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Marcela Topor y Neus Bramona: reinas de la independencia
La esposa de Carles Puigdemont y la de Oriol Junqueras tienen en común su deseo de mantenerse alejadas de la atención que tanto llaman sus parejas, pero también el fervor compartido por la causa independentista que apoyan desde un moderado segundo plano.
La esposa de Carles Puigdemont y la de Oriol Junqueras tienen en común su deseo de mantenerse alejadas de la atención que tanto llaman sus parejas, pero también el fervor compartido por la causa independentista que apoyan desde un moderado segundo plano.
Carles Puigdemont y Oriol Junqueras llevan una semana acaparando la atención mediática con ruedas de prensa, actos en plazas públicas y entrevistas. Todo en preparación para su referéndum ilegal de mañana. Mientras tanto, las dos personas que más les apoyan y cuyas vidas se podrían ver más afectadas después del 1-O han permanecido no ya en la sombra, sino ausentes. Marcela Topor, periodista y madre de los dos hijos de Puigdemont, jamás ha ejercido de «primera dama» y aunque ha dicho que sueña con «una Cataluña libre», no se ha dejado ver en los actos que apoyan ese anhelo, a excepción del cierre de campaña de ayer en Barcelona. Neus Bramona, esposa del vicepresidente Junqueras, es profesora, militante de ERC e igualmente apasionada por las ideas independentistas, pero también ha preferido mantenerse alejada de los medios.
Topor se define como una optimista. Por eso, prefiere no pensar en las consecuencias que el referéndum puede tener sobre su vida personal. Hace casi un año, en distintas entrevistas, ella y su esposo abordaron la posibilidad de que éste fuera detenido por impulsar el proceso catalán de independencia. «Estoy dispuesto a ir a la cárcel, pero sería una barbaridad democrática inexplicable», dijo el presidente a «Vanity Fair» el pasado noviembre. Un mes después, Topor le contestaba a Pilar Rahola en la única entrevista que ha concedido que no sentía miedo ante esa posibilidad: «No pienso en eso. Soy de ver el vaso medio lleno». Sin embargo, un año más tarde la cuestión se ha vuelto más inmediata, entre otras cosas porque el fiscal general José Manuel Maza afirmó esta semana que, aunque no lo ven necesario de momento, «la posibilidad de pedir prisión para Puigdemont por malversación está abierta».
«MÁRTIR DE LA CAUSA»
Dicen desde su círculo que el presidente ya ha tenido varias conversaciones con su esposa en las que le ha dejado claro que no le importaría ir preso, que podría convertirse en «mártir de la causa». Topor, a la que conoció en los noventa cuando ella estaba de paso en Gerona, está igualmente dispuesta a ello, ya que afirman en su entorno que «se ha vuelto una separatista fervorosa». En aquella entrevista con Rahola, la también periodista rumana aseguraba que «estamos preparados para todo. Me adaptaré, como he hecho hasta ahora, a la decisión de Carles».
Hasta ahora, y según ella, esa adaptación no había implicado grandes cambios, ya que tras el nombramiento de su marido ella continuó con su trabajo en el diario digital en inglés «Catalonia Today», del que es directora y editora, y en el programa de entrevistas «Catalan Connections», transmitido por «El Punt Avui», que dirige Xevi Xirgo, uno de los mejores amigos de Puigdemont. Además, Topor se hace cargo de sus dos hijas, Magali y María, de 10 y 8 años respectivamente.
Las niñas justamente tuvieron su momento en los titulares esta semana después de que el colegio público en el que estudian, Escola Verd, emitiera un comunicado en el que condena «el ataque a los derechos fundamentales de los catalanes» por parte de «el Estado español». Rápidamente los medios llamaron la atención al presidente por utilizar a sus hijas para sus aspiraciones políticas. Casualmente, el colegio Els Cingles, donde trabaja desde hace años Neus Bramona, esposa del vicepresidente Oriol Junqueras, también publicó un texto en el que respalda abiertamente la causa: «Queremos manifestar nuestro apoyo al gobierno, a los representantes de las instituciones catalanas y a toda la gente que trabaja para garantizar aquellos derechos que ahora están fuertemente amenazados». Y es que, como Marcela Topor, Bramona comparte las ideas independentistas de su pareja y milita en ERC. La profesora de 44 años es madre de los dos hijos de Junqueras, Lluc y Joana, y ha mantenido su vida privada tan alejada de la atención pública como ha podido. De hecho, apenas hay rastro suyo en internet, a excepción de la noticia del nacimiento de Joana en abril de 2015 y de alguna foto de su campaña ese mismo año a las elecciones municipales de La Roca del Vallès.
