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Las mujeres del clan Pujol: Mandonas y esotéricas
La hippy, la «ambiciosa» y las discretas. Las nueras del ex presidente Pujol son muy diferentes entre ellas, pero las une un extraño nexo: «Viven casi obsesionadas con el más allá», afirman quienes las conocen
Todo el mundo en Barcelona habla ahora de ellas, pero muy pocos las conocen de verdad. La sombra de Marta Ferrusola, la influyente «Dona» del clan Pujol, ha inundado miles de páginas, aunque la imagen de sus nueras es altamente desconocida para el gran público y ha salido veladamente a la luz a raíz de los escándalos que atenazan a la familia. ¿Víctimas o beneficiarias del apellido? Esta es la gran pregunta que todos se hacen al hablar de un grupo de mujeres bien instaladas en la sociedad catalana, cómplices y compañeras, pero de las que en el entorno familiar se habla con respeto. «Ellas ya tenían posición y dinero, no necesitaban casarse con un hijo de Pujol para medrar», aseguran en el círculo pujolista, donde el matriarcado siempre ha estado presente. Aquí nadie lo duda: las señoras mandan. Tal vez por la influencia de la abuela, María Soley, y sobre todo de la madre, Marta Ferrusola, los hijos del ex presidente de la Generalitat buscaron mujeres y aliadas de fuerte personalidad. Y desde luego, ninguna pobre o de mala familia. La esposa, hijas, nueras y nietas de Jordi Pujol han tenido casas, cuentas corrientes y negocios unas veces paralelos a sus maridos, y otras bien divergentes. Pero siempre con una enorme discreción y un sentido profundo, casi sagrado, de la vida familiar. Incluso Mercé Gironés, la ex esposa del primogénito Jordi Pujol Ferrusola, una vez separada, siguió en cabeza de la economía conyugal y le acompaña en el calvario judicial. «Juntos hasta en su imputación ante el juez Ruz», dice un amigo común de la pareja.
Mercé Gironés, Anna Vidal, Laura Vila y Sonia Soms son las cuatro nueras de Jordi Pujol y Marta Ferrusola. Todas ellas «niñas bien» de la burguesía catalana, con ilustres apellidos, esmerada formación y educadas en colegios religiosos en Cataluña y el extranjero. De hecho, algo que las une es su profunda espiritualidad y pasión por la trascendencia. Según amigos cercanos, las mujeres de los hijos del ex presidente tienen carácter y son férreas defensoras del núcleo familiar hasta el extremo». Mandonas y esotéricas, casi obsesionadas con el más allá», aseguran quienes las conocen, tras destacar su absoluta lealtad al clan. Ello se ha visto en el proceso judicial, en el caso concreto de Mercé Gironés y Anna Vidal, imputadas ambas con sus respectivos maridos, Jordi y Oriol. Las dos son también las de mayor protagonismo en la vida pública.
«Nietísima» de campeonato
La primera fue la nuera por excelencia, al casarse con el primogénito y dar a luz una «nietísima» de campeonato. Mercé Gironés Riera, miembro de una selecta familia del mundo cultural barcelonés, se separó de Jordi Pujol Ferrusola harta de sus infidelidades, pero jamás dejó los negocios familiares, y casó a su hija mayor, Merceditas, con el heredero de una de las mayores fortunas de México, Ignacio García de Quevedo. Estudió Literatura y Periodismo en la Universidad de Barcelona, vivió en Londres y Nueva York, y siempre le gustó el lujo. «El dinero te da el glamour», le confesaba hace años a unos amigos íntimos. El «bodón» de su hija fue por todo lo alto y ella la visita a menudo en Miami, donde su yerno trabaja en un fondo de inversión americano. «A Jordi y Mercé les gustaba vivir a todo tren», afirman en el entorno.
