Música
Aute: «Detesto la palabra cantautor»
«El Sexto Animal» es el último malabar poético de Luis Eduardo Aute: versos cortitos, ideas profundas y un poco de porno en el cuarto de baño
«El Sexto Animal» es el último malabar poético de Luis Eduardo Aute: versos cortitos, ideas profundas y un poco de porno en el cuarto de baño.
Luis Eduardo Aute (Manila, 1943) anda mirando el mármol con ojos de viejo verde, busca pornografía en las vetas de las losas y azulejos de aseos, salas de estar, vestíbulos de bancos; qué más da el lugar, la cosa es encontrar con un poco de carne, una redondez de formas humanas en las que posar el deseo como las que ilustran el libro de poemas que acaba de publicar.
–¿Por dónde habita este «El Sexto Animal»?
–Son aforismos, juegos de palabras, un poco aerolitos al estilo de Carlos Edmundo de Ory, greguerías, poemas venenosos que van surgiendo y que anoto en una libreta. Lo he subtitulado «Poemigas y otras iconografías» porque a lo mejor algunos terminan en canciones o no, y sólo se quedan aquí.
–En «Lo que son las cosas» comienza hablando de la muerte, la gran protagonista de la vida, y acaba prefiriendo tirarse al monte de Venus que al Monte de Piedad. Lo mejor siempre es Venus...
–(Risas) No me había dado cuenta, supongo que es porque era el último pero no tiene ninguna intencionalidad, iría por orden cronológico, aunque me parece que está mejor tirarse al monte de Venus que tirarse al monte.
–Mejor tirarse a Venus.
–Desde luego, eso sí.
–Músico, pintor, escultor, poeta, ¿en qué etapa está ahora Aute?
–Estoy dando conciertos antológicos porque se cumplen 50 años desde que grabé el primer disco, por lo que consisten en las canciones más significativas que he escrito. También voy a empezar el séptimo animal, terminando las canciones del último disco, que será probablemente doble porque tiene muchas, componiendo música para unos poemas de Jaime Gil de Biedma para Luz Casal, musicando poemas de Carlos Oroza, terminando una serie de pinturas que debo terminar...
–Veo que no se le ha acabado la gasolina en este medio siglo.
–Sí que se gasta, pero enseguida hay un puesto de gasolina cerca, simplemente hay que mirar un poco lo que tienes al lado y alimentarte con esa gasolina. Hay mucho que contar.
–¿Si se encontrara con el Aute de hace 50 años qué le diría?
–A veces me he hecho esa pregunta, pero creo que no estaría en demasiado desacuerdo con quien soy ahora, porque esencialmente el motivo sigue siendo el mismo desde que empecé a componer, pintar y escribir. A qué venimos a este mundo, qué hacemos aquí, eso es lo que me motivó a meterme en estos terrenos y en eso seguimos.
–Bueno, lo que somos es la cabeza de un alfiler en universo, no hay mucho más.
–No, en absoluto. Somos el centro del universo. Que se sepa, en este planeta existe la conciencia sobre la propia conciencia, existe porque existimos nosotros. Alguien descubre el universo, eso está bien, pero el problema es cuando se pregunta por qué está eso ahí. Somos el único planeta que tenemos conciencia dentro del universo, lo que me resulta muy incomprensible es pensar que estamos en un extremo de la galaxia y que no somos el centro del universo. Bajo qué coordenadas se hace esa reflexión si no hay ninguna, para mí el centro es un sujeto. El yo, que lo descubre, que reflexiona sobre el universo y que se encuentra en la propia reflexión.
–¿Volvemos al siglo XIV? Eso es muy renacentista.
–El Renacimiento no es más que una corriente de creadores que utiliza todo lo que tiene a su alcance para hacer cosas. El hombre renacentista estaba preocupado por el todo: escritores, músicos, pintores, y en este sentido sí que hay una rémora de eso en mí.
–En internet también se puede hacer de todo, enciendes tu pantalla y adelante. El mundo a tus pies.
–Yo lo llamo «esfinternet», que es un buen invento pero tremendamente ambiguo y peligroso por varios motivos. Sobre todo, porque esencialmente es una invitación a navegar hacia afuera, para recabar datos, tener más información, pero creo que la dinámica tiene que ser a la inversa. Mirarse dentro de uno y tener más conocimiento, tenemos una sobredosis de información y muy poco conocimiento. Defiendo más la intranet que la extranet.
–Ahora que se habla de la segunda Transición, no se ven los cantautores por ningún sitio. ¿Dónde están?
–¡Cómo que no! Estamos rodeados de cantautores, detesto la palabra cantautor, porque es simplemente alguien que escribe lo que canta. Ahora el 95% de la gente que hace música es intérprete y autor. Los raperos son los nuevos cantautores, autores de los textos, música sería mucho llamarlo, y de las bases rítmicas que están ahí. Cantan unos textos larguísimos, muy interesantes y tremendamente ácidos.
–Ojo, que Sabina se mete mucho con ellos.
–Hay cosas que sí son muy interesantes y nada desechables, hay cosas por ahí que son un verdadero hallazgo.
–No me figuraba yo a Lus Eduardo Aute entre raperos y cantantes de reggeaton.
–El reggeaton es una mierda y no tiene nada que ver con el rap. Es una horterada tremenda, pero el rap tiene su porqué y su contenido.
–Desde que he visto las ilustraciones del libro no hago más que buscar tías desnudas en el mármol de la encimera de la cocina.
–(Risas) Sabes, es que tengo una nueva patología que no conocía, que es la de mirar las vetas del mármol para ver qué me sugieren. Hay algunas bastante increíbles y en el caso de este hotel que incluyo en el libro había varias que luego he retocado pero que me han servido para hacer dibujos posteriores. Cuando me metí en la bañera pensé, ¿pero esto qué es? Lo mismo pasaba en otras habitaciones, tenían todas unas vetas fantásticas.
–Más bien unas pornográficas.
–Si miras por aquí seguro que encuentras una (se levanta, señala al suelo, se agacha y describe): ¿Ves? Aquí están los muslos, otro muslo, un culo, otro culo, por ahí bajan las piernas y éste es el ojete. Debo hacérmelo ver porque se me aparecen imágenes pornográficas en todas partes, debe ser una patología o es que soy un enfermo mental.
–Yo es que no veo nada, la verdad. A lo mejor es que hay que tener eso que llaman mirada sucia.
–Hay que saber mirar, es lo más importante. Saber ver, mejor que mirar. Miramos todo el día sin ver nada, hay que buscar las cosas con tranquilidad, con calma.
–¿Slow with you tonight?
–Claro, todo requiere su tiempo.
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