Artistas
Rosa López: «Hace tiempo que me solté la faja y me corté el pelo, ahora no sé qué haré»
Aspira a ir cómoda por la vida, sin ataduras ni etiquetas, y su nuevo disco, «Kairós», es reflejo de ese momento de cambio. Confiesa haberlo pasado muy mal, pero no quiere ser desagradecida.
Aspira a ir cómoda por la vida, sin ataduras ni etiquetas, y su nuevo disco, «Kairós», es reflejo de ese momento de cambio. Confiesa haberlo pasado muy mal, pero no quiere ser desagradecida.
El «single» de su nuevo álbum, «Kairós» es una declaración de superación de traumas, de miedos... pero, sobre todo, de heridas curadas y bien cicatrizadas. Rosa López quiere ir cómoda por la vida sin ataduras ni etiquetas y el disco es el reflejo de ese momento de cambio. Un café con ella es impagable: espontánea, tierna, divertida, inteligente, solidaria y empática. Con muchos grandes autores de este siglo, quien esto escribe no se ha sentido tan pequeña.
–¿Hablamos del disco?
–Es de pop experimental, porque estoy experimentando con él. Se nota que escucho a otros artistas como Adele o Coldplay... Me he despreocupado de querer sorprender, porque ¿sabes?, sólo quiero disfrutar. Al final, como dice mi madre, «todo abrocha» (todo encuentra su camino) y por fin he conseguido lo que quería.
–La letra es de terapia cognitivo conductual: «Supero mi miedo», «arranco mi ropa», «curo mis heridas», «transcribo mi historia»... ¡Menuda trabajera ha tenido!
–(Risas) ¡Ni te lo imaginas! La letra es enteramente mía y la idea era crear mi propio himno. El himno que marca el compás de la segunda etapa de mi vida. Pero no quiero ser desagradecida, lo he pasado muy mal... aunque he sido una privilegiada. Todo es difícil para todo el mundo.
–Una amiga mía dice que nadie cambia...
–No sé si se cambia, pero se evoluciona y siempre te puedes reinventar, que es como darte un golpe de Estado a ti mismo. No se puede estar toda la vida improvisando ni descontrolando. Se trata de encontrar el equilibrio... Así llega el cambio.
–Vamos, que se ha soltado «la faja» y ahora es usted misma...
–Me la solté hace tiempo, luego me cambié de pelo, luego me lo corté... ahora no sé qué haré (risas). En esta etapa he experimentado la principal de mis conquistas: saber que no quiero joderme la vida. No quiero cargar con lo que no es mío. Por eso estoy en el mejor momento y sin miedo a nada... y si lo tengo, no pienso decírtelo porque forma parte de la terapia.
–Y esa superación, esa Rosa nueva, se plasma en el «reality show» «Soy Rosa» que emite canal Ten.
–Claro. Allí se me ve con mis amigas, con mi madre, cocinando, con mi entrenador, grabando este disco... Aunque lo que realmente me convenció grabarlo fue que me dijeron que el programa servía para ayudar a los demás. A mí me dicen eso, ¡y allí que me lanzo! Cada uno ayuda como puede: yo lo hago de la forma más humilde, pero si mi pequeña experiencia le sirve a alguien, me alegro. He ido a demasiados logopedas y psicólogos como para no haber aprendido a ser empática y solidaria con los demás. ¡Todos somos uno!
–En el «reality» vemos una nueva Rosa...
–Una que se levanta a las 5:30 de la mañana y que a las 7:00 entrena. No soporto las dietas y con la alimentación vegana solo engordé. Pero el deporte me salvó la vida. No obstante, me cuido. Cuando éramos pequeños comprábamos once barras de pan en casa... y antes de entrar en la Academia pesaba más de 100 kilos. Ahora soy otra persona.
–Buena parte de esta nueva Rosa, ¿llegó de la mano del programa «Tu cara me suena»?
–Sin duda. Volver a entrar en uno, después de tanto tiempo, y darme cuenta de que sigue vivo ese cariño de la gente hacia mí, hizo que se me llenara el corazón y la cabeza se me girara en positivo. Era mi momento de cambio, y llegó de casualidad, porque barajé no aceptar participar en el espacio.
–¿De verdad pensaba que la gente había dejado de quererla, de seguirla...?
–¡Hombre! Después de muchas etapas sin cantar, sin grabar... suponía que había perdido el público que todo cantante tiene. Pero he visto que no, y quiero que no se queden atrás, que me sigan en este momento de reactualización. Aquel «Rosa de España» era un precioso sobrenombre, que me llena de amor, pero que me venía demasiado grande. So lo soy Rosa. Solo... y quiero que no me abandonen.
–«Hellooooooooo» (como diría su admirada Adele), ¿quién estaría al otro lado? ¿Quién es su mayor confidente?
–Sin duda, mi padre. Él ha sido mi mayor confidente y mi mejor consejero. Pero ahora está en otro sitio.
–Estará con el mío...
