Castilla y León
Pan y pastas endulzan la oferta del turismo en Pedraza
«La Tahona» lleva 28 años surtiendo pan a vecinos y visitantes con el cuidado de la materia prima y la tradición por emblemas
Pedro Díaz. Media vida al pie del horno, del obrador de su tahona. Un panadero a la par que pastelero vocacional que hizo de la pasión por un oficio su modo de vida, a pesar de que como aprendiz tuvo sus sinsabores. Eso le sirvió para mejorar cada día. Unos días, por cierto, que arrancan a las cuatro o las cinco de la madrugada, por aquello de que hay que elaborar el pan, y él prefiere hacerlo al modo tradicional, el más natural, y menos rentable en lo económico. Con los tiempos correctos de fermentación, los más sanos ingredientes y masa madre. «Pretendo, cada jornada, ofrecer un produzco que recuerdo a lo que es el pan de verdad, es el de siempre», apunta, convencido, este emprendedor, que reconoce que «es lógico que haya pan barato, pero también debe haber uno de mayor calidad, y ahí hay que aplicar otro precio».
«La Tahona de Pedraza», al que da nombre uno de los pueblos más conocidos y concurridos de toda Castilla y León, presta servicio a diario a los 150 vecinos de la localidad, pero enfoca buena parte de su producción a los miles de visitantes que cada fin de semana o días festivos hasta allí se desplazan. Muchísimos. «Triplicamos o cuatriplicamos, cuanto menos, la producción durante esos días. Basta señalar que reservamos 250 kilos de harina, cuando en jornadas normales podemos tratar 30, aproximadamente».
El presente mes, agosto, también es un buen mes para el negocio, por la presencia de numerosos familiares de vecinos o de particulares que tienen segundas residencias en este privilegiado espacio, a los pies de la Sierra de Guadarrama y lugar de peregrinación periódica de numerosos madrileños y también de extranjeros.
Autónomo y polifacético
Como buen autónomo, Pedro ironiza con su habilidad para hacer de todo, salvo lo de finalizar los trámites de gestoría ante las administraciones: «desde llevar las cuentas hasta lo de hacer chico de la limpieza, aquí no falta trabajo, y yo hago de todo».
Pero no es sólo pan lo que comercializa «La Tahona de Pedraza». También se ofrece al cliente bollería típica, como los soplillos o los mantecados, productos de hojaldre o magdalenas. Se enfocan, fundamentalmente, al fin de semana, porque también los establecimientos hosteleros -como ocurre con el pan- llaman más a la puerta de Pedro Díaz.
El trabajo bien hecho
Un profesional que no para de buscar ventanas que abrir, en lo que a emprender se refiere, y que remarca que «la cuestión no es sólo ganar dinero, sino propiciar la satisfacción de hacer bien las cosas, para que lo que hagas guste a la gente. Eso da una satisfacción tremenda».
Y, pruebas de ello no le faltan. Entre sus clientes se encuentran famosos con residencias en el entorno de Pedraza, además de compradores procedentes de pueblos del entorno, que se desplazan ex profeso a adquirir una barra de pan a la localidad, que celebrará próximamente -a principios de septiembre- sus fiestas patronales.
Los dulces que elabora «La Tahona de Pedraza» se encuentran amparados bajo la marca «Tierra de Sabor», explica Pedro, quien detalla que también está integrado en la Asociación de Artesanos de Castilla y León y en Alimentos de Segovia.
«Participamos en ferias, no por vender más, sino por una cuestión de reconocimiento a lo que hacemos», apunta, a la par que recuerda que son numerosos los establecimientos que apuestan por los alimentos con nivel, hacia donde debe encaminarse la producción en este ámbito y en cualquier otro. Por este motivo, Pedro Díaz recurre, «siempre que hay posibilidad y que los cánones de producción y de calidad lo permiten», a productos típicos de Castilla y León, en general, y de la zona, en particular. Entre ellos, detalla, huevos de Valleruela y harinas de Segovia y de la vecina provincia de Valladolid.
De cerca
Pedro Díaz es presidente de la Asociación de Panaderos de Segovia desde hace una década. Propiciar un buen producto, algo que, dice, sí ofrecen los pequeños profesionales, pero que hay que inculcar a las panificadoras, es uno de sus retos. Reconoce que le gustaría que sus hijos siguiesen en su oficio, pero respeta que uno de ellos tiene empeño por la música, mientras que para el otro su mundo es el deporte. No obstante, destaca de ellos que son trabajadores y siempre que hacen falta, están dispuestos a ayudar.
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