Esteban González Pons
González Pons: «Que los misterios no existan lleva lo paranormal a la política»
Esteban González Pons, jefe de la delegación española del PP en el Parlamento Europeo. Ingenioso, rápido, directo y melancólico. Maneja el arte de la palabra y convierte cualquier instante en poesía.
En su pensamiento suena una banda sonora producida en los 80. Regala margaritas a sus hijas y volvería a ir a la mili todos los veranos. En su libro «Tarde de paseo», recopila lo que hay en su trastienda, su vida cotidiana más allá del político. Y aún no ha aprendido a sonreír sin el sol.
––«Tarde de paseo»... Si se lleva a Merkel, ¿adónde iría?
–Le dejaría elegir a ella, no me gustaría pasear con la canciller estando ella de mal humor.
–¿De qué no hablarían?
–De la UE, ni de la deuda griega... Los pasos del paseo no van a ninguna parte, la conversación tampoco debe ir a ningún lugar, aunque sea con Merkel.
–Si tuviera que explicarle a su tía Enriqueta quiénes son Tsakalotos, Varufakis y Tsipras, ¿qué le diría?
–Que no han salido de un episodio de Sandokán, pero podrían.
–¿Cuántas veces se le han atragantado las palabras?
–Me he arrepentido muchas veces de cosas que he dicho, y alguna vez de las que no. La diferencia es que lo primero me pasa todos los días, lo segundo sólo dos o tres veces en mi vida y todas en situaciones que no he olvidado.
–¿Cómo van sus paseos virtuales? ¿Silba aún melodías de Raval?
–Sí, hay que silbar siempre. Silbar en la ducha, cuando vas de paseo, a quien pasa por la calle y te gusta, a la autoridad y al que falla un penalti. Y hay que silbar cuando las balas silban sobre tu cabeza.
–Su historia es la de muchos bocadillos consumidos. ¿Su favorito?
–La historia de las personas puede escribirse a través de los bocadillos que consume. De pequeño tomas medias lunas, de adolescente pasas de media barra de pan a barra entera con tortilla de patata y embutidos, de más mayor quitas la tapa de la hamburguesa y de abuelito el pan te lo dan sin corteza. Dime qué bocadillo tomas y te diré qué edad tienes. Yo ahora estoy en la fase de quitarle la tapa a la hamburguesa.
–¿Es por esa dieta que ahora tiene estómago para muchas cosas?
–Los que comemos bocadillos tenemos estómagos resistentes, pero también exquisitos. No vale cualquiera. El de mantequilla, Cola Cao y azúcar que me daba mi madre daba lugar a un sabor que nunca he encontrado. Debería haber un master chef de bocadillos, yo me presentaría.
–Y Mas, ¿qué bocadillo comería?
–Sería el típico niño que cuando le pedías de su bocadillo te daba, pero te ponía el dedo para que no mordieras demasiado.
–Sabe que tiene la edad de Mafalda y el calendario Pirelli. ¿No siente que los de Oliver y Benji y los Simpson le están jubilando?
–Sí, pero me jubiló hace ya mucho tiempo Pippi Langstrum cuando vi una foto de ella en la actualidad. La primera mujer por la que pude sentir algo fue por su amiga, Annika, y aún no he olvidado ni su nombre ni la expresión de sus ojos. Cuando imaginé como sería ella ahora, me di cuenta de cómo puedo ser yo en la actualidad.
–Ha escrito: «No se puede ser político de combate sin tener el alma dañada». ¿Qué es lo que más le ha dolido?
–Para llegar a algún sitio siempre hay que combatir con alguien en el terreno de las ideas y ahí a veces ganas y la mayor parte pierdes.
–¿Pero se arañó el alma?
–Sí, porque has visto muchas cosas que no has podido mejorar, has descubierto amigos que no lo eran, te han traicionado, has perdido horas de estar con tu familia... La política raspa el alma.
–«Participar por participar es como salir de bulto». ¿Qué haría si un día sale de bulto al terreno de juego?
–He jugado mucho de bulto, de relleno y para disimular. En particular cuando era joven y conocíamos chicas, solía darme cuenta pronto de que estaba de bulto.
–¿En política también?
–En política se está de bulto y las veces que no y tienes que tomar la última decisión, da vértigo.
–«Pedimos a los políticos que nos resuelvan los problemas y son las madres las que lo consiguen todo». ¿La solución pasa por un gobierno de madres?
–El día que las madres decidan que son ellas las que toman las riendas, este país funcionará. Tenemos demasiados gobiernos de padres. Ellas son mejores en todo.
–¿Quién es su reina de corazones en formato creciente?
–Me pone en un compromiso y si tuviera que darle una respuesta pública me comprometería, ya que tengo dos hijas.
–¿Quién es el ídolo de sus hijas?
–El de la mayor supongo que uno que la recoge y la trae pero que según ella no existe. El de la pequeña, me cuesta decirlo: me ha sustituido por un oso panda.
–Madrid le sabe a hamburguesa. ¿Y Bruselas?
–A todo lo que tiene colesterol. Me hice unas pruebas y me salió colesterol. Consulté al médico que suelo preguntar, que es Wikipedia, y ponía que las carnes animales, la cerveza y la mantequilla lo contienen; todo lo que yo como.
–¿Le hubiera gustado estudiar parapsicología?
–Eso no existía entonces. Soy uno de los damnificados de que haya dejado de emitirse el programa de Iker Jiménez. Los OVNIS, las Caras de Bélmez, el Lago Ness merecerían ser verdad para que la vida cobrara sentido. Que los misterios no existan lleva a que todo lo paranormal se concentre en la política.
–¿Los políticos son de otro planeta?
–Al contrario, se creen de otro planeta, pero son de éste.
–Sus profesores no le enseñaron eso de que gana el que pierde...
–No, y nos vamos a tener que acostumbrar a que los resultados de los partidos se cambian en los despachos.
–¿Hacen falta muchas pastillas contra la vanidad en España?
–La vanidad es la enfermedad profesional de la política. Más que pastillas debería haber un detector precoz contra ella.
–¿Mejor con camisa blanca y vaqueros o traje y corbata?
–Mi piel natural es una camisa blanca y vaqueros, pero ahora llevo más la corbata: cuando me di cuenta de que los jefes no la llevan. Los que van a la oficina no pueden permitirse, como Tsipras o Pablo Iglesias, no llevarla, así que me pongo corbata para identificarme con quienes más trabajan.
El lector
Siempre llevo conmigo mi Ipad y me gusta leer la Prensa nacional y la internacional. En Bruselas tengo que leerlo on-line, y lo llevo muy mal. ¿Lo que más me gusta? Espero que lo transcribas tal cual lo digo, porque lo que más me gusta de LA RAZÓN son los artículos que firmas tú. Ya te seguía antes, pero que conste en esta entrevista que cuando abro las páginas del periódico siempre busco primero dónde está tu firma y luego ya sigo con todo lo demás.
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