Crisis migratoria en Europa
Los traficantes de personas reabren la ruta mediterránea
Italia está observando el aumento de rescates por parte de su Armada en el Canal de Sicilia, frente a las costas de Libia.
Según corrobora la Guardia Costera italiana a LA RAZÓN, el número de rescatados asciende a casi 24.000 personas desde el 1 de enero. Una cifra que podría superar los salvamentos de 2015, cuando, a finales de abril, se rescató a 26.228 personas.
El mes de abril es clave en el ámbito migratorio del Mediterráneo. La llegada del buen tiempo primaveral implica un repunte de los flujos migratorios en el Mare Nostrum, por lo que no es casual que la UE, para evitar otra crisis de refugiados como la de Europa Oriental, mire ahora hacia Italia. «En los Balcanes actuamos demasiado tarde, por eso es necesario cooperar con Italia para evitar que este escenario se repita», declaró ayer el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ante la Eurocámara.
Italia está observando el aumento de rescates por parte de su Armada en el Canal de Sicilia, frente a las costas de Libia. Ayer, su Armada salvaba a 121 personas en una lancha neumática; el martes, unas 2.154 más y el día anterior, otras 1.850: un total de 25 rescates en 48 horas.
Según corrobora la Guardia Costera italiana a LA RAZÓN, el número de rescatados asciende a casi 24.000 personas desde el 1 de enero. Una cifra que podría superar los salvamentos de 2015, cuando, a finales de abril, se rescató a 26.228 personas. Atendiendo a la principales nacionalidades del primer trimestre de 2016, la peligrosa ruta Libia-Italia concentra los flujos africanos: Nigeria (3.415 personas), Gambia (2.270), Senegal (1.661), Guinea (1.594), Costa de Marfil (1.541), Somalia (1.504) y Mali (1.442). Mientras tanto, Austria ya está construyendo una nueva valla de 250 metros en Brennero, en la frontera con Italia.
Grecia es el gran escenario del Mediterráneo oriental. En lo que va de año, han llegado allí 153.156 personas, siete veces más que el año pasado (22.408), algo que enmarcar en relación a la guerra en Siria. Hace 12 meses, la intensificación de la ruta Turquía-Grecia dio inicio a la actual crisis de refugiados en los Balcanes. Entre enero y marzo, las principales nacionalidades son: Siria (73.719 personas), Afganistán (38.534), Irak (23.445), Pakistán (5.317) e Irán (4.467). Esta ruta concentra los flujos migratorios asiáticos.
Atendiendo a los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Europa ha visto llegar a sus costas a 173.761 personas en 2016, el triple de refugiados y migrantes respecto a 2015. El triste dato de las muertes ocurridas desde enero, 723 personas, pone de manifiesto un dato negativo: que el 75% de los migrantes y refugiados que mueren en el mundo lo hace en el Mediterráneo, repartidos a partes iguales entre el central y el oriental. En el caso de España, se habla de datos muy inferiores: 648 llegadas y, lamentablemente, cinco fallecidos.
La UE se prepara para ofrecer su ayuda a Italia «si la pide» porque Libia es un territorio con un Estado en (re)construcción. En un contexto donde el Estado Islámico dificulta la seguridad de la zona. Hace dos días el ministro de Exteriores italiano, Paolo Gentiloni, realizaba una visita oficial para apoyar al nuevo Gobierno de unidad nacional apoyado por Naciones Unidas. El problema de los miembros de la UE es que no desbloquean su statu quo migratorio. La falta de identidad interna les impide cumplir con su humanidad externa. Como consecuencia, se observan estrategias erráticas para proteger a los refugiados, estén vivos o en peligro, incumpliendo el Derecho Internacional. La Europa cortoplacista seguirá viendo las migraciones sólo como un problema político, cuya lejana solución también será exclusivamente política. Ayer, Tusk reconoció que «el acuerdo con Turquía tampoco es perfecto», pero hizo hincapié en su pertinencia para «frenar el flujo de inmigrantes ilegales hacia la UE».
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