gobierno no permitirá que estas patrullas neonazis suplanten a las Fuerzas de Seguridad en las calles. “La Policía es la responsable de la ley y el orden en el país. Las patrullas civiles no pueden asumir la autoridad de la Policía”, aseguró en la televisión pública YLE. En la misma línea, el ministro del Interior, el conservador Petteri Orpo, insistió en que los Soldados de Odín “no fortalecen la seguridad, sino que, por el contrario, refuerzan el estado de ánimo hostil”. “Este tipo de patrullas tienen claramente unos atributos racistas y xenófobos y su acción no mejora la seguridad. Ahora la Policía debe utilizar sus escasos recursos al seguimiento de su acción”, se lamentó Orpi. El ministro quiso desautorizar así al jefe de la Policía Nacional, Seppo Kolehmainen, que previamente había sugerido que los Soldados de Odín podían ser útiles para alertar a los agentes de posibles delitos.

La contundencia del tripartito de derechas que gobierna Finlandia desde mayo no es tan unánime como se podría pensar. Mientras que el ministro de Finanzas y líder conservador, Alexander Stubb, apuesta claramente por la ilegalización de “todas las patrullas callejeras racistas”, los populistas Verdaderos Finlandeses defienden la liberta de los ciudadanos para organizarse. Así, el ministro de Justicia, Jari Lindström, asegura que “el hecho de que detrás de este movimiento se encuentren personas que han cometido delitos y cumplido plenas de prisión ciertamente despierta interés, pero el gran problema es que los ciudadanos sienten que falta seguridad”. Con todo, la clase política, no oculta que la posible ilegalización del movimiento podría ser un callejón sin salida si vulnera los principios constitucionales.

El Partido de los Finlandeses, antes conocido como Verdaderos Finlandeses, recurre a esta equidistancia para frenar la caída en intención de votos que le conceden los sondeos tras entrar en el Gobierno. Su impronta, sin embargo, se ha hecho sentir en estos meses con el endurecimiento de las leyes de inmigración. Los refugiados mayores de edad, por ejemplo, son obligados a trabajar para sufragar los costes de su estancia en el país nórdico. Finlandia, como el resto de los países europeos, se ha visto superada por la ola de inmigrantes procedentes de Oriente Medio y África. Durante el año pasado, recibió 32.500 solicitudes de asilo frente a las 4.000 de 2014, lo que le sitúa como el cuarto país de la UE que más refugiados ha recibido en relación con su población. Tras tres años de recesión, el país nórdico, que cuenta con una población inmigrante sustancialmente más baja que sus vecinos nórdicos (6% frente al 15% de Suecia), afronta un duro reto para la integración de los asilados.

Con Facebook como plataforma, la sociedad civil ha respondido a la amenaza extremistas de los Soldados de Odín con las Hermanas de Kyllikki, que hace referencia a un personaje del poema épico finlandés “Kalevala”. “Nuestro objetivo es ayudar a las personas y construir un diálogo con todos los finlandeses y también con los inmigrantes”, asegura una de las fundadoras del grupo, Niina Ruuska. Sería revelador saber si Odín, dios de la guerra, pero también de la sabiduría, que, según la leyenda puede verlo todo desde su trono en Asgard, está satisfecho con la usurpación de su nombre por unos pocos.