Rusia
Putin: «Trump no me ha defraudado, pero no espero nada de él»
El mandatario asegura que es Occidente quien ha inventado la amenaza rusa y niega que su país necesite utilizar a «hackers» para intervenir en los procesos democráticos de Europa y Estados Unidos
El mandatario asegura que es Occidente quien ha inventado la amenaza rusa y niega que su país necesite utilizar a «hackers» para intervenir en los procesos democráticos de Europa y Estados Unidos.
l «zar» ruso pisó Versalles esta semana. Era su primer encuentro con el nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, después del gran desplante de su antecesor, François Hollande, que se negó a recibirle el año pasado como represalia por los bombardeos rusos contra la ciudad siria de Alepo. Vladimir Putin acudió a la cita en un momento clave: Occidente sabe que es necesario acercar posiciones con él para la solución de varios conflictos abiertos en el mundo, pero no puede aceptar su política exterior y sus desmanes, «hackeos» incluidos. Sobre todo ello habló en esta entrevista concedida al diario francés «Le Figaro».
–Usted acudió a París para inaugurar una exposición conmemorativa de los 300 años de relaciones entre Francia y Rusia. Desde 1717, los vínculos franco-rusos han tenido altos y bajos. ¿Dónde se encuentran hoy?
–El presidente Macron me invitó a inaugurar una exposición que conmemora el aniversario, pero tenga en cuenta que las relaciones entre Rusia y Francia son mucho más antiguas. Tienen raíces aún más profundas. Es cierto que nuestras relaciones han sido particularmente exitosas en los últimos tres siglos. Espero que las entrevistas que mantuve con el presidente Macron les den un nuevo impulso.
–¿Qué representa para usted la figura de Pedro el Grande, que llegó a Versalles en 1717 y pasó varios meses en Francia?
–Le dije a mi homólogo francés: Pedro I, Pedro el Grande, es sobre todo el zar reformador. Es la persona que trajo a Rusia lo que era mejor y más innovador en el mundo de su tiempo. Siempre luchó para que Rusia tuviera un lugar digno en los asuntos internacionales. Quiso dejar un imperio más moderno y orientado hacia el futuro y lo consiguió. Era un hombre de cultura universal. Estaba interesado en la ciencia, en el ámbito militar, en la construcción naval. Dejó tras de sí un legado extraordinario del que Rusia todavía goza hoy en día.
–¿Cómo fue este primer encuentro con Emmanuel Macron? ¿Ha ido más allá de la desconfianza mutua?
–En cualquier reunión de este nivel, sobre todo si es la primera, siempre tenemos expectativas. Si no hubiera ninguna, la misma celebración de una reunión no tendría sentido. Hubo, por supuesto, expectativas y esperanzas, y los dos repasamos las posiciones del presidente francés, los asuntos internacionales y el desarrollo de nuestras relaciones bilaterales. Les puedo decir que el nuevo presidente de la República francesa tiene su propia visión en el campo internacional. En general, ésta es una visión muy pragmática. Y lo cierto es que tenemos puntos de convergencia que nos permiten trabajar juntos.
–La aplicación de los acuerdos de Minsk en Ucrania parece estar bloqueada. ¿Ha avanzado con el presidente Macron en el camino hacia una resolución del conflicto?
–El progreso en la resolución de conflictos, entre ellos el del sureste de Ucrania, depende principalmente de las partes en conflicto. Es un asunto interno de Ucrania. Esto es principalmente un conflicto entre los propios ucranianos que se produjo con la toma de poder inconstitucional de 22 de febrero de 2014 en Kiev [donde el Parlamento depuso al presidente prorruso Yanukovich]. Ésa es la fuente de todos los problemas. Lo más importante ahora es que las partes en conflicto puedan encontrar la fuerza para negociar entre sí. La pelota está en el tejado de las autoridades de Kiev. Es a ellos a quienes les corresponde dar el primer paso para ir hacia el logro de los acuerdos de Minsk, es decir, hacia una consecución de una autonomía jurídica para las regiones que se han rebelado contra Kiev.
