CiU
El nuevo partido de Mas será «bisexual»
El presidente confía en cerrar el acuerdo para la investidura con la CUP antes de la campaña, pero les advierte de que «las elecciones son una alternativa» que sigue encima de la mesa
El presidente confía en cerrar el acuerdo para la investidura con la CUP antes de la campaña, pero les advierte de que «las elecciones son una alternativa» que sigue encima de la mesa
A los seguidores de la serie «Borgen», que narra los entresijos del Parlamento danés, les será más sencillo entender qué es lo que quiere hacer Artur Mas con Convergència. Quiere hacer como Birgitte Nyborg, el personaje de ficción que interpreta el papel de primera ministra danesa, enterrar el partido moderado –en este caso, el partido que Jordi Pujol fundó hace 41 años y que durante 28 gobernó en Cataluña–, para fundar otro partido, también moderado, pero con ADN independentista y un poco más escorado a la izquierda. Lo que el número dos al Congreso por Barcelona, Carles Campuzano, llamó ayer «partido bisexual», un término que inventó el profesor de Ciencias Políticas, Víctor Lapuente, para referirse a una política que combina el liberalismo económico y la justicia social, frente a los «reaccionarios de derechas y de izquierdas».
A Mas le va a ser difícil convencer al personal de que su nuevo partido, que empezó a diseñar después de que Jordi Pujol confesara ser un evasor fiscal, no es un invento para intentar deshacerse de los casos de corrupción que asedian a CDC. La sombra del 3% planea sobre Convergència, no hace ni un mes que la Fiscalía entró en su sede y se llevó arrestado a su terorero, Andreu Viloca, que desde hace una semana vuelve a estar en su despacho tras pagar una fianza de 250.000 euros.
Tampoco será coser y cantar convertir en anecdótico el corte de mangas que dedicó a la banca en esta última campaña electoral, cuando planteó su presencia en Cataluña si se independizaba. Aunque lo más complicado será defender un pacto con la CUP, si lo hay, el día que presente su nuevo partido, dentro de «cuatro o cinco meses», y explique que el suyo es un proyecto para moderados, donde caben liberales, socialdemócratas y socialcristianos, o sea, como el partido que fundó Jordi Pujol, pero con ADN independentista, lo que viene a ser CDC desde su último congreso. Mas, Oriol Junqueras y los de Antonio Baños se han dividido el espacio electoral de la hipotética Cataluña independiente. El primero se ha quedado con el espectro moderado.
Los convergentes, en vez de ser llamados nacionalistas, como hasta ahora, quieren rebautizarse como soberanistas, un concepto que tiene menos connotaciones negativas en el exterior y engloba un espacio más amplio que el término «independentista. Y para explicar que son moderados alegan que el eventual pacto con la CUP solo es temporal, para 18 meses, tiempo que necesitan para construir el Estado catalán.
Para avanzar hacia la independencia necesitan sí o sí pactar con la CUP. Los anticapitalistas inician esta semana una ronda de contactos con sus bases, a quienes han de jado la decisión de decir si deben o no investir a Mas.
Sobre el acuerdo entre Junts pel sí y la CUP y la posibilidad que los anticapitalitas pusieron sobre la mesa de negociación de investir a Raül Romeva, cabeza de lista de la candidatura unitaria, Mas dio ayer cuatro instrucciones a los suyos, después de declaraciones contradictorias que han dado mucho que hablar. En la reunión ejecutiva de los convergentes trasladó a los suyos que si la CUP no vota su investidura habrá elecciones. No hay otra opción. Mas pidió a los convergentes que den éste y sólo este mensaje y no den pie a malentendidos.
Tras la reunión ejecutiva, el coordinador general de CDC, Josep Rull, confirmó que «las elecciones on una alternativa no deseable, pero si se ha de ir, se va». Pese a este mensaje, Rull también expuso que «estamos convencidos de que hay margen para el pacto si lo exploramos». «El acuerdo es posible», insistió. El domingo, la CUP, que tiene asamblea, despejará las dudas.
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