–Ojalá, ¿te imaginas? Lo que sí me ocurre es que desde que se ha ido, estamos más conectados que nunca. Cada vez que tengo que tomar una decisión importante pienso en lo que haría él... y como por inspiración, veo claramente qué es lo que debo de hacer. Es como si me lo soplara al oído.
–¡Qué suerte poder verlo así!
–Es que no quiero pensar más que en cosas bonitas. Imagina lo que nuestros padres se han esforzado para que las niñas, «las mierdas de las niñas», estén hoy aquí, hablando con una grabadora en medio, ejerciendo nuestros trabajos... ¿No ves lo orgullosísimos que estarían? Hay que ver la vida en positivo.
–Y eso que el mundo anda un poco revuelto...
–Ya. No me gusta nada hablar de política, pero entre Venezuela, Donald Trump, las guerras en medio mundo, la del ISIS contra todos... De verdad que se me parte el alma viendo sufrir a la gente.
–Ahora que menciona el ISIS, su colega Ariana Grande....
–¡Tuvo un par de bemoles! Sufrió, pero en lugar de romperse, ha seguido cantando, ha invitado a otros compañeros a que lo hagan con ella y les ha dicho a los terroristas: «No nos podéis», «no nos atemorizáis», «el bien puede al mal»...
–Sabe lo que es luchar desde la infancia: su familia ha trabajado muchísimo y usted también. Agricultores, guardacoches...
–¡Pero al final montaron una empresita! Mis padres han sido increíbles. Llegaron, incluso, a pedir limosna en la calle. Pero toda esa experiencia me ha fortalecido y me ha hecho ser como soy. Cuando tienes un padre emprendedor y una madre tan positiva como la mía, te puedo asegurar que incluso cuando teníamos dificultades, ¡lo pasábamos fenomenal! Mi padre me decía que si debía pedir, al menos lo hiciera con alegría. Haber crecido en una familia así es impagable. Y eso es un rodaje que te sirve para toda la vida. De todas formas, no soy la que peor lo ha pasado, como repetía mi madre: «Del cielo para abajo nadie lo tiene fácil», es cierto.
–Víctor Manuel decía que para la ternura siempre hay tiempo...
–Hija, la ternura llega cuando llega. A mí no se me ha acercado un chiquillo desde ya ni me acuerdo. Además, hoy en día comprometerte no es garantía de nada. De hecho, la palabra «novio» la he borrado del diccionario. Por cierto, ¿te has parado a pensar lo maravilloso que es ser mujer?
–Pero, madre sí quiere ser, ¿no?
–¿Sinceramente? Ahora mismo, no. Es la pregunta que todo el mundo me hace. Primero porque considero que no es el momento adecuado; y segundo porque no tengo pareja. Y me anticipo a tu próxima pregunta: no, no tendría un hijo para criarlo yo sola. En ese aspecto, soy muy tradicional.
–¿Qué es lo que le hace cabrearse mucho, pero muchísimo?
–Que la gente piense que soy una mujer débil. Porque una cosa es ser hipersensible y otra muy distinta ser débil o frágil.
–¿Quien es el personaje que más admiras?
–Admiro mucho a Barack Obama, pero sobre todo a su pareja, Michelle.
–¡No me esperaba yo eso!
–No me digas que, con ellos, no llegó un soplo de aire fresco a la Casa Blanca. Además de los proyectos que promueve a favor de la nutrición infantil y las causas por las que ha optado, es que me da un buen rollo tremendo. Ojalá se presentara a las próximas elecciones presidenciales como candidata demócrata y fuera la primera presidenta mujer y negra de los Estados Unidos. ¡Me encantaría!... No como el señor que tenemos ahora.
–¿Qué libro está en su mesita de noche?
–«Palabras para encontrarte» de Laura Chica y también «Superpoderes del éxito para gente normal» de Mago More. Este tipo me alucina: es socio de cinco empresas, guionista de José Mota, cómico, da conferencias, imparte cursos de formación, colabora en radio, en prensa... puede hacerlo todo porque tiene las metas claras.
–La veo en la senda de los «coach», pronto terminará contratando a Juan Carlos Álvarez Campillo...
–De momento, voy a empezar comprando su libro: «El entrenador mental». Pero oye, que también me gustan mucho las biografías. Estoy leyendo la de Marilyn Monroe, la de Anaïs Nin...
–Rosa López ¿cuál es su método infalible para cargar pilas?
–Te vas a reír, pero sobre todo estudiando inglés y fregando. Me encanta fregar los suelos, hacer las camas, quitar el polvo... Huelo el Mistol y me da sensación de paz y me libera la cabeza.
–¡La voy a contratar!
–No te rías. Y además canturreo mientras hago la casa. Fíjate lo que son los olores que cuando tengo un momento de bajón, me echo un poco de lavavajillas en las manos y me relaja muchísimo.
–Rosa, ¡es usted para llevársela a casa!
–Quita, quita: alhajas con dientes no quiere nadie.
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