–¿Qué puede ayudar a avanzar las negociaciones? ¿Rusia puede tomar iniciativas para avanzar hacia la reconciliación del país?
–Tomamos cada uno iniciativas en cada momento y creemos que lo primero que debe hacerse es retirar a las Fuerzas Armadas de la línea del alto el fuego. Las fuerzas ucranianas no han retirado todas sus armas pesadas detrás de esa línea, según lo previsto en el segundo protocolo de Minsk. En el terreno político hay que introducir la ley, ya adoptada por el Parlamento de Ucrania, sobre la situación especial de estos territorios [por las regiones de Lugansk y Donetsk]. Fue adoptada, pero no ha entrado en vigor. Pasa lo mismo con la ley de amnistía. Ha sido adoptada, pero no firmada por el presidente y, por lo tanto, no ha entrado en vigor. Se debe cumplir con la rehabilitación social y económica de las repúblicas no reconocidas (repúblicas secesionistas [Lugansk y Donetsk]. En lugar de eso, los ucranianos han impuesto su bloqueo económico. Ése es el problema. Por otra parte, son los radicales los que han impuesto un bloqueo económico mediante el cierre de las vías férreas entre las dos partes del país. El presidente Poroshenko denunció esta acción. En estas condiciones, es imposible hablar de la solución de este conflicto.
–Tras la intervención militar en Siria en septiembre de 2015, ¿qué solución recomienda para este país devastado por una guerra que ha cumplido ya seis años?
–Por encima de todo, quiero hacer hincapié en un enfoque constructivo con Turquía e Irán. Y, por supuesto, es necesario discutir con el Gobierno sirio, con el que hemos sido capaces de decretar un alto el fuego. Por supuesto, esto no sería posible sin la participación de la oposición armada de Siria. Éste fue el primer paso que dimos. El segundo es un acuerdo sobre las áreas de distensión. Sin el alto el fuego no podemos hablar de una solución política. Ahora una nueva tarea se impone a todos nosotros. Debemos completar técnicamente el proceso de creación de zonas de desescalada, desarrollar sus fronteras geográficas, llegar a un acuerdo sobre el funcionamiento de sus instituciones descentralizadas y asegurar vínculos con el mundo exterior. También he hablado de ello con el presidente Macron, que ha planteado el tema de los convoyes humanitarios. Tiene razón en eso, estoy de acuerdo con él. Pero una vez que estas áreas se formalicen, espero que la cooperación entre el Gobierno y las personas que van a controlar estas áreas pueda comenzar. Entonces, el proceso político seguirá: la reconciliación política, si se logra desarrollar una constitución y la celebración de elecciones.
–Bachar al Asad es acusado por Occidente de bombardeos químicos contra su población. ¿Está planeando un futuro político de Siria sin él?
–Yo no creo que pueda decidir el futuro político del Estado sirio, ya sea con o sin Asad. Es una pregunta que se debe formular al pueblo sirio. Nadie puede reclamar los derechos que pertenecen a un país.
–Usted dice: «No necesariamente con él, no necesariamente sin él»...
–Es el pueblo sirio quien ha de decidir. Usted ha hablado de los cargos contra el Gobierno de Asad en el uso de armas químicas. El día después del último ataque, propusimos a nuestros socios estadounidenses y a todos los interesados organizar una inspección en el aeródromo desde donde habrían despegado los aviones con misiles químicos. Si ése fuera el caso, se habrían encontrado rastros químicos en el aeródromo. Pero todo el mundo se negó a las comprobaciones. También propusimos auditorías de las zonas de los ataques, pero de nuevo no nos dieron una misión de inspección con el pretexto de que sería peligroso. Creo que se hizo con un propósito: justificar y mantener la presión, incluida la militar, de la comunidad internacional contra Asad. No hay evidencia del uso de armas químicas por parte del presidente sirio. Creemos que no lo ha hecho.