Esta quizá sea la mayor diferencia entre ambas: que Topor ha declarado que «con un político en la familia tenemos suficiente», por lo que nunca se dedicaría a ello, mientras que Bramona al menos se ha visto tentada de seguir los pasos profesionales de su esposo. Sin embargo, a día de hoy en el entorno político y periodístico de Barcelona todos coinciden en que es muy raro verla junto a su pareja, que «no se prodiga ni da declaraciones», según un periodista, y que guarda celosamente su intimidad. Topor, aunque con un perfil más público gracias a su trabajo, tampoco tiene redes sociales personales, no suele acompañar a su esposo a los actos oficiales ni ofrece declaraciones. De hecho, una petición de entrevista con ella por parte de este periódico no obtuvo respuesta. Tanto Topor como Bramona buscan mantenerse alejadas del círculo del poder y a pesar de los cargos que ellos ostentan, los Puigdemont viven todavía en Sant Julià de Ramis, Gerona, en vez de en la Casa de los Canónigos, y la familia Junqueras, en San Vicente dels Horts, donde el vicepresidente fue alcalde. Ni siquiera en los actos previos al referéndum de mañana han aparecido junto a sus parejas en señal de apoyo, lo que no quiere decir que no estén de acuerdo con el proceso.
Otra semejanza entre las familias es que ambas son profundamente religiosas. Puigdemont y Topor se casaron en 2000 por lo civil en el Ayuntamiento de Rosas y según el rito ortodoxo en el Monasterio de Maramures, en la Rumanía natal de ella. En esa religión han educado a sus hijas, a las que han enseñado a hablar rumano e inglés además de catalán y castellano. A pesar de que en varias ocasiones se ha publicado que Junqueras y Bramona no están casados, lo cierto es que contrajeron matrimonio en Castellbell y Vilar y bautizaron a sus dos hijos en San Vicente.
UN HERMANO «DISIDENTE»
Bramona nació y se crió en La Roca del Vallès, donde todavía viven sus dos hermanos, Marcel e Immaculada. Ella es profesora infantil y él, dueño de Pirobram, una empresa que comercializa productos pirotécnicos. Aunque Immaculada deja claro en su muro de Facebook que también apoya la independencia (remite en sus publicaciones a entrevistas con Junqueras, por ejemplo, o a comentarios de Piqué invitando a votar mañana), Marcel afirma que en ese sentido es muy diferente a su cuñado. «Paso de eso. Mañana me voy a quedar en casa viendo la televisión, no pienso salir a la calle más que para pasear a los perros», comentaba a LA RAZÓN en una conversación telefónica: «Tengo suficiente con como estamos hasta ahora».
Por su parte, Topor, o Mars, como la llaman los amigos, tiene a su familia en Rumanía, a donde a la pareja le gusta viajar en verano. Su relación con su tierra es importante para ella –de ahí viene su fascinación, que comparte con Puigdemont, por los ritos y la mitología de la zona–, pero desde que se mudó a Cataluña se interesó por todo lo relacionado con su nuevo hogar. Mars habla inglés con un ligero acento británico –vivió en Londres–, francés, rumano, catalán y castellano, que aprendió después de perfeccionar el catalán tras nueves meses de un curso intensivo. Una de las únicas apariciones públicas suyas que se recuerda fue en la investidura de Puigdemont en 2016, cuando le plantó un apasionado beso. Seguramente, dentro de su positivismo, Topor proyecte para mañana una escena parecida. Aunque su esposo más bien se prepare para convertirse en «mártir de la causa».
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