Cataluña
El nuevo nombre de CDC reaviva el debate interno
«Més Catalunya» o «Catalans Convergents», las dos opciones, no convencen y algunos congresistas ya piden posponer la votación
La nueva CDC ha aprobado aplazar la votación del nombre del nuevo partido, y mañana se abrirá una comisión que debatirá los nombres que se propongan y establecerá los plazos para llevarse a votación.
A las 20:30 horas debía elegirse ayer en Barcelona el nombre de la formación heredera de Convergència. Así lo preveía el guión del congreso fundacional del partido soberanista. Pero el guión voló por los aires y, poco después de las 22.00 horas, los 3.000 afiliados reunidos en el Centro Internacional de Convenciones de Barcelona (CCIB) salían atropelladamente por la puerta entre lamentos, quejas y protestas. La votación tan siquiera llegó a producirse porque los dos nombres propuestos por la dirección –Més Catalunya y Catalans Convergents– fueron rechazados de plano por la gran mayoría de los participantes y la mesa del congreso no tuvo otro remedio que aplazar este debate «sine die». Puede que se resuelva a lo largo del fin de semana o puede que quede aplazado hasta finales de mes.
«Es una enmienda a la totalidad a la dirección», concluyó uno de los afiliados en el hall del CCIB, convertido en un bullicio. «¿Cómo la cúpula ha podido permitir estas propuestas?», decía otro. «Yo quería renovación y esto es una chapuza», protestaba otro. La lista de lamentos era inacabable y las caras de cuadros locales y militantes de base eran un verdadero poema.
El defensor de la doble protesta, el diputado y ex secretario de Comunicación del Govern, Jordi Cuminal, se anotó un fiasco de proporciones bíblicas. Pertrechado ante el auditorio del CCIB con un mando para pasar diapositivas, el joven dirigente soberanista ofreció una escuálida explicación de «branding» (el proceso de construcción de una marca) sin convicción alguna. Cuminal avanzó con argumentos erráticos y con continuas disculpas porque los nombres propuestos fueron anunciados dos horas antes por el periodista Quico Sallès en su cuenta de Twitter.
La intención de la dirección era evitar toda filtración y comunicar en directo a los afiliados los dos nombres. Pero no pudo ser. Cuminal comenzó por «Més Catalunya» y por su apócope «mésCat». Se oyeron tímidos, muy tímidos aplausos. Siguió por «Catalans Convergents». Y la reacción fue la misma, sino peor. Según Cuminal, «un buen nombre debe ser corto, distintivo, memorable, relevante e innovador». Y la militancia puso cara de desconcierto. Al parecer, los trabajos preparatorios del congreso y las consultas llevadas a cabo entre los afiliados dieron como resultado que un 30 por ciento deseaba mantener la denominación de Convergència Democràtica de Catalunya. Un 35 por ciento concedió alguna modificación respecto al original sin renunciar a alguna alusión a Convergència. Y el resto, un 35 por ciento, abogó por tabla rasa.
Un inicio inmejorable
Tras las explicaciones de Cuminal se produjo el motín. Todos y cada uno de quienes tomaron la palabra censuraron la propuesta. Fuera por no respetar la igualdad de género («Catalans»), fuera por unas marcas más propias de un lema de campaña que de un partido político. La protesta, masiva, obligó a la mesa del congreso a decretar un receso. Salieron al recinto del Fòrum los afiliados y despotricaron sin descanso. Dentro, la mesa decidió había que suspender la votación.
«Hemos comenzado el congreso de la mejor manera posible: el debate interno existe, hablando de todo», dijo la presidenta del congreso fundacional, Maite Rivero, genio y figura. «Crearemos una comisión para decidir el nombre. No sólo trabajaremos los nombres propuestos, sino todos aquellos que salgan del turno abierto. Se irán votando y se irán eliminando», añadió.
Así nació la nueva Convergència. Sin nombre conocido.
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