–¿Tendrá en cuenta el término «línea roja» utilizado por el presidente Macron para el uso de armas químicas?
–Sí. Contra cualquier fuerza que utilice armas químicas es necesario que la comunidad internacional establezca una política común y dé una respuesta.
–Con la elección de Donald Trump, se especuló sobre una nueva relación entre Estados Unidos y Rusia. Pero no parece haberse relajado esta relación. El presidente Trump incluso ha hablado de la «amenaza rusa» a la OTAN la semana pasada. ¿Se siente decepcionado?
–No. No espero nada bueno del presidente de Estados Unidos. Por supuesto, hemos oído durante toda la campaña sus intenciones de normalizar las relaciones ruso-estadounidenses, ya que son escasas. Entendemos que para las personas que perdieron las elecciones presidenciales será difícil de aceptar su derrota y continuarán interviniendo activamente en la política interna, jugando la carta antirrusa y evocando una amenaza totalmente imaginaria. Por lo tanto, no estamos en un apuro y esperamos que un día nuestras relaciones mejoren.
–En un mundo ideal, ¿qué se puede esperar de EE UU para mejorar sus relaciones?
–El mundo ideal no existe y la política no conoce el tiempo condicional. Pero, ¿por qué EE UU no disminuye su gasto militar? Gasta más en su defensa que los presupuestos militares de todos los demás países del mundo juntos. Así que entiendo que el presidente estadounidense quiera recuperar parte del gasto en sus aliados de la OTAN. Es natural. Pero lo que sobre todo me interesa de esta última cumbre en Bruselas es que se ha dicho que la OTAN quiere establecer buenas relaciones con Rusia. Pero, ¿por qué aumentar el gasto militar? Veo una contradicción, pero no es nuestro negocio. Es la OTAN quien debe decidir qué cantidad de dinero pagar y con qué propósito. Eso no nos preocupa. Nosotros aseguramos nuestra propia seguridad. Desarrollamos nuestra industria de defensa y estamos seguros.
–Varios de sus países vecinos buscan la garantía de seguridad en la OTAN. ¿Para usted es algo escandaloso?
–Para nosotros es una señal de que nuestros socios en Europa y Estados Unidos tienen una política miope. Ellos no quieren ver la realidad. Cuando la Unión Soviética desapareció, los políticos occidentales nos dijeron –no estaba escrito en un acuerdo internacional, pero se dijo, créame– que la OTAN no se movería hacia el este. Los alemanes propusieron crear un nuevo sistema de seguridad en Europa con la participación de EE UU y Rusia. Si se hubiera hecho en ese momento, no tendríamos hoy el problema de que se están expandiendo hacia el este de la OTAN, a nuestras fronteras, colocando la infraestructura militar del bloque en nuestras fronteras. Puede que no hubiera habido ninguna salida unilateral de EE UU del Tratado ABM (misiles antibalísticos), que era una piedra angular de la seguridad actual y quizás incluso de la del futuro. No habría hoy un escudo antimisiles estadounidense en Polonia y Rumania. Inevitablemente, esto crea una amenaza para nuestras fuerzas y rompe con el equilibrio estratégico, que es extremadamente peligroso para la seguridad internacional. Pero no se puede volver atrás. No es una película de ficción que puede retroceder a voluntad. Pero si queremos resolver este problema, debemos preguntarnos lo que queremos para el futuro. Todos buscamos la seguridad, la paz y la cooperación. Dejen de inventar amenazas imaginarias de Rusia, guerras «híbridas» u otro espectro de este tipo. Los han inventado ustedes mismos. Se asustan a sí mismos. Se basan en datos imaginarios. La única perspectiva es la cooperación en todos los campos, incluida la seguridad. ¿Cuál es el problema número uno de seguridad hoy en día? Es el terrorismo islamista. Ha golpeado Europa. Ha golpeado Rusia. Ha golpeado Bélgica. De lo que se necesita hablar es de la guerra en Oriente Medio.
