Cataluña

El partido de Colau se propone devorar a todas las izquierdas

Domènech formula un plan repleto de ambigüedades para crear una fuerza «hegemónica»

Xavier Domènech protagonizó ayer en el Ateneu Barcelonès la conferencia «Reflexiones para una Cataluña común»
Xavier Domènech protagonizó ayer en el Ateneu Barcelonès la conferencia «Reflexiones para una Cataluña común»larazon

Domènech formula un plan repleto de ambigüedades para crear una fuerza «hegemónica».

Xavier Domènech salió prácticamente ayer de la cama después de varios días de fiebre y frenadol. Y lo hizo para anunciar, nada más y nada menos, que su partido –el partido de Ada Colau– tiene un plan, que es convertirse en la fuerza «hegemónica» de Cataluña. Estas ambiciones pasan, por supuesto, por devorar a las izquierdas catalanas y dar lugar a un nuevo partido llamado a representar un sinfín de tradiciones políticas (republicanismo, femenismo, socialdemocracia, anticapitalismo, catalanismo y sindicalismo) para erigirse en el movimiento sociopolítico de referencia en Cataluña.

Domènech, portavoz de En Comú Podem en el Congreso y hombre de la máxima confianza de Ada Colau, fue el encargado de formular un plan ideológico repleto de ambigüedades, particularmente las relacionadas con el «debate nacional» y las «soberanías». El debate nacional es esencial y hasta ahora se ha hecho en términos de construcción de un estado. «El debate nacional es esencial, pero hasta ahora se ha hecho en términos de construcción de un estado», lamentó Domènech desde la pequeña sala del Ateneu Barcelonès donde manifestó los planes expansivos de los «comunes» ante unas 300 personas.

El punto de partida de este movimiento –autoproclamadado como hijo del 15-M– es que estamos asistiendo a un «cambio de época» y no simplemente a una «crisis económica». «El 15-M fue un movimiento sociopolítico que creó una nueva agenda. Provocó el surgimiento de propuestas políticas que son nuevas y que no se expresan como la izquierda política tradicional. Evidentemente nosotros somos de izquierdas, pero ¿somos anticapitalistas, somos socialdemócratas?», se preguntó Domènech en un ejemplo más de sus ambigüedades.

Domènech evitó planteamientos concretos sobre organización territorial y se centró en abogar por grandes y confusos principios como la fraternidad y la «Cataluña nación en red».

«La realidad catalana hay que abordarla desde una conciencia global para construir nuevas soberanías. Nosotros somos soberanista y de izquierdas. Y hacemos nuestras muchas tradiciones tomando como matriz el republicanismo más emancipatorio, la lucha por la libertad, igualdad, fraternidad. Una fraternidad que nunca es subordinación. Porque el debate para nosotros no es cómo desconectas sino cómo reconectas», reflexionó el portavoz de En Comú Podem en pleno espesor ideológico.

Domènech culminó su conferencia con una digresión histórica. Se remontó a 1789, a la reunión de los Estados Generales en Francia y a la constitución de la Asamblea Nacional que dio pie a la Revolución Francesa. Aquel episodio acompaña a los «comunes» en sus sueños febriles porque aspiran a remedarlo de alguna manera con un «proceso constituyente» en Cataluña que sepulte las prácticas neoliberales y que permita un nuevo modelo, un nuevo orden. Desmercantilizado y centrado en los derechos sociales.

El propio Domènech admitió que no estaba del todo recuperado tras varios días de gripe.