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Vacaciones de lujo para Carmena: una villa de 4.000 euros a la semana

Una exclusiva urbanización en Zahara de los Atunes es el retiro veraniego de la alcaldesa de Madrid. Es una zona elitista que frecuentan numerosas personalidades de la izquierda

La casa está a 70 metros de la playa
La casa está a 70 metros de la playalarazon

La alcaldesa de Madrid veranea en la urbanización Atlanterra, la zona más cara de la costa gaditana

La alcaldesa de Madrid ya había avisado que no asistiría a las fiestas de La Paloma porque la fecha interfería con sus planes vacacionales. Lo que no se sabía es que dichos planes incluían una semana de descanso en la exclusiva urbanización Atlanterra, en Cádiz. Se le ha visto durante varios días salir de Villa Isbilia, la casa que alquiló con su familia, de camino a la playa, con bañador, pareo y sombrero para cubrirse del sol. La lujosa casa está a tan solo 70 metros de la playa y tiene una escalera de acceso que lleva directo a la arena. Muy cerca de Zahara de los Atunes, esta urbanización es uno de los lugares más vírgenes y exclusivos de la Costa de la Luz, según anuncia la página web Puerto Zahara, que promueve la zona.

La villa donde se hospeda Carmena tiene un jardin con barbacoa, un gran porche y piscina privada. En sus dos plantas cuenta con cuatro habitaciones –todas con vista al mar y a la montaña–, dos baños y dos terrazas, una pequeña y una que hace las veces de solárium. También tiene 3 plazas de garaje a las que se accede por ascensor. La urbanización tiene también dos piscinas compartidas, pensadas específicamente para los niños y, para que los padres no tengan que preocuparse, ofrecen servicio de niñera.

- Villas por 3.900 euros

Quien quiera pasar allí una temporada puede alquilar una de las espectaculares villas por 3.900 euros a la semana y, si de comprar se trata, puede o bien comprar una parcela por 300.000 euros o ahorrarse el tiempo de la construcción y hacerse con un nuevo hogar por más de un millón de euros. Estas cifras no sorprenden si se toma en cuenta que las casas están ubicadas en la urbanización más cara de la costa gaditana y que muchas de ellas están diseñadas por reconocidos arquitectos como Lamela, Campo Baeza o Moreno Mansilla. Incluso se ha asegurado que Atlanterra ya supera en precios y lujos a la Milla de Oro de Marbella. Y entre sus adeptos se encuentran muchos famosos que huyen de los flashes de la Costa del Sol.

Como Sotogrande, la urbanización no solo ofrece hermosas mansiones, sino también las actividades de recreación propias de un lugar como este. Cuenta, por supuesto, con campos de golf, canchas de tenis y, muy cerca de la zona, un club hípico que ofrece paseos a caballo por la playa.

La alcaldesa podemita se ha tomado estas vacaciones a tan solo tres meses de asumir las riendas de la ciudad. Por contra, Cristina Cifuentes se ha tomado sus deberes como presidenta de la Comunidad de Madrid. Hace unos días dijo que ella permanecerá todo el mes de agosto en la capital porque «creía que era mi obligación quedarme trabajando y poniéndome al día».

Por sus paseos matutinos por la playa y las horas que pasa recogiendo flores y tomando el sol, parece que Carmena está disfrutando plenamente de las playas que los pescadores locales apodaron «la punta de los alemanes». Cádiz es un destino cada vez más preferido por los políticos españoles de diferente signo. Pedro Sánchez estuvo recientemente en la playa de La Barrosa de Chiclana de la Frontera y Griñán, ex presidente de la Junta de Andalucía, suele descansar en El Palmar.

El oasis empieza ya a llenarse de periodistas y de «paparazzis» en busca de lo que ya no encuentran en otros lugares. Por ejemplo, a Manuela Carmena.

La «gauche divine» gaditana

La atmósfera hippy-pija de este enclave gaditano atrae a lo más granado del famoseo nacional. Nombres como Pablo Carbonell, Aitana Sánchez-Gijón, el Gran Wyoming, Huga Silva, Bibiana Fernández, Blanca Suárez, Imanol Arias y su ex mujer, Pastora Vega, y un largo etcétera disfrutan cada verano de los chiringuitos y el ambiente tan vanguardista como anclado en los años setenta, si es que el anacronismo lo permite. Pablo Carbonell se enamoró tanto de la zona que decidió filmar su película «Atún y chocolate» allí.