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El FBI descarta que el tiroteo de Las Vegas, que deja 59 muertos, sea un atentado yihadista
Un jubilado de 64 años perpetra la mayor masacre de la historia reciente del país al disparar contra una multitud en un concierto. El ataque dejó al menos 58 muertos y 515 heridos.
Un jubilado de 64 años perpetra la mayor masacre de la historia reciente del país al disparar contra una multitud en un concierto. El ataque dejó al menos 58 muertos y 515 heridos.
De repente, la música paró al escucharse los primeros disparos. Hubo una pausa. Muchos pensaron que eran fuegos artificiales. Entonces, la estrella de música country Jason Aldean prosiguió con su actuación frente a las 22.000 personas que habían acudido a verle en la última velada del Festival Route 91 Harvest en Las Vegas. Segundos después se escuchó una segunda ráfaga de disparos que venía justo de enfrente, del hotel casino Mandalay Bay. El cantante se paró. No sabía qué ocurría. Sus fans también dejaron de cantar y se hizo el silencio.
Stephen Paddock, de 64 años, estaba disparando desde su habitación de la planta 32 del hotel, donde se alojaba desde el jueves, y la gente comenzaba a caer muerta sobre el suelo en medio del horror y los gritos. Los que no recibieron impactos de bala corrieron para protegerse de los disparos procedentes del cielo. ¿Hacia dónde? Kodiak Yazzie, de 36 años, dijo que «fue la locura más grande que he visto en mi vida». Duró entre diez y quince eternos minutos, según los testigos.
Una vez localizado al tirador –la alarma de incendios saltó en su habitación por todo el humo que generaba– un equipo de élite de operaciones especiales de los SWAT llegó a su cuarto y cuando se disponía a derribar la puerta, Paddock se suicidaba pegándose un tiro. Al cierre de esta edición, el comisario de Las Vegas, Joseph Lombardo, confirmó que habían muertos 58 personas y 515 se encontraban heridas, pero advirtió de que el número de víctimas podría aumentar a lo largo del día. Además, explicó que el atacante rompió las ventanas del hotel con una herramienta similar a un martillo antes de disparar indiscriminadamente contra la multitud.
La Policía cree que Paddock introdujo él solo, sin colaboradores, las 19 armas que se encontraron en su habitación del hotel, y estudia ahora los objetos recogidos tanto allí como en su casa de Mesquite, a poco más de una hora de Las Vegas, donde también se hallaron armas de fuego. Lombardo confirmó que los investigadores han hablado con la novia del atacante, Marilou Danley, de 62 años, que se encuentra en estos momentos fuera del país. Aunque se sigue considerando que ella es una «persona de interés» en este suceso, los agentes creen que no tuvo nada que ver con la masacre.
Este tiroteo es el más sangriento en la historia de Estados Unidos, ya que supera la matanza del club gay Pulse en Orlando (Florida), donde 50 personas perdieron la vida y otras 58 resultaron heridas. En aquella ocasión, Omar Mateen, ciudadano estadounidense de origen afgano, clamó haber actuado por su lealtad al grupo terrorista Estado Islámico como reacción a un bombardeo en Irak que terminó con la vida de Abu Wahib, líder de este grupo terrorista.
Ayer, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, interrumpió su agenda para dirigirse a la nación en un mensaje a través de la televisión. «Ha sido un acto diabólico. (...). En momentos de tragedia y horror, EE UU se mantiene unido (...). Nuestra unin no se puede romper por la violencia. Aunque sintamos rabia ante estos asesinatos sin sentido de nuestros compatriotas, es nuestro amor lo que nos define», destacó Trump, que avanzó que visitará mañana Las Vegas.
Trump optó por pronunciar un mensaje sobrio y de unidad y evitó hacer referencias al Estado Islámico, que se había atribuido horas antes el ataque. Poco después, el FBI descartó una posible conexión entre el tirador Stephen Paddock y el grupo yihadista. A esto, en un principio, se añadió la circunstancia de que Paddock se hubiese convertido al islam hace poco tiempo. Además, el lugar del atentado recordó al ataque bomba en el concierto de Ariana Grande en Manchester, donde fueron asesinadas 22 personas, y al del concierto de París en la sala Bataclan. Ambos fueron inspirados por el grupo terrorista.
Horas después, cuando todavía se contaban los muertos, volvía a tomar fuerza el controvertido debate sobre el control de las armas en Estados Unidos. Fue la ex candidata demócrata a la presidencia Hillary Clinton la que abrió la polémica: «La gente se marchó por el sonido de los disparos. Imaginen las muertes si el tirador hubiese tenido un silenciador, algo que la NRA ]Asociación Nacional del Rifle, por sus siglas en inglés] quiere facilitar», escribió en Twitter. Acto seguido añadió: «Nuestra tristeza no es suficiente. Podemos parar y debemos dejar la política de lado. Plantarnos ante la NRA, y trabajar juntos e intentar frenar lo que ocurre», dijo Clinton, que fue muy criticada por el Partido Republicano al considerar sus comentarios oportunistas. En medio de este debate, las acciones de las principales empresas fabricantes de armas del país volvían a subir en la Bolsa.
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