Cataluña
Un escándalo acorrala al ministro belga que ofreció asilo a Puigdemont
El independentista Francken deportó a refugiados que fueron torturados al regresar a Sudán.
El independentista Francken deportó a refugiados que fueron torturados al regresar a Sudán.
El Gobierno belga de coalición vuelve a estar en el punto de mira. La polémica envuelve de nuevo la política migratoria. El protagonista: el controvertido ministro de Migración, Theo Francken, conocido también por ofrecer asilo al ex president de Cataluña Carles Puigdemont. En esta ocasión, Francken ha permitido la deportación de una decena de sudaneses que sufrieron torturas al regresar a su país. La decisión ha despertado todas las alarmas y una tormenta política.
Los democristianos francófonos del opositor partido Centro Democrático Humanista denunciaron ayer el comportamiento del presidente del partido nacionalista flamenco (N-VA), Bart De Wever, y pidieron el cese del secretario de Estado de Asilo, Theo Francken. De Wever anunció el domingo que apoyaría al secretario de Estado, independientemente de las conclusiones de la investigación sobre el caso de los deportados sudaneses que lleva a cabo el Comisariado General para Refugiados y Apátridas.
Por otro lado, el presidente de la comisión de Finanzas del Parlamento belga, Eric Van Rompuy, que forma parte de los democristianos flamencos (CD&V), que también son socios de la coalición gubernamental, acusó a Michel de haberse convertido en una «marioneta» de la N-VA. El primer ministro salió ayer al paso para rechazar el «chantaje», las «amenazas» y las «provocaciones» que han lanzado por este escándalo.
Francken ya puso en apuros al Gobierno de coalición liderado por el liberal francófono Charles Michel hace poco más de dos meses, cuando sugirió que Puigdemont podría pedir asilo en Bélgica. El ex dirigente catalán no tardó en hacer las maletas y huir a la capital belga un día después, el pasado 30 de octubre, tras las polémicas declaraciones del secretario de Estado, aunque finalmente el Gobierno belga rectificó y el primer ministro imploró al resto de su Ejecutivo discreción y prudencia en torno al conflicto en Cataluña.
Y así lleva ya Michel varios meses, luchando contra viento y marea por el desequilibrio de las fuerzas dentro del Ejecutivo federal y que amenazan el propio equipo de Gobierno. Pero sin duda lo que más hace tambalear al Gabinete últimamente han sido las polémicas relacionadas con la cartera de Migración. Una de sus reacciones más criticadas y sonadas fue la negativa, en noviembre de 2016, a otorgar visados a una familia siria de Alepo con dos hijos de 5 y 8 años, después de que una familia belga de la ciudad de Namur aceptara su acogida. Francken también empleó el término «limpiar» las calles de Bélgica de extranjeros.
Otro episodio que provocó peticiones de dimisión por parte de grupos de la oposición ocurrió cuando al comienzo de la legislatura, en octubre de 2014, la televisión pública belga se hizo eco de la asistencia de Francken al cumpleaños de un antiguo miliciano de extrema derecha que colaboró con los nazis durante la II Guerra Mundial. El actual secretario de Estado se limitó a criticar como «inaceptable» la «caza de brujas contra un nonagenario», pese a que el hombre nunca había renegado de su pasado.
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