–¿Por qué razón rusos y occidentales no consiguen trabajar juntos contra el terrorismo islamista?
–Debemos pedir esto en Europa. Nosotros estamos listos para cooperar. Pero es un proceso que no es simple. Mire, después de un ataque en París, el presidente Hollande se puso en contacto conmigo. Estábamos de acuerdo en las acciones conjuntas contra el terrorismo. El portaaviones «Charles de Gaulle» se dirigió a la costa de Siria, pero la operación continuó como parte de una coalición liderada por Estados Unidos. Dentro de esta coalición, mire quién es el líder y lo que dice. Estamos abiertos a esta coalición, pero no es fácil, incluso con los estadounidenses. Sin embargo, en los últimos tiempos, hemos visto mejoras. Hablé por teléfono con el presidente Trump, que apoya la idea de las áreas de distensión. Hoy en día, reflexionamos juntos sobre la forma de garantizar los intereses de todos los países de la región en el sur de Siria. Me refiero a todos los países que tienen problemas: Jordania, Irak, la propia Siria. Y, por supuesto, estamos dispuestos a escuchar a los estadounidenses y a nuestros socios europeos, pero hay que mantener un diálogo concreto y no discutir temas imaginarios.
–Las sospechas de injerencia rusa en la campaña electoral de Estados Unidos provocaron una tormenta política en Washington. En Francia surgieron suspicacias similares. ¿Cuál es su reacción?
–La Prensa occidental habló de «hackers» rusos. Pero, ¿en qué se basa? Cuando el presidente Trump habló dijo cosas muy correctas. Tal vez no era de Rusia, pero alguien ha insertado una memoria USB con el nombre de un ciudadano ruso. Rusia nunca ha practicado la piratería. No nos era necesario. No teníamos ningún interés. ¿Para qué? He hablado con varios presidentes de EE UU. Ya sabe, los presidentes van y vienen, pero la política no cambia. ¿Y sabe por qué? Debido a que la burocracia en Estados Unidos es muy poderosa. La persona elegida tiene una opinión, sus ideales, su visión, pero el día después de las elecciones, las personas con maletines, corbatas, trajes y camisas blancas simplemente le explican cómo debe actuar un buen presidente. Y cambiar algo en esta situación es muy difícil. Lo digo sin ironía.
–¿Esta tormenta en Washington estaría basada en una ficción absoluta?
–Sí, en la ficción. El deseo de los que perdieron las elecciones para remediar su situación al acusar a Rusia de interferencia. Perdieron porque el ganador estaba más cerca de la gente y comprende mejor las aspiraciones de los votantes. En vez de explicar y demostrar a los demás que la política seguida por los demócratas no era buena, prefirieron decir que alguien desde fuera había engañado al pueblo estadounidense, que manipuló la elección. Pero no es el caso. Ellos simplemente perdieron. Hoy Washington utiliza la tarjeta antirrusa, y es perjudicial para las relaciones internacionales. Se podría, por supuesto, discutir quién es el mejor y quién es el más inteligente. Pero bueno, pasará...
–El año 2018 será el de las elecciones rusas, parlamentarias y presidenciales. ¿La oposición, que se queja de no poder hablar, podrá participar democráticamente? ¿Volverá usted a ser candidato?
–Todas las campañas electorales anteriores se llevaron a cabo en el marco de la ley en Rusia. Voy a hacer todo lo posible para garantizar la realización de la campaña de 2018 en las mejores condiciones, como parte de la legislación electoral de Rusia y de la Constitución. Todas las personas que vayan a utilizar los medios legales pueden participar en las elecciones a todos los niveles. En cuanto a mi candidatura, es demasiado pronto para decirlo.
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