Podemos
198, la marca de Podemos que no visten los «perroflautas»
Dos jóvenes fundaron en 2012 la que hoy es la firma de ropa por antonomasia del partido de Pablo Iglesias, que éste luce en mítines y debates
Debates, comparecencias públicas, mítines, paseos por la calle, broncas, soflamas... son los actos y situaciones en los que Pablo Iglesias ha pasado buena parte de estos últimos dos años, peleando para que Podemos logre un puesto en la política española que el CIS les niega. Iglesias, como otros miembros de su partido, ha convertido y manipulado el descontento para hacer de él una tesis electoral que le ha puesto en la primera línea mediática. Sin embargo, existe una presencia constante en sus apariciones que no es ni Íñigo Errejón ni el desbancado Juan Carlos Monedero: se trata de la marca 198, la autodenominada «ropa del cambio». Por cierto, cuya estética tiene nada que ver con la afín a los denominados «perroflautas», pues se describe entre camisas, polos, chaquetas y camisetas.
«Generación perdida»
Tras ella están dos Eduardos: Garrido y Del Olmo, y una base en forma de modesta tienda en la madrileña calle de La Palma. El primero tiene estudios de diseño y el segundo es un licenciado en Historia que arrancó la aventura cuando se había marchado al extranjero a buscar trabajo («soy otra víctima de Mariano Rajoy», concluye sobre esta cuestión) y que pronto pudo regresar porque ya les daba para vivir. Y eso que todo comenzó sin pretensiones empresariales: «Nos hicimos una camiseta de la selección de fútbol republicana y tuvo tantísimo éxito en nuestro círculo que la acabamos convirtiendo en un producto, y éste tenía que ir bajo una marca. Así que diseñamos un logotipo y tuvo tanta aceptación, que la gente quería camisetas con él», explica Garrido. Quien añade que el emblema representa «esa figura clásica tan representada a la que le hemos quitado media máscara, como la gente que va tomando el protagonismo», y el laurel como pretensión de que «el poder resida en la ciudadanía».
El nombre es un guiño a la «generación perdida» de los nacidos en los años 80. Pero, ¿cómo llega 198 a los líderes de Podemos, si cuando la fundaron, un 12 de diciembre de 2012, el partido ni existía? Ambos comentan que la actual cúpula es de su «entorno» desde hace años, pues se conocieron «en movimientos ciudadanos», y, por aquel entonces, eran «del grupo de amigos», por lo que «todos han pasado por la tienda». «Monedero viene bastante, Errejón también ha estado aquí, pero Pablo Iglesias, con esa vida que lleva, lo tiene más complicado, aunque al funcionar por venta electrónica o por teléfono, no hay problema».
Se definen como la antítesis de Zara, aunque sus precios no son tan populares, si bien reconocen que cuando pueden fabrican en España. Una circunstancia que no siempre les resulta fácil: «El sector textil está destrozado y es una pena porque, a veces, aunque queramos trabajar con empresas de aquí, no podemos, y la calidad que tenemos en nuestro país no la encuentras en China», arguyen en un juego de imposibles que ellos, que ya están en el día a día, saben que conjuga más de lo deseado con el verbo poder. Pequeños empresarios, entienden que la situación del autónomo es «muy injusta» y achacan la lejanía de este sector al voto de izquierdas porque «si eres liberal, te hacen pensar que debes estar del lado de esas políticas de austeridad para que no te vayas abajo». Ellos lo ven desde otro prisma y culpan de la situación a la «política del miedo» que permite ese «salvajismo» contra el autónomo.
Claro que si antes decíamos que eran todo lo contrario al grupo creado por Amancio Ortega, es porque estos emprendedores entienden que «no se debe utilizar la fuerza empresarial en contra de tus propios trabajadores» pues son ellos «los que te han otorgado ese poder». «Un empresario no existe sin la mano de obra y no se puede poner a decidir cuánto cobras, dónde trabajas y en qué condiciones», matizan. ¿Entonces funcionarían como una cooperativa? «No porque a esos acuerdos se puede llegar desde una Sociedad Anónima o Limitada normal, con tus propios trabajadores, pero sin ejercer el abuso de poder», añaden. Que «198» haya cobrado fuerza gracias a la publicidad amistosa y subliminal de los líderes de Podemos no significa que sea exclusiva del universo «podemita».
Dos clientas que salen de la tienda, Beatriz y Pilar, afirman que la llevan porque son «republicanas» pero no hablan de afección por ningún partido. «A mí, personalmente, me sorprendió que vinieran a comprar ropa policías nacionales y guardias civiles. Era gente que no esperábamos y nos alegra que vengan», dice Garrido. Éste también recuerda a un cliente «simpatizante de Ciudadanos» con el que no hace mucho discutieron por un mensaje que colgaron en su cuenta de Twitter, que tiene algo menos de 7.000 seguidores.
Guillotinas
Y eso que cuando nacieron saltaron a la palestra por vender guillotinas. «Se compraron muchas de las pequeñas, de las de despacho, de las grandes creo que tres», explica Del Olmo. «Una para un comercio en San Sebastián, otra para una manifestación de los «yayoflautas» y otra para el Ateneo Republicano de Vallecas». Un producto cuya venta justifican «porque, mientras los recortes eran muy agresivos, nosotros sacábamos una guillotina de madera y cartón piedra; entonces ¿qué es más violento?».
Con guillotina o sin ella, su próximo proyecto es reabrir una tienda en Barcelona «y sentarnos a pensar hacia dónde queremos ir y sacar más tiempo para diseñar». Sobre un poco probable gobierno de Podemos, tienen claro que aunque Iglesias defraudara no le iban a impedir lucir sus modelos: «¿Quiénes somos nosotros para decirle a nadie lo que tiene que ponerse?» Definitivamente, la moda ha llegado a la nueva política.
La moda, un mensaje político
El tipo de ropa que crea 198 poco tiene que ver con el estilo «perroflauta» o hippie, estando mucho más ligado a la corriente «skinhead» que nació en los años sesenta como herencia del movimiento mod o de los «rude boy» jamaicanos. Un estilo que ha llegado hasta nuestros días y que izquierdas y derechas comparten con minúsculas diferencias, si bien no todo el que lo lleva es un «cabeza rapada».
Polos, camisas o chaquetas estilo Harrington son parte de sus prendas estrella. Para Juan Carlos Jiménez Nieto, profesor de Sociología de la Universidad CEU San Pablo se debe a que esa estética la comparten porque unos y otros nacieron «en el tronco común de los marginados de la sociedad de los cincuenta y sesenta».
«Otra cosa son las enormes diferencias que luego tienen en el marco reivindicativo», apunta. A su juicio, si bien aquellos jóvenes «en los ochenta, cuando fueron padres, se aburguesaron y pasaron a posturas conservadoras; ahora son los hijos los que retoman aquel discurso». Pero matiza que estos últimos han vivido bien y «su percepción de la realidad es únicamente ideológica». Para Sirga de la Pisa, profesora de Historia del Arte en la citada universidad, a diferencia de lo que sucedía antes, «ahora la vestimenta no es acorde con la vida que se lleva», utilizamos nuestra imagen para transmitir ideas».
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