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Marquesa de Llosa: Preysler pide al Nobel agilizar su divorcio
Ha pedido al premio Nobel que acelere su divorcio para poder casarse, pero por ahora será difícil. El miércoles, mientras la pareja oficializaba su relación en Nueva York, la esposa y los hijos del escritor cenaron a escasas manzanas y no se vieron.
Isabel Preysler no es mujer de romances sino de maridos. La viuda de Miguel Boyer nunca se ha sentido cómoda en el papel de «novia de» y así se lo ha hecho saber a su actual pareja Vargas Llosa con el que ha pasado unas románticas vacaciones en el Caribe para afianzar su relación. Preysler ha sido clara y rotunda: o el premio Nobel se convierte en un hombre libre, o la relación no llegará a nada. Ya le ocurrió en otra ocasión con un hombre, un amor que se mantuvo en secreto, y no tuvo reparos en dejarle cuando éste no dio el paso decisivo de la ruptura matrimonial en el juzgado.
El problema para Vargas Llosa es que su todavía esposa, Patricia, no está dispuesta a ponérselo fácil. Ella ha manejado durante décadas las cuentas y los ingresos del padre de sus hijos. No se le puede ocultar nada. Y una fuente allegada a pareja asegura que «como no lleguen a un acuerdo satisfactorio para las dos partes, Mario va a sufrir un gran quebranto en su economía».
Pero Isabel Preysler no entiende de des encuentros monetarios, quiere lo que quiere, una estabilidad sentimental apuntalada por un matrimonio. En este sentido, Vargas Llosa se encuentra entre la espada y la pared. Además, sus hijos no tienen el menor contacto con él y hacen causa común con su madre.
Y es que si finalmente pasan por el «altar», la en su día «reina de corazones» se convertiría en marquesa de Vargas Llosa consorte, su segundo título, porque ya fue marquesa de Griñón mientras estuvo casada con Carlos Falcó, el padre de su hija Tamara.
El Marquesado de Vargas Llosa fue concedido por el Rey Juan Carlos I por la «extraordinaria contribución de don Jorge Mario Vargas Llosa, apreciada universalmente, a la Literatura y a la Lengua española». El heredero actual del título es el primogénito de Mario, el también escritor, ensayista y periodista, Álvaro Vargas Llosa. Queda por dilucidar si el complicado proceso de divorcio que se adivina permitirá a Preysler sustituir a Patricia como marquesa consorte.
Y es que la relación del Nobel con su familia es inexistente. El pasado miércoles mientras la pareja de moda se presentaba oficialmente a nivel internacional en la gran fiesta de inauguración de la nueva tienda de la firma Porcelanosa en la exclusiva Quinta Avenida neoyorquina, Patricia y sus hijos cenaban a escasas manzanas del evento.
De haberlo querido, el escritor podría haber quedado con los suyos en un reencuentro tan deseado por los paparazzi, como «indeseable» para su esposa, que no entiende la vida de lujos de su ex, tan alejada de la que ellos llevaron durante tantos años.
Los Vargas Llosa siempre fueron una piña, y la aparición en sus vidas de Isabel Preysler ha roto las felices reuniones del pasado. El autor de «La ciudad y los perros» lleva muy mal el distanciamiento de sus hijos, que tampoco reconocen la actual imagen más «frívola» de su progenitor.
Un amigo de Vargas Llosa, que le conoce desde hace mucho tiempo, coincide con Gonzalo, uno de los hijos: «Mario ha cambiado mucho desde que está con la señora Preysler, siempre fue un hombre austero y poco gastón, ahora choca viéndole de vacaciones en lugares tan carísimos como la isla privada de Mustique».
Botox y vitaminas
En este aspecto, el autor habría querido satisfacer los gustos de su actual pareja, más acostumbrada al lujo y los actos sociales. Ahora el círculo íntimo de Vargas Llosa ha cambiado y es habitual verle junto a Fernández-Tapias y su mujer, Nuria González, con los que la pareja del momento compartió la primera parte de sus vacaciones. Vargas Llosa tendrá que acostumbrarse a los paparazzi del corazón con los que no parece sintonizar, algo en lo que se parece al fallecido Miguel Boyer. Quizá, conscientes de la gran exposición mediática que les espera en los próximos meses, la pareja Vargas Llosa-Preysler ha pasado en los últimos días por las manos de expertos en cirugía estética; ella, en Madrid y Barcelona, para inyectarse botox y vitaminas, y seguir una costosa técnica a base de hilo de oro para estirar la piel de la cara (en el lado izquierdo de su rostro), y él se habría operado de las bolsas de los ojos en la Ciudad Condal. La futura marquesa de Llosa está dispuesta a que su pareja rejuvenezca con ella.
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