La pareja se separó hace años, pero su relación sigue siendo muy buena. De hecho, amigos comunes opinan que Mercé fue uno de los «cerebros» de su entramado económico y un gran apoyo ante los ataques de María Victoria Álvarez, «la amante del pecado» que divulgó las cuentas turbias del clan. «Una mentirosa, resentida y despechada», aseguran amigos de los Pujol. Con calificativos muy duros se refieren a ella, acusándola sin rubor de fabular una relación que fue efímera. «A Jordi le vuelven loco los coches y las mujeres, pero esta ‘‘tipa’’ nunca fue nada serio», afirma alguien cercano, que no duda en tildar a Victoria de «bruja y maniobrera». Añaden que algún día se sabrá quién le paga, sin dudar de que Gironés estará siempre al lado de su ex marido, «a pesar de las debilidades de la carne».
La otra nuera de Pujol, aspirante a primera dama de Cataluña, es Anna Vidal Maragall, esposa el delfín Oriol, destinado a heredar el imperio político del patriarca. Emparentada con la familia de Pascual Maragall, estudió Derecho y se casó con el «hereu», con quien compartía ambiciones políticas, veleidades soberanistas y negocios. Totalmente defenestrados de la vida pública, Anna está inculpada junto a su marido en el «caso de las ITV» y, como Mercé Gironés, ha tenido que comparecer ante el juez Pablo Ruz en la Audiencia Nacional. Según fuentes cercanas, lleva una vida más discreta y no tiene gustos tan caros como su cuñada. Le apasiona la política, pero se quedó con las ganas de ser inquilina de la Generalitat tras la imputación de Oriol. El matrimonio vive ahora recluido en su casa de Orús, en el Pirineo gerundés, y no quieren saber nada de nadie. «Está siendo todo muy duro», dicen sus amigos.
Casos muy distintos son las otras dos nueras de Pujol. Laura Vila Sagnier es la esposa de Josep, un hijo bastante desconocido. Perteneciente a una familia adinerada, de la alta burguesía catalana, es una mujer extremadamente discreta, muy espiritual, aficionada a la literatura hindú y al bikram yoga, que practica en un gimnasio de Barcelona. Apasionada del campo y el senderismo, la pareja pasa mucho tiempo en su mansión de la Cerdaña, donde se refugió el ex presidente tras confesar la existencia de sus cuentas opacas en Andorra. Josep se desprendió hace tiempo de sus sociedades inversoras. Son también los que menos vida social hacían en los tiempos del esplendor pujolista.
De buena cuna
Sonia Soms, la llamada «artista» dentro de la familia, es la mujer del menor de la saga, Oleguer. De buena cuna, en el sector textil de Tarrasa, estudió Bellas Artes en Nueva York y fundó después su propia empresa de interiorismo en Barcelona. Es una decoradora de prestigio en el sector y se casó con el benjamín de los Pujol, en Formentera, en una boda minimalista y algo hippy. En el entorno familiar aseguran que Laura y Sonia son las únicas que se han mantenido al margen de los negocios del clan, dedicadas a su trabajo y a sus niños. Laura, en una librería que regenta con otras amigas, y Sonia, en su estudio de decoración. Son, además, quienes mejor relación tienen con Marta Ferrusola, una suegra «de armas tomar», auténtica matriarca de la saga.
El otro hijo de Pujol, Pere, ingeniero agrónomo, se casó con una compañera de facultad y montó una consultora para temas medioambientales. Es el más desconocido de todos y, según personas cercanas, su mujer pasa largas temporadas en el extranjero. Todos en el entorno de la familia coinciden en que las damas de los Pujol son defensoras y cómplices de sus maridos. Mercé y Anna, inculpadas. Laura y Sonia, alejadas. Pero todas a una, incluso la ex del primogénito. Se llevan bien con sus suegros y con sus dos cuñadas, Marta y Mireia, una arquitecta y una danzarina vinculadas a movimientos independentistas. Aseguran que no son unas arribistas y que estarán al lado de sus maridos de modo incondicional. Para bien y para mal. Las «donas» mandan.
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